Sevilla (Miércoles, 15-08-2018, Gaudium Press) La devoción al Niño Jesús es una de las más extendidas en el mundo. En República Checa, en la ciudad de Praga, más exactamente en la iglesia carmelita de Santa María de la Victoria, se encuentra la que tal vez es la representación más famosa de la infancia de Jesús; y en Colombia, en el barrio 20 de Julio de Bogotá, es venerada una preciosa imagen; la del Divino Niño, en cuyo santuario acuden cada año miles de personas.
Pero en España, en la ciudad de Sevilla, existe otra imagen que llama la atención por su historia y también por sus milagros. Se trata del Niño Jesús Milagroso del Convento del Espíritu Santo de la calle Dueñas.
La efigie, que incluso dicen es gemela del Niño Jesús de Praga, es venerada en el convento sevillano desde el siglo XVII, pero se desconoce cómo fue que llegó al lugar.
El Niño Jesús le dijo a la Madre de la Cruz: «Este es mi verdadero retrato». |
Una leyenda habla que fue llevada por un desconocido, quien un día arribó al trono monacal y pidió el favor a una monja que le guardase un paquete que llevaba consigo, que reclamaría luego. La hermana lo guardó sin cuestionar.
Los días pasaron, hasta completar un año, y el dueño del misterioso paquete nunca regresó. Las superioras del convento tomaron la decisión de no esperar más y descubrir que había en el interior de la caja.
¡Grande fue su sorpresa! Dentro se hallaba una hermosa imagen del Niño Jesús que llevaba en su mano izquierda una Cruz y en la derecha un silbato en forma de pez. Las monjas de inmediato lo acogieron en la comunidad, y le dieron por nombre «El Niño Esposo». Incluso le confeccionaron varias ropas, entre ellas una de fraile.
Pese a que la imagen permanecía en el convento, comenzó a ser conocida por los fieles, quienes empezaron a recibir múltiples gracias del Divino Niño. Tales eran sus milagros, que dejó de llamarse «Esposo», pasando a ser el «Niño Jesús Milagroso».
De Él recibió revelaciones la Madre Juana de la Cruz Lozano y Soria, quien era religiosa del Monasterio y mística. De acuerdo con las crónicas del convento, el Niño Jesús le pidió que se le colocase en su mano izquierda una campanita como símbolo de las llamadas interiores que Él hacía a las almas.
Llama la atención que el joyero, sin que las monjas le indicaran, grabó en la campana una rosa y una Cruz, tal como el Divino Infante lo había solicitado; y varios devotos han admitido haber escuchado el toque de la campana una vez se realizaba un milagro.
Dicen que en otra revelación a la Madre de la Cruz, el Niño Jesús, haciendo referencia a su imagen, le dijo: «Este es mi verdadero retrato».
Hoy la devoción al Pequeño Jesús de los Milagros está extendida, no solo en Sevilla, sino en España, y en el mundo. Su fiesta se celebra en grande el 3 de enero, día del Dulce Nombre de Jesús. Para la ocasión la imagen se expone en la iglesia del Monasterio. También se puede venerar durante Pentecostés y los primeros domingos de cada mes.
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Con información de archisevillasiempreadelante.org
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