miércoles, 24 de abril de 2024
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¿Debe la Iglesia ‘actualizarse’?

El rigor de las verdades de la Religión contradice el espíritu del mundo. ¿Corresponde a los católicos acomodarse a sus demandas, o su misión requiere algo diferente?

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Redacción (08/11/2022 15:41, Gaudium Press) En sus primeras instrucciones después de la Resurrección, Nuestro Señor envió a los Apóstoles a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y les mandó enseñar a todas las naciones a observar lo que les había prescrito (cf. Mt 28, 19-20). Sin embargo, incluso antes de la Pasión, el Redentor les había advertido: “Puesto que no sois del mundo, sino que yo os he elegido del mundo, por eso el mundo os odia. […] Si a mí me han perseguido, a vosotros también os perseguirán” (Jn 15,20).

Previendo el rechazo que tendrían que afrontar los Apóstoles, el Señor no les dijo: “Si en algún lugar no os reciben ni os escuchan, adaptad un poco vuestras palabras, para que seáis acogidos”. En cambio, les recomendó una actitud enérgica: “Salid de allí y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra él” (Mc 6,11).

Estas instrucciones nos introducen en un tema muy actual, discutido no solo entre los católicos, sino también entre los que no lo son.

¿Acomodarse al mundo o ser fiel a Dios?

Como se consideró anteriormente, en ningún momento el Maestro recomendó a sus seguidores que se acomodaran al mundo, a los “signos de los tiempos” -expresión tan usada por quienes se consideran “modernos” o “progresistas”, en comparación con los calificados de “conservadores” o “tradicionalistas”. Al contrario, les mandó enseñar a todos los pueblos una nueva forma de vida, fuertemente opuesta a la de los hombres y mujeres de aquellos lejanos y paganos tiempos.

Ahora bien, a veces sucede que las verdades rigurosas de la Religión contradicen los intereses personales. Y así, se presenta a los apóstoles de todos los siglos el dilema del rumbo a seguir, ya que amoldarse a su tiempo equivaldría a rechazar la misión que Dios les encomendó.

Hoy nos encontramos en medio de “transformaciones profundas y rápidas”, tanto más aceptadas cuanto menos compromiso requieren. “Vivimos bajo la impresión de un cambio fabuloso en la evolución de la humanidad”, escribió en 1970 el entonces P. Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI.

Ante esta situación, muchos católicos se preguntan: ¿hay algo en la Iglesia que deba cambiarse? ¿Tendremos que adaptarnos a cualquier novedad que vaya apareciendo? ¿Se adaptará la Iglesia a determinadas situaciones para evitar enfrentamientos?

La verdad enseñada por Jesucristo es única y absoluta

Nuestro tiempo es similar al tiempo en que “Jesús vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor” (Mc 6,34). Una gran variedad de ideas y doctrinas se difunden en la sociedad -incluso, abundantemente, en los medios de comunicación católicos- sin la preocupación de saber si, de hecho, están de acuerdo con las enseñanzas del Divino Redentor. Como resultado, el hombre moderno se siente sin rumbo, por la falta de claridad doctrinal, y se crea en él un fuerte deseo de conocer la verdad. ¡Es urgente, por tanto, que seamos indefectiblemente fieles a Aquel que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6)!

En el ejercicio de su misión, la Iglesia debe enseñar la Verdad, gobernar según la Verdad y santificar según la Verdad, en un mundo que ya no posee la Verdad, sino que sólo acepta ciertas verdades. Para cumplir su misión de salvar almas, no puede adaptarse a los vicios de la sociedad, ya que cualquier adaptación al espíritu del mundo da paso fácilmente a las desviaciones. La verdad enseñada por Nuestro Señor Jesucristo es única y absoluta, y no admite relativizaciones ni acomodaciones a ambientes en los que no es acogida: “La verdad del Señor permanece para siempre” (Sal 116, 2).

El Sol, que sustenta la vida en la Tierra, permanece fiel a sí mismo, sin adaptarse a nadie; porque no ammoldarse y ser siempre el mismo, es eje y fuente de vida. Por otro lado, no se puede imaginar a Cristo decidiendo no ser “rígido”, para adaptarse, por ejemplo, a los Sanedritas. ¡Dejaría de ser Nuestro Señor si lo hiciera!

El futuro de la Iglesia será moldeado por aquellos que tienen integridad

Una triste circunstancia refleja de lo que estamos hablando. La Conferencia Episcopal Alemana ha publicado unas terribles estadísticas que muestran el número de fieles que abandonaron la Iglesia en 2021: 359.338 personas, es decir, 137.948 más que el año anterior (221.390 en 2020), un nuevo récord histórico.

El Papa Benedicto XVI “profetizó” misteriosamente este cuadro lamentable cuando aún era un simple sacerdote: “Nuestra situación eclesial actual es comparable, en primer lugar, al período del llamado modernismo […]. La crisis de hoy no es más que la postergada reanudación de la que comenzó entonces. […] Habrá tiempos muy difíciles para la Iglesia. Su verdadera crisis aún no ha comenzado. Hay que contar con graves conmociones”.

Luego afirmó, infundiendo esperanza, que el futuro de la Iglesia vendrá “de los que tienen raíces profundas y viven de la pura plenitud de su fe”, no de los que “sólo dan recetas”, ni de los que “se acomodan al momento presente” o “eligen el camino más cómodo”. Y subrayó: “Hoy, como siempre, el futuro de la Iglesia será modelado de nuevo por los santos”.

Numerosos hechos subrayan en todo momento cómo la etapa histórica en la que vivimos es el escenario de una crisis religiosa sin precedentes. En su viaje apostólico a Alemania, Benedicto XVI no “profetizó”, sino que abogó por una Iglesia exenta del espíritu del mundo para cumplir su misión: “Debe, por así decirlo, ‘des-mundanizarse’”. En otras palabras, debe tener más fe y menos adhesión a lo profano.

Todo esto exige de nosotros, católicos, una confianza inquebrantable en el triunfo de la Santa Iglesia -aunque parezca dormida o muerta-, que resucitará y será exaltada, apareciendo “gloriosa, sin mancha, sin arruga, sin ningún otro defecto semejante, sino santa e irreprensible” (Efesios 5:27).

(Texto extraído, con una pequeña adaptación, de la Revista Heraldos del Evangelio n. 239, noviembre de 2021).

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