miércoles, 04 de diciembre de 2024
Gaudium news > El sepelio de los arcoíris: Yo estuve en los funerales de Monseñor Juan

El sepelio de los arcoíris: Yo estuve en los funerales de Monseñor Juan

…“mi whatsapp estallaba de mensajes anunciando el deceso del Fundador querido, del maestro bondadoso”…

9 4

Redacción (20/11/2024 10:25, Gaudium Press) Yo estuve en el sepelio de Mons. Juan Clá, el fundador de los Heraldos del Evangelio, más conocidos en diversos lugares como los Caballeros de la Virgen, quien falleció el viernes 1 de noviembre, cuando la Iglesia universal celebraba el Día de Todos los Santos.

Coincidencia o no, la misa final de exequias fue el domingo 3 de noviembre, cuando por cuestiones de agenda litúrgica en el Brasil se celebraban a esos mismos que gozan por siempre de la gloria celestial.

Pero cuando digo que ‘ahí estuve’, es claro que es la expresión de quien aún continúa impactado por lo vivido en ese grandioso acontecimiento, que creo tener ya criterio de comparación con hechos similares, y realmente esto fue de otro mundo.

Pues todo lo que se refirió al sepelio de Mons. Juan fue aureolado de un polvo de plata, de grandeza y sobrenatural.

Primero permítanme contar cosas que ocurrieron antes, de las que pongo a Dios por testigo.

Mons. Juan falleció el viernes primero de madrugada. Ese día, no sé por qué, no funcionó bien mi despertador y mis ojos se abrieron a la luz cuando el sol sí se había levantado hace rato. Mi whatsapp estallaba de mensajes anunciando el deceso del Fundador querido, del maestro bondadoso, del superior amigo, dando informaciones de cómo sería todo el desarrollar de las exequias en Brasil, entre varias otras noticias, y de hecho me encontraba atrasado de anunciar en Gaudium Press un acontecimiento que ya había aparecido en varios de los principales medios de comunicación católicos del mundo.

Salté de la cama, y de bata, pijama y pantuflas enrumbé al estudio, mientras cavilaba que mis escasos ahorros tal vez me impedirían acompañar al querido Monseñor hasta su tumba, como ya me estaban insistiendo varios amigos, para que formásemos grupo.

Sentado y aun restregándome los ojos ante al mueble donde tengo el computador, lo encendí, abrí los programas de rigor y me dispuse también a revisar el noticiario católico. Pero dos minutos después, escuché que algo se había caído en el escritorio detrás mío, en cuya superficie hay varias fotos enmarcadas, un poco apiñadas: algo había ocurrido, un ruido seco y a la vez suave era testigo de ello. Tardé algunos segundos —atento como estaba en la pantalla— en girar mi cabeza para ver qué había pasado, y entonces tuve un sobresalto y los pálpitos del corazón se hicieron más que sensibles: entre varias otras fotos, aquella donde estaba Mons. Juan de hábito se había caído de lado…

—¿Qué significará?, surgió la pregunta en seguida.

No podía ser un aviso de su partida, pues esta había ocurrido hace varias horas y ya estaba enterado. ¿Qué podría ser?

Me levanté a revisar, para constatar un hecho que confirmé como harto singular. El cuadro no había caído hacia atrás, lo que sería más normal, y habría tenido la consecuencia conexa que se habría llevado otros. No. Había caído de lado. ¿Qué podría ser?

No pasó mucho tiempo antes de que una certeza invadiera mi espíritu: el cielo quiere que lo acompañe en el último adiós a sus restos, que vaya a su sepelio.

Con un amigo ocurrió algo también sui generis.

Después de haber perdido varios intentos de adquirir tiquetes a precio razonable, y tras seguir indagando en diversos sites de aerolíneas y comercializadoras, los pasajes hacia Brasil comenzaron a acariciar las nubes, llegando incluso hasta los 4.000 dólares, cifra más que excesiva.

Cuando ya todas sus ilusiones de viajar habían casi desaparecido, él, que es experto en internet y había agotado las posibilidades del ciberespacio, elevó una oración al cielo, pidiendo la intercesión de Mons. Juan: buscó entonces, y justo en ese momento en el site de la principal aerolínea del país apareció una opción inédita, con un precio más que razonable: podía acompañar a Monseñor en su adiós postrero.

En Brasil, me fueron referidos hechos similares, como la de ese amigo centroamericano de los Heraldos que quería de cualquier manera asistir a los funerales, pero que también por el elevado costo de los pasajes no podría hacerlo, so pena de gastar el dinero de su próxima boda. Entre tanto, tras elevar una confiante oración al cielo, ‘milagrosamente’ apareció en el ciberespacio un pasaje a precio muy, muy módico.

Llegamos pues a Brasil el domingo 3 de madrugada, y en el aeropuerto de Guarulhos un grupo de personas que venían de diversos países nos encontramos como habíamos acordado. Después de un corto descanso en el hotel, salimos hacia la sede del Tabor, donde se encuentra la basílica de la Virgen del Rosario, lugar de velación de Monseñor Juan.

La primera sorpresa, es que el ambiente en los corredores, en los salones, los patios, donde había personas llegadas del mundo entero, además de Heraldos del Brasil, era alegre, casi festivo, algo nada común en un funeral. Todo con el debido respeto a unos actos que tenían que ver con la muerte —que siempre tiene aroma de tragedia—, pero los amigos se encontraban, personas que no se habían visto de años atrás se saludaban no solo con amabilidad sino con alegría. Era algo extraordinario, nada artificial, pero que consideré sin explicación meramente natural: es cierto que de alguna manera el fallecimiento de Monseñor era la coronación áurea y el descanso de una vida llena de sacrificios, pero el gozo sereno y pleno de esperanza que allí se respiraba correspondía a una acción sobrenatural.

La ceremonia comenzaba a las 3 de la tarde, y a la una había iniciado una leve llovizna que podría degenerar en fuerte precipitación, pues nubes más o menos densas cubrían los cielos. Sin embargo, entonces muchos dijeron: no va a llover. Pues la lluvia habría empañado y hasta impedido el largo y solemne cortejo de sacerdotes y Heraldos que saldrían de la magnífica biblioteca vecina, y pasaría en medio de notas marciales y sacrales de la banda por la plaza, rumbo a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario donde tendría lugar la misa y también el entierro del cuerpo de Monseñor; había algo muy parecido a la certeza de que la Providencia colaboraría con el esplendor de lo que iba a ocurrir. Y así fue. Algunos comentaristas incluso dijeron de esos tres días de ceremonias, que reyes y papas camino a la tumba no habían conocido tanto esplendor.

Screenshot 20241120 131859 655Pero fue cuando comenzó la misa que recordé emocionado los arcoíris que se habían dado el viernes, tras la misa de inicio de exequias: terminada la eucaristía —en la que en las palabras y en el tono de la homilía del Padre Alex Brito ya estaba presente esa nota de agradecimiento y alegría— empezó a ocurrir en torno al complejo del Tabor lo que podría ser llamado de Fuegos artificiales de Arcoíris; se vieron también arcoíris dobles, es decir uno encima de otro. Incluso una persona que pasaba casualmente desde un avión tomó la foto de un arcoíris que partía del Tabor para terminar en las nubes.

Pero no solo esto. Más o menos a la misma hora, se pudieron observar arcoíris y también dobles en la gran iglesia de los Heraldos en las cercanías de Bogotá. Y después llegaron las noticias de algo similar ocurrido en Portugal, en otras partes.

 

7 6

La alegría pues, que se sentía, había sido días atrás acompañada por una de las manifestaciones más bellas de la naturaleza, la misma con la que Dios anunció a Noé y a su estirpe el establecimiento de un poderoso pacto del Creador con sus criaturas, aurora y certeza de un nuevo reino.

Maravillas de un funeral.

5 4El sermón del Padre Werner magnífico, resaltando la cualidad de amigo entregado y generoso de Monseñor Juan durante toda su vida, hacia todos aquellos que quisieran caminar junto a él el camino de la fe.

Y eso es lo que yo siento, ahora más que antes: que tengo un gran amigo, un generoso y poderoso amigo en el Cielo. Con el respeto debido a lo que diga la Iglesia. Pero esa es mi certeza.

Por Saúl Castiblanco

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas