sábado, 20 de abril de 2024
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El día en que León XIII consagró el género humano al Sagrado Corazón de Jesús

Con ello el Vicario de Cristo respondió al clamor de muchos que pedían confiar todo el mundo al Sacratísimo Corazón de Cristo. 

Sagrado Corazón de Jesús - Foto - Lúcio César Rodigres Alves - Archivo Gaudium Press

Foto: Archivo por Lúcio César Rodigres Alves.

Redacción (08/06/2020 7:26, Gaudium Press) Era el 11 de junio de 1899, y un gran acontecimiento ocurrió para la humanidad: el pontífice de entonces, el Papa León XIII, consagró al género humano al Sagrado Corazón de Jesús. 

El Vicario de Cristo respondía así al clamor de muchos que en la Iglesia pedían confiar todo el mundo al Sacratísimo Corazón de Jesús, acogiendo el llamado que hizo el mismo Nuestro Señor a Santa Margarita María Alacoque –conocida como “Apóstol del Corazón de Cristo”–, para que se propagase por el mundo entero, y con innumerables gracias, la devoción al Sagrado Corazón.

Annum Sacrum  

Poco antes de la consagración, el 25 de mayo –anunciando el gran evento universal– el Pontífice dirigió a los patriarcas, primados, arzobispos, obispos y otros ordinarios entonces en comunión con la sede apostólica, la encíclica Annum Sacrum.

Allí León XIII manifiesta: “soñamos en una forma de veneración más importante aún, que pueda ser en cierta manera la plenitud de la perfección de todos los homenajes que se acostumbran a rendir al Corazón Sacratísimo. Confiamos que esta manifestación de piedad sea muy agradable a Jesucristo Redentor”. 

El Papa también señala en la encíclica: “Este testimonio general y solemne de respeto y de piedad, se le debe a Jesucristo, que es el Príncipe y el Maestro Supremo. De verdad, su imperio se extiende no solamente a las naciones que profesan la fe católica (…) El reino de Cristo también abraza a todos los hombres privados de la fe cristiana, de suerte que la universalidad del género humano está realmente sumisa al poder de Jesús”.

Respecto a la consagración, el Santo Padre afirma: “Puesto que el Sagrado Corazón es el símbolo y la imagen sensible de la caridad infinita de Jesucristo, caridad que nos impulsa a amarnos los unos a los otros, es natural que nos consagremos a este corazón tan santo. Obrar así, es darse y unirse a Jesucristo, pues los homenajes, señales de sumisión y de piedad que uno ofrece al Divino Corazón, son referidos realmente y en propiedad a Cristo en persona”. 

Fórmula de consagración de la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús

Así, en preparación a este acontecimiento, las iglesias particulares recitaron los días 9, 10 y 11 de junio de aquel año las Letanías del Sagrado Corazón, finalizando el día 11 –en unión con León XIII– con la fórmula de la consagración, que presentamos a continuación:

Amadísimo Jesús, Redentor de los hombres:

Míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos. Tuyos queremos ser. Y para poder estar más íntimamente unidos contigo, cada uno de nosotros se consagra hoy libremente a tu sagrado Corazón.

Muchos, es verdad, nunca te han conocido. Muchos, despreciando tus mandamientos, te han abandonado. Oh Jesús ilimitadamente bueno, compadécete de los unos y de los otros y atráelos a tu Corazón santísimo.

Oh, Señor, sé rey no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino también de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna para que no perezcan de miseria y de hambre.

Sé rey de aquellos que por seducción del error o por espíritu de discordia viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. 

Sé rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dígnate atraerlos a todos a la luz de tu reino.

Mira, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue tu predilecto; descienda también ahora sobre ellos como bautismo de redención y de vida la sangre que un día sobre sí reclamaron.

Concede, oh Señor, segura e intacta libertad a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos la tranquilidad en medio del orden; haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salvación! ¡A Él la gloria y el honor por los siglos! Amén. 

Ver también:

Estas son las promesas que dejó el Sagrado Corazón de Jesús a sus devotos

Con información de Corazones.org y Religión Digital. 

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