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Pero los obispos del Camino sinodal quieren seguir en su deriva.
Foto: David von Diemar en Unplash
Redacción (29/06/2023 11:33, Gaudium Press) Por sus frutos los conocereis, dice el dictado bíblico:
Solo el año pasado más de medio millón de personas renunciaron a la Iglesia Católica en Alemania, exactamente 522.821. Esto es una debacle en un país que cuenta con 21 millones de católicos. Es la mayor apostasía que registra la Iglesia alemana en toda su historia.
Si se suman defunciones, incorporaciones y admisiones, ese total da la triste cifra de 708.285 menos miembros de la Iglesia en ese país.
Las estadísticas de este tipo en Alemania tal vez sean las más exactas del mundo, pues se miden por los cristianos que declaran al Estado si quieren pagar lo que se llama como impuesto eclesiástico.
Otras estadísticas también hablan de default: en el 2022 solo se ordenaron 45 sacerdotes, de los cuales 12 eran de comunidades religiosas. Las parroquias también han disminuido significativamente.
Pero esta dramática situación no parece que haga reflexionar a la mayoría de obispos germanos, adeptos de la siniestra deriva del llamado Camino sinodal alemán, que quiere subvertir la disciplina y doctrina de la Iglesia.
Al conocer la debacle, Mons. Georg Batzing, presidente de ese episcopado, dijo que la solución era sencillamente implementar las resoluciones del Camino sinodal.
Es decir, ninguna cruzada de oración pidiendo a Dios auxilio, o el anuncio de un intenso plan de catequesis y renovado. Ninguna revisión de la instrucción religiosa que se está dando en las escuelas para reforzar en las mentes jóvenes el mensaje de Cristo y la necesidad de entregarse a Él para salvarse. No un plan sesudo para resaltar la importancia de los sacramentos y facilitar su acceso.
Tampoco ningún examen de conciencia sobre su culpa en la pérdida de fe de cientos de miles de personas. No. Solo activar los llamados consejos sinodales, promover las bendiciones arcoiris, instaurar el gobierno liberal en la Iglesia, y los etcéteras del Camino Sinodal alemán.
Es decir, seguir el camino consciente hacia la total aniquilación.
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