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Un estudio publicado recientemente encontró una asociación entre la cantidad de tiempo que los niños pequeños pasan frente a una pantalla y su desarrollo: cuanto más tiempo pasan los bebés frente a una pantalla, más probabilidades tienen de tener retrasos en el desarrollo.
Foto: Freepik
Redacción (06/09/2023, Gaudium Press) Cada cierto tiempo se publican estudios y artículos sobre los daños que el abuso en el uso de smartphones, tablets y ordenadores puede causar a nuestra salud física, mental y emocional. La exposición prolongada a la luz de estas pantallas electrónicas provoca varios daños, que sistemáticamente se ignoran, porque es una nueva realidad y las consecuencias aún no son tan visibles y detectables.
Lo más interesante es que estas recomendaciones no suelen ser hechas por legos o por personas acostumbradas a criticar sin fundamento toda la modernidad. Las principales advertencias provienen de los propios creadores y desarrolladores de estas tecnologías, algunos de los cuales regulan el tiempo que sus hijos usan el celular, mientras nosotros usamos, abusamos y exponemos a nuestros hijos a este peligro.
Bill Gates y Steve Jobs
Bill Gates, cofundador de Microsoft, declaró en una entrevista que impuso límites estrictos cuando crió a sus tres hijos, quienes hasta los 14 años, no tuvieron teléfono móvil propio.
Steve Jobs también formaba parte del grupo que no creía que fuera buena idea que sus hijos crecieran adictos a los dispositivos electrónicos. En una entrevista con New York Times en 2010, el periodista Nick Bilton le preguntó: “A tus hijos les debe encantar el iPad, ¿verdad?”. Y el fundador de Apple respondió: “No lo usan. Limitamos la cantidad de tecnología que nuestros hijos usan en casa”.
Tristan Harris, ex ejecutivo de Google, hizo varias advertencias sobre los trucos que se utilizan en la red para captar la atención de los usuarios sin que estos se den cuenta. Y varios estudios señalan que la adicción a las pantallas presenta riesgos como dificultad para concentrarse, baja tolerancia a la frustración, interferencia con la autoestima, agitación, problemas de visión y sueño.
Son muchos los ex empleados de empresas tecnológicas que, como Harris, advierten de que el uso compulsivo del recurso compromete la creatividad y limita las relaciones sociales, lo que, para los niños, ofrece riesgos aún mayores que para los adultos, ya que ellos están en formación.
Mamás y papás adictos a la tecnología
El libro La fábrica de cretinos digitales: Los peligros de las pantallas para nuestros hijos, escrito por el investigador y escritor francés especializado en neurociencia cognitiva, Michel Desmurget, invita al lector a una reflexión seria sobre los impactos del uso de las pantallas digitales en el desarrollo infantil . El propósito del libro es incitar a la reflexión sobre el impacto de la tecnología en la salud física, mental e intelectual de niños, jóvenes y adultos. Y también señala que no es necesario excluir la electrónica de nuestras vidas, sino aprender a convivir y relacionarnos de forma saludable con las pantallas.
¿Los padres y madres adictos al móvil y a las redes sociales tienen tiempo para leer libros y artículos como estos? Con la llegada de la televisión, las pantallas se han transformado en niñeras de niños. Muchas madres se han acostumbrado a dejar a sus hijos cada vez más pequeños delante del televisor para “estar más tranquilos”. Sin embargo, el resultado casi siempre es el contrario, ya que, al dejar a los niños solos frente al televisor, las madres no están siguiendo lo que ven los niños y, muchas veces, la programación infantil, e incluso una simple caricatura están llenos de violencia e información nociva, que moldean negativamente ese frágil carácter en formación.
Y, muy rápidamente, la televisión empezó a ser reemplazada por los teléfonos móviles, que tienen la practicidad de poder llevarse a cualquier parte.
Retraso en el desarrollo de los bebés
Además de esta cuestión subjetiva que implica la educación y formación moral de los niños, la exposición a la electrónica también supone riesgos para la salud física y mental de los niños.
Según un estudio reciente, publicado en The Journal of the American Medical Association Pediatrics, niños de tan solo 1 año expuestos a más de cuatro horas de pantalla al día mostraron retrasos en el desarrollo de las habilidades de comunicación y resolución de problemas entre los 2 y 4 años, además de retrasos en el desarrollo de la motricidad. El estudio señaló que cuanto más tiempo pasan los bebés frente a una pantalla, es más probable que tengan retrasos en el desarrollo.
Según David J. Lewkowicz, psicólogo del desarrollo del Centro de Estudios Infantiles de Yale, la interacción cara a cara entre padres e hijos es crucial para brindarles a los bebés un rico conjunto de información; inclusive cómo se expresan las expresiones faciales, las palabras, el tono de voz y la retroalimentación física se combinan para transmitir lenguajes y significados. “Esto no sucede cuando estás mirando la pantalla”, afirma el experto, y añade que los resultados de la investigación no le sorprendieron.
Los hallazgos, realizados por académicos en Japón, se extrajeron de cuestionarios sobre el desarrollo y el tiempo frente a la pantalla, aplicados a los padres de casi 8.000 niños. En general, se ha descubierto que los bebés expuestos a niveles más altos de tiempo frente a una pantalla nacen de madres jóvenes primerizas con niveles de ingresos y educación más bajos. [1]
El eslabón perdido
Si para los adultos, con capacidades cognitivas plenamente desarrolladas y madurez para decidir, es malo, hay que deducir que para los niños es mucho peor.
Las madres mayores incluso evitaban que sus hijos pasaran frío para no resfriarse, y algunos alimentos y comportamientos, como dormir hasta tarde, estaban completamente prohibidos para los niños. ¿Qué pasó en esta brecha entre estas madres y las madres modernas, que, en lugar de tratar de evitar exponer a sus hijos a lo que podría ser perjudicial para ellos, parecen no importarles someterlos a estos peligros?
Un día seguí una conversación entre unas jóvenes señoras, una de ellas con un niño pequeño que quizás tenía menos de 1 año. Con el móvil en la mano, ora mirando el brillo de la pantalla, saltando y lanzando unos cuantos gruñidos, y ora llevándose el dispositivo a la boca y babeando sobre él, el bebé parecía totalmente ajeno a su entorno.
Una señora mayor, no sé si era parte del grupo o si al igual que yo estaba casualmente en el lugar, le preguntó a la madre por qué dejó al niño con el celular, y la joven respondió: “Él quiere; si se lo quito, empieza a gritar. Cuando se despierta ya tengo que darle el celular, sino no me da tranquilidad”.
Una inversión de roles
Cuando las jóvenes se alejaron, la señora intercambió una breve mirada conmigo, probablemente buscando esa complicidad que suele haber entre personas mayores, y dijo: “¡Este mundo está perdido! ¿Cómo puede un niño pequeño de ese tamaño dominar a su madre?”
Solo le di una media sonrisa y asentí. ¿Quien soy yo para juzgar? – Pensé. Pero después, cuando me encontré solo en ese ambiente, reflexioné un poco más sobre la afirmación de la anciana, y concluí que no es el niño pequeño quien domina a la madre, porque un bebé no tiene deseos, como decían los antiguos. Lo que domina a la joven madre –esa y tantas otras– es ese tremendo vacío que lleva a la gente a una búsqueda frenética de lo nuevo, lo fácil, lo encantador.
Educar es difícil y tener autoridad sobre los educados es una construcción hecha de renuncias. Así, quien no puede oponerse a renunciar a lo más fácil no tiene problema en experimentar un cambio de roles, pasando el testigo de la autoridad a su hijo, aunque sea sólo un bebé en pañales que aún no ha aprendido a hablar.
Por Alfonso Pessoa
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[1] Con información de https://epocanegocios.globo.com/tecnologia/noticia/2023/08/dar-celular-para-bebe-atrasa-seu-desenvolvimento-diz-estudo.ghtml
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