martes, 16 de abril de 2024
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Los Heraldos del Evangelio y la comunión con la Iglesia

La comunión con la Iglesia se expresa también a través de la propagación de la doctrina católica, olvidada en muchas parroquias, donde se inculca la corrección política.

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Redacción (06/06/2022 12:13, Gaudium Press) Un cierto prelado me decía que los Heraldos del Evangelio, para verse libres de la intervención vaticana (comisariado), tienen que manifestar “una mayor comunión con la Iglesia”. Ahora bien, la devoción al Santo Padre y el acatamiento a las deliberaciones de la Curia romana y de los pareceres de los obispos diocesanos son elementos verdaderamente importantes, conditio sine qua non de la comunión eclesial. ¡Concuerdo plenamente!

Observo, sin embargo, que la comunión con la Iglesia se expresa también a través de la propagación de la doctrina católica, olvidada en muchas parroquias, donde se inculca la corrección política. La comunión también se expresa a través del cuidado litúrgico (¡tan raro en estos días!). Finalmente, la comunión con la Iglesia se da a nivel de la vivencia incondicional de los imperativos morales, por ejemplo, la castidad, la pureza, virtudes igualmente despreciadas por el mundo y – ¡qué desgracia! – repugnadas en no pocos estilos de eclesiásticos y laicos, dadas las innumerables situaciones reportadas por la prensa.

En definitiva, si hubo errores cometidos por los Heraldos del Evangelio, es decir, alguna concepción teórica muy particular o cosa parecida, denles la oportunidad de una nueva profesión de fe, con las especificidades cabibles. ¡Y listo! Hecho esto, ¡póngase tierra sobre este asunto! ¡Dejen en paz a los Heraldos del Evangelio! ¡Acéptenlos con sus características fundacionales, con su hábito que llama la atención y, en sí mismo, evangeliza!

Si hoy en día hay tanto progresismo pastoral y teológico en el gremio de la Santa Iglesia, tantos sacerdotes que visten como laicos (y, últimamente, hasta obispos que han abolido la vestimenta canónica), ¿por qué no aceptar el equilibrado conservadurismo de los Heraldos de el Evangelio, basado simplemente en el Catecismo de la Iglesia Católica, que tanto difunden?

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Si nos enfrentamos a innumerables mecanismos culturales que embrutecen e hipnotizan a los jóvenes, ¿por qué perseguir a un sistema educativo católico inspirado en el carisma de los Heraldos del Evangelio, que comunica los valores cristianos y que es fuertemente respaldado por los propios padres de los alumnos?

Una vez más, suplico: dejen en paz a los Heraldos del Evangelio, porque estos jóvenes, esas jóvenes, laicos y clérigos tan entusiastas, tan consecuentes con el magisterio bimilenario, representan ciertamente lo que aún subsiste del catolicismo maravillosa e indeleblemente registrado en los documentos del Concilio Vaticano II.

Por Edson Luiz Sampel

Abogado. Presidente de la Comisión Especial de Derecho Canónico de la OAB-SP (Orden de los Abogados del Brasil) (Subsección 116). Profesor del Instituto Superior de Derecho Canónico de Londrina. Miembro de la Sociedad Brasileña de Canonistas (SBC).

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