martes, 07 de mayo de 2024
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Cómo fue la extraordinaria conversión de Paulina Jaricot, prontamente beatificada

El 27 de mayo pasado, se anunció que el Papa había aprobado un milagro que despeja la vía para su beatificación.

Pauline Marie Jaricot

París (08/06/2020 18:43, Gaudium Press) Pauline Jaricot: su nombre ha tomado actualidad, tras el anuncio hecho por la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 27 de mayo pasado, de que el Papa había aprobado un milagro que despeja la vía para su beatificación.

Gaudium Press ya publicó una semblanza de esta maravillosa mujer, pero hoy queremos focalizarnos particularmente en su conversión.

Recordemos que ella es fundadora de la Obra pontificia de Propagación de la Fe, y del Rosario Viviente, que más adelante explicaremos que son.

Una bella planta, mundana…

Nace Pauline en Lyon, Francia en 1799, en una familia de madre muy católica. Punto importante, pues bajo su apariencia mundana, ya estaba sembrada en Pauline la semilla de la fe por vía materna.

Era una bella planta de los fabricantes de sedas de la ciudad. Le gustaban los bailes, era de las damas de la duquesa de Angulema; nos imaginaremos pues, en que fausto y mundo vivía.

Pero un día se cae de un taburete, se golpea y sufre una extraña enfermedad, que le da el aire como si estuviera ebria, pero no solo en el desplazarse, sino también en el pensamiento: pierde enteramente el uso de la palabra. Esto ocurría en el 1814, por tanto tenía alrededor de 15 años. ¿Esto fue motivo de su conversión? No. Tal vez la preparó, pero apenas recuperada, recuperó la vida mundana.

¿Y cómo recobró la salud? Hubo un ofrecimiento aceptado por el cielo: Su mamá le dijo a Dios que ella ya había vivido bastante, y que mejor se llevara su vida en cambio de la de su hija. Dios aceptó rápidamente el ofrecimiento, y Paulina se recobró y nuevamente la vida de baile.

Pero la gracia ya la estaba trabajando, el ofrecimiento de su madre no sería estéril.

Por esa época, “mi corazón experimentaba una sed ardiente que nada calmaba, porque este pobre corazón, siempre esclavo de la criatura, no encontraba sino un vacío infinito en un afecto perecible [los afectos mundanos] y una tortura inaudita en sus resistencias a la llamada divina”, expresa Paulina.

Y ocurrió que un día, en la iglesia Saint-Nizier, entró ella a la misa de un domingo de cuaresma cuando el P. Wurtz predicó contra la vanidad. Vanidad de vanidades todo es vanidad. Y en ese momento, su resistencia a la llamada al apostolado se quebró.

Terminada la misa se introduce en la sacristía, pide con el vicario Wurtz confesión general que realiza bañada en lágrimas, que corrían por su bello rostro, por su lindo vestido de seda.

El cambio fue brutal.

De regreso a su casa quema todos los libros románticos.

Ella, que era una joven de bellos trajes, empieza a usar un vestido estilo monja de color violeta, con una estrecha esclavina. Es claro, no eran tan fácil esos pasos: “Me era tan terrible quebrar con mis hábito de lujo y de elegancia que, los primeros meses de mi conversión, sufría cruelmente cuando me mostraba en público con mi traje ridículo”, declarará después Pauline.

Pero la meta ya estaba trazada: Pauline se interesa muchísimo por las misiones, por todas incluyendo las más lejanas, Tonkin por ejemplo,  y sabe que el dinero para ellas escaseaba por los terribles embates de la Revolución Francesa. Paulina piensa como sostener ese emprendimiento misionero.

Una tarde que yo buscaba en Dios la ayuda [para sostener las misiones], es decir el plan deseado, la clara vista de ese plan me fue dada y comprendí la facilidad que tendría cada persona cercana a mí de encontrar diez asociados dando un peso cada semana para la Propagación de la Fe”: nacía así la Asociación de Propagación de la Fe, madre de las posteriores Obras Misioneras Pontificias. Le plantea la idea a los 200 obreros de la fábrica de su cuñado; luego su hermano sacerdote se la comentará a otros presbíteros; luego el propio Papa acogerá la idea.

Un día el Santo Cura de Ars, con quien hablaba, le dijo que su obra se extendería mucho, pero que Dios le iba a pedir grandes sacrificios para que esta extensión fuera completa, y así ocurrió.

Se le viene la idea de contruir un centro industrial modelo, donde los obreros fueran bien atendidos no solo en sus necesidades materiales sino también familiares y espirituales. Pero los hombres de negocios con los que estaba trabajando ese proyecto, simplemente desviaron los fondos, en los que había invertido toda su fortuna.

Ella después los perdonó.

Pero la obra de propagación de la fe se extendió, el Rosario viviente también. Los grupos para recoger dinero para las misiones eran de 10 personas. Pero después ella los transformó en 15 y cada uno rezaría una decena del rosario por las misiones, ese era el Rosario viviente.

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