viernes, 17 de mayo de 2024
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De las pantallas negras a los libros: “El fiasco de la escuela digital” y los “cretinos digitales”

En el mundo empieza a cuestionarse la señalada como atrofiante “orgía digital”.

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Foto: Jonathan Borba en Unplash

Redacción (26/06/2023 15:58, Gaudium Press) Todo indica que empieza a parar el boom de ‘tecnología en todo’, especialmente en lo que se relaciona con niños, y esto por los desastrosos efectos, comprobados.

El diario El Mundo en su edición de ayer, estampaba el agresivo titular: El gran fiasco de la escuela digital: “Que los profesores den clase con pantallas es como si los médicos suministraran heroína”. La nariz de cera de esa misma nota, también es bastante sugestiva: “Tras décadas de fe ciega en la tecnología, los expertos en educación dan marcha atrás y redescubren la importancia del aula, la memorización, la caligrafía y los libros en papel”. Incluso algunos expertos anuncian una profecía que sería más que emprender el camino de vuelta: “En los próximos años vamos a asistir a una ola de desdigitalización masiva”.

De hecho, best sellers como el de Michel Desmurget, “La fábrica de cretinos digitales” ya habían disparado las alarmas. Este, todo un director de investigación del Instituto Nacional de Salud de Francia y neurocientífico, afirma con datos que el consumo excesivo de aparatos digitales, las pantallitas negras, afectan gravemente el desarrollo neuronal de niños y jóvenes.

Decía Desmurget en entrevista con BBC a finales del 2020 que cuando aumenta el uso de televisión, videojuegos, etc., el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo caen, por afectación de lenguaje, concentración, memoria, entre otros.

¿Pero por qué el exceso de aparatos tiene esas consecuencias? Porque disminuyen en calidad y cantidad las interacciones familiares, fundamentales para el desarrollo del lenguaje y emocional; porque también se le quita el tiempo a otras actividades enriquecedoras como música, lectura, realización de tareas escolares; porque se interrumpe y reduce el sueño; porque la sobre estimulación de la atención que es conexa a estos dispositivos ocasiona directamente afectación a concentración, al aprendizaje y ocasiona impulsividad; porque también producen una subestimulación intelectual (todo ya viene ‘masticado’); porque el estilo de vida sedentario conexo con el estilo digital, influye en la maduración cerebral. Etc.

Insiste el neurocientífico en que no es lo mismo, para estructurar la mente, las actividades relacionadas con la escuela, el trabajo intelectual, la lectura, la música, el arte, los deportes, etc., que estar frente a una pantalla por motivos recreativos. Además que los usos recreativos que más empobrecen son los que prevalecen. Pero esto es especialmente crítico durante la infancia y adolescencia, cuando la plasticidad cerebral empieza a disminuir significativamente.

Desmurget llega hasta a dividir a la sociedad futura en dos grandes categorías, los que en su infancia fueron preservados de esta “orgía digital”, quienes a través de la cultura y el lenguaje tendrán los elementos para reflexionar sobre el mundo, y los otros, que serán incapaces de comprenderlo y actuar como ciudadanos ilustrados: sería la concretización de los anuncios de Aldous Huxley en Un Mundo Feliz.

En cualquier caso ahí está el dato, incontrovertible: el coeficiente intelectual que venía creciendo de generación en generación, ha comenzado a decrecer en varios países, como por ejemplo Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia.

El 15 de mayo pasado, la ministra de Escuelas de Suecia, Lotta Edholm, hacía el drástico anuncio: canceló el plan de educación digital de la Agencia de Nacional de Educación Escolar, y ha destinado sus dineros a la distribución de… libros de texto: sí, esos fósiles de pastas y solapas, de papel y tinta: serán 60 millones de euros en el 2023, y 44 millones de euros anuales en el 2024 y 2025, para acelerar el regreso de los libros a aulas. “Esto forma parte del regreso de la lectura a la escuela, en detrimento del tiempo de pantalla”, dijo claramente Edholm. La cosa es de urgencia, parece.

La medida no fue tomada con histeria: había ocurrido que en mayo se habían conocido las pruebas internacionales PIRLS, que evalúan comprensión lectora de estudiantes, y estas mostraban un descenso con relación a esas mismas pruebas del 2016. Y aunque algunos criticaron la medida, la ministra se mantiene firme.

El asunto de la disminución de la comprensión lectora está alcanzando también niveles globales. Por esto, ya muchos se lo están pensando.

Pero no es del caso hacerse ilusiones: no son pocos ya los estudiosos que definen el uso intensivo de pantallas negras como adicción y de las peores. En pocos centímetros cuadrados de oscuridad, cuando se trasforman en luz, el adicto encuentra alegrías, promesas, sentimientos, placeres, y separarse de ellos, aunque se le diga que está en riesgo su salud no solo mental sino física, no va a ser fácil. Pero por lo menos, que se sepa que las cosas son así, y no de otra manera. Sin mentiras ni maquillaje. (Saúl Castiblanco / Gaudium Press)

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