martes, 19 de marzo de 2024
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El espinoso tema de las vacunas contra el coronavirus

Varias de las vacunas que desarrollan importantes compañías provienen de líneas celulares de bebés abortados.

Vacuna Covid

Redacción (11/09/2020 17:54, Gaudium Press) Ya es más o menos pacífica la siguiente doctrina sobre las vacunas contra el Covid 19 provenientes de líneas celulares de bebés abortados:

Expresa el P. Tad Pacholczyk, director de educación en el Centro Nacional Católico de Bioética, en Filadelfia, que “pueden existir graves razones moralmente proporcionadas que justifiquen el uso de tales vacunas”, provenientes de líneas celulares de bebés abortados. Se permitiría “utilizar una vacuna que fue desarrollada utilizando líneas celulares de origen ilícito, teniendo en cuenta que todo el mundo tiene el deber de dar a conocer su desacuerdo y pedir que su sistema de salud ponga a disposición otros tipos de vacunas'», agrega, citando la Instrucción vaticana Dignitas Personae del año 2008.

En otras palabras, sería permitido recibir esas vacuna “bajo protesta”, porque “no estamos involucrados en ninguna forma ilícita de cooperación con el aborto original, que ocurrió hace muchas décadas, y porque cualquier riesgo de escándalo que pueda surgir puede ser razonablemente minimizado por varias medidas como protestar y dar testimonio de la santidad de la vida”, expresó el sacerdote.

Diferente sería el caso si para producir esas vacunas, los abortos se produjesen ahora.

Pero es claro que se espera de los fieles católicos una presión “a las compañías farmacéuticas y a los investigadores para evitar lineas de células fetales de abortos directos, y que se reformulen las vacunas problemáticas en fuentes celulares no controversiales”. De esa manera se quebraría el “ciclo de coerción moral” que se deriva de “las grandes farmacéuticas y autoridades de salud”, que fallan en producir vacunas éticamente producidas.

El importante y difícil tema de la supuesta obligatoriedad de la vacunación

Ahora se plantea con cada vez más fuerza el tema de la obligatoriedad de usar las vacunas, sean ellas de líneas celulares obtenidas de forma ética o no.

Expresa el P. Geoge Woodall, profesor de teología moral y bioética de la Universidad Regina Apostolorum que en principio se debe permitir a quien quiera objetar en conciencia esas vacunas de células de bebés abortados, “sobre la base del grave origen inmoral” de las mismas. Pero que en caso de una epidemia, las autoridades de salud podrían intervenir con una “gama de medidas restrictivas y coercitivas”, comprometiéndose a desarrollar vacunas de fuentes que no sean niños abortados.

En un sentido un tanto diverso, se expresa el arriba citado P. Pacholczyk:

Como regla general, las vacunas no deberían ser obligatorias universalmente, dada la manera única en que una vacuna se impone ella misma en el funcionamiento interno del cuerpo humano, y teniendo en cuenta el conjunto potencialmente complejo de riesgos que pueden acumularse”.

En lugar de imponerle a la gente una vacuna, debería “convencerse, mediante una explicación cuidadosa y apropiada, de su necesidad personal de recibir una vacuna, y que elija libremente hacerlo por su propia iniciativa”. Un mandato sería justificable, añadió, sólo en el caso de un “patógeno altamente virulento y mortal” o si hay “pocos o ningún tratamiento alternativo” disponible.

Si ese es el caso con respecto al COVID-19 es algo “discutible”, dijo, pero incluso en tales “situaciones de alto riesgo”, cree que “sólo se podría justificar un ‘mandato blando’”, es decir que permita exenciones médicas, religiosas y de conciencia. “Estas exenciones proporcionan la base necesaria para que se produzcan las ‘no participaciones’ adecuadas y para que las libertades humanas básicas estén debidamente salvaguardadas”, afirmó.

Es claro, todas las anteriores afirmaciones se basan en el presupuesto de que las vacunas sean realmente efectivas y no conlleven serios riesgos a la salud, lo que también se discute por estos días, después de que la firma AstraZeneca interrumpiera los ensayos con su vacuna al encontrar efectos secundarios adversos de cierta gravedad en un paciente en el que se la estaba probando.

Con información de artículo de Edward Pentin en el National Catholic Register: “Companies Face Ethical Hurdles in Developing a Covid Vaccine”

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