“Ella sale al encuentro del hijo llagado y andrajoso que se aproxima, lo abraza y lo besa…”.
Redacción (04/08/2025 17:05, Gaudium Press) En esta secuencia de notas cortas sobre la sagrada esclavitud mariana, basadas en la insigne obra de Mons. Juan Clá, EP, ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres, 1 recalcaremos que no hay que temer la miseria propia, porque ella es casi condición —al menos su reconocimiento— para que la Virgen pueda ‘vaciarse’ en el esclavo de María, y allí hacer su obra.
Es claro, ya lo vimos en nota anterior, María detesta el pecado, y así debe hacer su fiel y amoroso esclavo. Pero la Virgen es dulce con el esclavo arrepentido: “María nos acoge, incluso cuando la situación de nuestra alma es la peor y más lamentable. Aún con mayor solicitud que el padre de la parábola del Hijo pródigo (cf. Lc 15, 11-32) Ella sale al encuentro del hijo llagado y andrajoso que se aproxima, lo abraza y lo besa, le unge las heridas con bálsamo, lo reviste con la mejor túnica y organiza un gran banquete para celebrar la recuperación de aquel fruto de sus entrañas que se había perdido”, 2 nos dice Mons. Juan.
El esclavo pecador y arrepentido, considerando sus miserias y dejando al lado cualquier autosuficiencia, individualismo y orgullo, debe “aniquilarse y hacerse pequeño” ante su Madre y Señora. “Lo fracasos, miserias, y faltas no deben ser motivo de abatimiento y desánimo espiritual, sino al contrario, pues la Providencia se sirve de aquello como instrumentos para ‘vaciar’ el alma de sí misma y ‘llenarla’ de la Virgen Santísima, como explica San Luis Grignion de Montforto”, 3 afirma el Monseñor.
Es decir, sin connivencia con su maldad y pecado, pero sabiendo que eso somos, miseria, el esclavo aprovecha ese conocimiento para adquirir la conciencia y convicción de que la verdadera y profunda solución a su vida es que la Virgen lo auxilie, es más, que lo asuma, que viva en él, que obre todo en él. ‘Vaciarse’ en ese contexto, tiene un doble sentido: sentir que por más orgullo fatuo y sin sentido, su ser natural es casi vacío de valor, y por ello su necesidad de que María se ‘vacíe’ en él, es decir, que considere su ser como un mero receptáculo donde el ‘yeso de polvo de perla’ de María ocupe el espacio, para poder decir al fin, parafraseando a San Pablo “ya no soy yo más quien vivo, sino es María quien vive en mí”.
Y para que ciertas almas susceptibles no nos acusen de mariolatría, algo que lamentablemente a veces ocurre y desde ambientes católicos, recordemos con Mons. Juan que María es la Esposa mística del Espíritu Santo, y que Él es el “Esposo Místico de Nuestra Señora, unido a Ella por un vínculo espiritual estrechísimo y fecundo en el orden de la gracia”. 4
De ese vaciamiento de María en las almas, y por el “influjo sobrenatural proveniente de la Mediación Universal de la Virgen, el Espíritu Consolador protagonizará aquella era venidera”, el Reino de María. “En María, por María y con María, la Tercera Persona guiará los pasos de los hombres, a fin de manifestarse en la asombrosa multiplicidad de su gracia”. 5
Pero la condición es reconocer la miseria, y que se opere el ‘vaciamiento’.
Por Saúl Castiblanco
____
1. Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres – III- María, eje de la Historia. Caballeros de la Virgen. Bogotá. 2022.
2. Op. Cit. p. 141.
3. Op. Cit. p. 145.
4. Op. Cit. p. 151.
5. Op. Cit. p. 152.
Deje su Comentario