jueves, 20 de febrero de 2025
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La Beata Isabel de Francia, destinada a emperatriz prefiere los pobres y el servicio de Dios en la familia franciscana

Los Franciscanos no solo están conmemorando ellos 800 años del Cántico de la Criaturas sino también los 800 años del nacimiento de la Beata Isabel de Francia.

St. Isabel of France Saint Germain lAuxerrois

Redacción (17/02/2025, Gaudium Press) La Orden de Frailes Menores, más conocido como Franciscanos por su Padre el Seráfico Francisco, no solo están conmemorando los 800 años del surgimiento del famoso Cántico de las Criaturas, esa Oda sublime de San Francisco en la cual él canta no solo la belleza de la Creación sino el agradecimiento al Señor creador de esa belleza.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas…”, dicen unos de sus versos.

Pues entre las bellas flores que ha producido la creación de Dios, está también la de una mujer de la familia franciscana, destinada a reinar sobre el más vasto reino, pero que optó vivir su vocación también en la dedicación completa a Dios: hablamos de la Beata Isabel de Francia, que nació también hace 800 años.

Fray Massimo Fusarelli, ministro general de los frailes menores, ha querido recordarla en una Carta, en la que define a esta insigne mujer como aquella “que interpretó de manera original la intuición de Francisco y de Clara de Asís”.

Ella era la hermana menor del gran San Luis IX, que era también santo terciario franciscano, y tuvo la marca en su espíritu de su gran y piadosa madre, Blanca de Castilla. Tal vez el momento pinacular de su vida fue cuando a pesar de la presiones de sus cercanos, e incluso de todo un Papa como Inocencio IV, Isabel rennció a casarse nada más ni nada menos que con hijo del emperador Federico II, Conrado. Ella ya había definido que seguiría su vocación religiosa.

Ella, funda el monasterio de Longchamp, en París, de clarisas, pero no lleva vida de monja como tal, sino que reside en una sección separada del monasterio, siguiendo los oficios religiosos, con intensa vida de piedad, pero dedicando también sus energías a la atención de los pobres y enfermos. Es un caso interesantísimo de vida franciscana pero como laica y con intensa acción en el mundo.

Murió la Beata Isabel el 23 de febrero de 1270 y “durante casi tres siglos permaneció a la sombra de la santidad de su hermano, a pesar de haber gozado ya durante su vida de una amplia fama de santidad: sólo en 1521 León X la incluyó entre los santos, con el título de beata”, expresa Fray Fusarelli. La princesa “escogió conscientemente y con determinación el camino de la ‘suma humildad’, siguiendo el ejemplo de la Virgen María”, señala el ministro general. Además, gracias a los estudios más recientes, “se perfila como una figura elocuente y significativa de la historia y de la santidad franciscana femenina medieval”.

El ministro general resalta los rasgos de su vocación particular: sin “dejar el mundo”, Isabel dio vida a «una realidad sin precedentes, la de la orden de las Sorores minores inclusae (Hermanas menores reclusas). Encajando a pleno título en los primeros pasos del franciscanismo femenino, pone de manifiesto la capacidad de entrar en diálogo con el mundo de la Orden franciscana masculina y con la curia papal hasta obtener la aprobación de una nueva Regla que contiene una comprensión de la espiritualidad franciscana mendicante, que luego se extendió a Europa a través de los monasterios que la abrazaron”, destaca fray Fusarelli.

La Beata Isabel de Francia, que incluso fue refractaria “a la presión del Papa Inocencio IV para disuadirla de esta creencia” de mantenerse célibe, tampoco quiso hacerse monja: se dedicó a la oración, “cuidaba a los enfermos visitándolos y preocupándose por la salvación de sus almas; alimentó a los pobres con sus propias manos.”

El 22 de julio de 1253 el pontífice la autorizó a vivir el “proyecto de la santa virginidad”. Al año siguiente se acercó a la espiritualidad franciscana y los frailes se convirtieron en sus confesores. “En 1255, mientras Clara de Asís era canonizada, Isabel emprendió la fundación de un monasterio de línea franciscana, donde junto a la alabanza de Dios se pudiera aún ejercer la caridad. Lo hizo en Longchamp con el monasterio de las Hermanas de la Orden de las Humildes Siervas de la Santísima Gloriosa Virgen María.”

La Beata escribió una Regla, aprobada el 10 de febrero de 1259 por el Papa Alejandro IV, difundida luego en algunos monasterios de Francia, Inglaterra e Italia: un “pequeño pero significativo fragmento de la rica y muy variada polifonía femenina franciscana”. En la Regla revisada, aprobada en 1263, el pontífice añadió el título de “reclusa” a la definición de «hermanas menores», porque “ésta era la única forma de vida religiosa aprobada para las mujeres”. Una realidad que se ha extendido “incluso más allá de las fronteras de Francia”.

Con información de Avvenire

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