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Redacción (Jueves, 21-12-2017, Gaudium Press)
Una noche al año se nos invita a meditar,
al tiempo que con claridad y ternura contemplar,
ese Dios que se complace en sorprendernos
incluso en medio de una dulce perplejidad.
¡Que grandes y sabios son los designios del Señor!
En contrastes armónicos nos ha querido enseñar.
Que la aparente contradicción es símbolo de perfección,
bondad e intransigencia, pureza y fortaleza, se complementarán.
¿Qué humano intelecto, qué mito,
qué fantasía podría imaginar,
Dios, uno y trino que se encarna,
asumiendo nuestra debilidad?
Ver el Ser Divino tan rebajado,
paradoja por antonomasia que en una gruta se da,
el que creó la luz y el fuego,
en una fría noche temblará.
En su grandiosa e incomparable humildad,
quizo tan majestuoso Rey sorprendernos una vez más,
escogiendo por Palacio una cueva,
y queriendo su trono por un pesebre cambiar.
¿Quien diría? Es increíble pensar,
que el esperado de la naciones,
el Divino Emmanuel nacerá
olvidado y perseguido por la malvada humanidad.
Es verdad, nadie jamás ni nunca podrá,
suscitar tanto amor a una madre,
tanta veneración a un padre,
los dos castos esposos, luces de virginidad.
Y en contraste a tanto amor,
tampoco de nuevo en el mundo se verá,
tanto odio de los infiernos,
contra un recién nacido concentrar.
Surge una piedra de escándalo,
una espada de división brillará
para dividir el firmamento,
buenos y malos separar.
Ahora el Señor Dios de los ejércitos,
esconde su poder en la fragilidad,
pero anuncia que al final de la historia,
la victoria le pertenecerá.
En esta noche santa siempre nos sorprenderá,
este paradigma de contradicción,
Dios se hizo hombre, y rasgó la eternidad,
para en el tiempo habitar,
y en los brazos de su Santa Madre reposar.
En esta noche augusta, el silencio reina,
brillan más las estrellas, los ángeles cantan,
tiemblan lo que cometen iniquidad,
los justos se alegran, el cielo se unió a la tierra.
¡Esta noche es Navidad!
Por Santiago Vieto
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