jueves, 28 de marzo de 2024
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“La castidad no es solo la repulsa de la impureza: es la ordenación del espíritu rumbo a lo maravilloso”

Pensamientos de Plinio Corrêa de Oliveira sobre la castidad y la pureza.

Nuestra Senora de Paris

Redacción (19/11/2021 11:09, Gaudium Press) A continuación, como vacuna a un mundo que ostenta en la lujuria y la inmodestia su orgullo, maravillosos pensamientos del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira sobre la pureza:

Percibí rápidamente, de niño, que los impuros eran sucios: se revolcaban en el piso, se mezclaban con el polvo, se ensuciaban los dedos, no se lavaban. El sentido de la limpieza desaparecía o menguaba con la pérdida del sentido de la pureza”.

El hombre impuro es incapaz de principios. Principios, ¡él no tiene! ‘Tal cosa se hace y tal cosa no se hace.’ ¡Lógica de hierro! ‘Tal cosa es y tal cosa no es.’ Esa fuerza él no tiene. La impureza le corroe la capacidad mental de tener principios”.

En general, el orgullo antecede a la impureza. Cuando alguien entra en crisis de pureza, mi consejo es: ‘Procure ser humilde y su impureza disminuirá. Evite ser el primero en la conversación, nunca mienta, nunca cuente ninguna falsedad, no se de relieve por motivo alguno, no procure fingir lo que no es, ni procure mostrar lo que es, sea como es. Incluso no hable mal de sí: ‘Soy el último de los hombres…’ Sé que el último ud. no es. En la cárcel debe haber peores. (…) Así verá como la tentación de impureza comienza a decaer”.

El hombre puede estar repleto de buenos raciocinios, pero el empeño de voluntad que es preciso emplear para no caer en la impureza es tan grande, que sin el auxilio de la gracia él no consigue. Ora, el auxilio de la gracia se obtiene por la oración. Todos tenemos la gracia suficiente para no pecar, pero a veces, por nuestra malicia, la gracia suficiente no nos retiene. Teniendo en vista nuestra maldad, podemos y debemos pedir a Nuestra Señora que nos obtenga gracias mayores, constitutivas de un paredón para el maremagnum de nuestra maldad”.

La pureza es el pivot, el centro, el eje del buen orden fuera y dentro del hombre, el fundamento y el perfume de la civilización cristiana, es el fruto normal, pleno y honroso de la Fe Católica, Apostólica y Romana”.

En la ciudad de la pureza, en poco tiempo, el gusto de lo maravilloso habría renacido. (…) Todo cuanto en punto grande o pequeño pueda ser maravilloso en la tierra es el ‘tropismo’ de la pureza y camina para lo maravilloso. Así como el heliotropismo es la tendencia de la planta para dirigirse al sol, así también la pureza tiene un tropismo para lo maravilloso. La impureza también tiene su tropismo”.

Pureza, orden, jerarquía, maravilloso, humildad

La castidad entera no es solo la repulsa de la impureza: es la ordenación del espíritu rumbo a lo maravilloso”.

El mayor mal que la impureza hace no es dar al hombre la impureza, es la falta que la pureza queda haciendo para el sentido de lo maravilloso. Es un mal más espiritual que físico: el sentido de lo maravilloso, con la impureza, muere”.

Los puros – está escrito en las Bienaventuranzas – serán los que verán a Dios: ‘Bienaventurados los puros, porque verán a Dios’. Ellos no verán a Dios apenas en el Cielo. El puro tiene mirar puro para ver la conformidad de las cosas buenas que están en la tierra don Dios, para a Dios en todo y para ser corajudo y luchar hasta la última gota de su sangre en defensa de aquello que es según Dios”.

“La pureza es una gran fuente de paz. Pero esa fuente de paz tiene como condición la continua guerra contra todas las tendencias para la impureza. Si no hubiese esa guerra continua, la persona no tiene esa paz profunda que la pureza da”.

“Vivir en las alegrías de la pureza es vivir en la armonía. Lo que yo digo tiene tanta lozanía, la cosa con lozanía es tan alegre, tan leve, tan despreocupada, atrae tanto el alma, tanto, tanto… que hasta correría el riesgo de ser demasiado si fuese solo ella. Entonces, viene después la voz de timbre de bronce de la Iglesia y completa el timbre de cristal de la pureza, diciendo con gravedad: ‘No, no es sólo eso… La vida tiene también el ayuno, tiene la austeridad, tiene la penitencia, tiene las grandes preocupaciones graves y serias. ¡La vida tiene la lucha! ¡Hijo mío, la vida tiene el dolor!’ ”.

“Si queremos saber hasta donde va nuestra castidad y nuestra templanza, podemos preguntarnos hasta donde gustamos de las cosas serias, no por orgullo, sino por amor de Dios”.

“Es héroe quien es héroe contra sí mismo, en primer lugar. Vence los otros dignamente quien antes de todo se venció a sí mismo. Quien no es capaz de vencerse a sí propio, no me venga a blasonar que venció a otro, porque venció a un payaso o a un cobarde, pero no venció un gran obstáculo”.

“La castidad es la virtud más fácil y más suave de mantener cuando poseída entera, y la más difícil y más insoportable de observar cuando poseída a medias”.

“Cuando el hombre efectivamente renunció al pecado de la carne, él está garantizado: puede quedarse tranquilo porque su vida es una vida feliz. Él precisa estar vigilante para no pecar, pero cuanto más vigilante, tanto más lejos estará del pecado, tanto más dentro estará de la virtud, tanto más tendrá tranquilidad de alma de quien no tiene las pasiones de la carne”.

“¿Problema de pureza? Sea humilde, sea amoroso de la jerarquía, elogie a los demás… y ud. habrá encontrado el camino de la Contra-Revolución”.

“Una de las cosas que más agitan a los hombres es la envidia. La envidia nace de las comparaciones. ¡Compararse es una barbaridad, uno de los mayores errores! Nadie debe compararse nunca con nadie, ni para preguntarse si es menos, ni para preguntarse si es mas. ¡No se compare! Se comparó… comenzó la vanidad, la envidia, el amor propio, la cascada de las miserias. Y de ahí a poco la tentación contra la pureza está golpeando la puerta. La tentación contra la pureza es hija muchísimas veces – ¡muchísimas veces! – de concesiones en esa materia”.

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