viernes, 26 de abril de 2024
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Guerra, marionetas y camuflajes rusos

El año 2023 podría traer sorpresas como el año 1991. Si no quieres asustarte, convéncete: Rusia sabe jugar cualquier papel, incluso pacífico o derrotado; lo que no puede hacer es camuflarse por mucho tiempo.

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Redacción (30/12/2022 13:27, Gaudium Press) El año 1992 no fue un año cualquiera. De hecho, el final de 1991, plagado de acontecimientos inesperados, abrió nuevos horizontes en el escenario mundial.

El 8 de diciembre de ese año, los presidentes de Bielorrusia, la Federación Rusa y Ucrania declararon que la URSS ya no existía más. El 21 del mismo mes, otras ocho repúblicas hicieron lo mismo e informaron a Mikhaïl Gorbachev que su papel como presidente en sus territorios había terminado. En Navidad, un gran regalo para el mundo entero, Gorbachov aceptó su demisión. [1]

Finalmente, con el cambio de año, se pasa una página de la Historia, la página tan terrible, sangrienta y caótica del siglo XX. Sí, podemos decir que el siglo XXI comenzó prematuramente, antes de 2001, trayendo fuertes esperanzas de paz y armonía internacional. Pero no por mucho tiempo…

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¿Fin de la Guerra Fría?

Las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, la humanidad vivió con especial miedo y tensión. Ni siquiera los espantosos hechos de la Revolución Rusa de 1917 y los consiguientes crímenes del comunismo, las dos grandes guerras mundiales que arruinaron a Europa y aterrorizaron al mundo entero con la nueva arma de autodestrucción del hombre -la bomba atómica-, las guerrillas y las revueltas populares de todo tipo eran tan temidos como un conflicto curiosamente designado como “Guerra Fría”.

De hecho, fue más una obra de teatro que una Guerra, pero el mundo la miraba con mucha atención por el desenlace que podría tener: todos temían que la Guerra se calentara y dejara de ser un mero teatro.

Aquí está la escena que se desarrolló: las dos grandes potencias mundiales, los EE. UU. y la URSS, estaban realmente frente a frente, pero a través de títeres. Sin embargo, era tal la tensión, la rivalidad y la carrera armamentista de ambos bandos, que era de temer que en cualquier momento se produjera una confusión escénica inaudita: los títeres serían desechados y los verdaderos actores asumirían sus papeles.

Las consecuencias que seguirían a este caos serían tan temibles como desconocidas. De hecho, esto nunca sucedió, porque la paz vino de uno de los lados: con la URSS disuelta en 1991, el comunismo domado y una Rusia que sonreía a Occidente, era difícil siquiera plantearse la hipótesis de una futura guerra, especialmente una guerra mundial.

Pues bien, eso pensaba el mundo, hasta cuando treinta años después, Rusia decidió demostrarle a todo el mundo que la obra de teatro había terminado.

El camuflaje ruso

Fue un susto para todos, el comienzo de la guerra en Ucrania, al menos para aquellos que no se daban cuenta de la arlequinada en la disolución de la Unión Soviética. Pero bastaría analizar un poco la sinceridad de los soviets a lo largo de décadas, para llegar a la conclusión de que cuando extienden la mano, es para golpear; cuando parecen agonizar, simplemente están durmiendo.

Pero Occidente cre en el juego ruso. Cómo fue posible, no lo sabemos; lo cierto es que las naciones occidentales sufren, al menos, de mala memoria; y son engañadas una y otra vez por mentiras reutilizadas.

En medio de todo esto, nos vemos en la contingencia de reflexionar. Es obvio que la guerra actual solo ha mostrado la evidencia: los soviets nunca se rendirán. Sin embargo, ¿cuál es la verdadera intención de Rusia al anexarse ​​territorios que formaban parte de la antigua URSS? ¿Se trata solo de razones históricas o Putin pretende reconstituirlo?

Si las naciones occidentales se inclinan ante Rusia, ¿se conformará con eso o querrá implantar en todo el mundo el régimen sociopolítico que imperaba en tiempos de Stalin y Lenin?

El lector atento podrá averiguarlo, pero lo cierto es lo siguiente: el año 2023 puede traer sorpresas como el año 1991. Si no quiere asustarse, convénzase: Rusia sabe jugar cualquier papel, incluido el de los pacíficos y los vencidos; lo que no consigue es camuflarse por mucho tiempo.

Por Lucas Rezende

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[1] RENTCHNICK, Pierre. Série noire pour les tsars rouges. Historia, n°594, 1996, p. 70-71.

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