viernes, 29 de marzo de 2024
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Mons. Casaldáliga, el hombre de muchos epítetos, muere en Brasil

El prelado, uno de los exponentes de la teología de la liberación, decía que estaba más allá del comunismo. Sus defensores, todavía, le atribuyen muchos otros títulos.

Pedro Casaldáliga

Foto: Celam

Redacción (09/08/2020 14:19, Gaudium Press) “Profeta”, el “poeta de la opción por los pobres”, hombre de “testimonio profético”, “poeta de la liberación”. Los epítetos gigánticos se suceden unos a los otros para hacer el elogio del difunto. No, no se trata del elogio al Poverello de Asís, por eso de la pobreza; o el panegírico de Elías, por aquello de lo profeta. O la alabanza de San Pedro, o de Moisés, por esto de la liberación.

Son elementos de la elegía que los admiradores de Mons. Pedro Casaldáliga, CMF, han hecho en los últimos días del polémico obispo español, uno de los máximos exponentes de la teología de la liberación, muerto el pasado sábado, 8 de agosto en la Santa Casa de Batatais, estado de San Pablo, Brasil.

Yo moriré de pie, como lo árboles”. A sus 92 años, la salud de este claretiano español fue siendo minada por el Parkinson y finalmente complicada por una neumonía. Desde el 4 de agosto estaba en una unidad de cuidados intensivos, siendo trasferido de Mato Grosso para San Pablo de helicóptero. La misa de exequias del prelado español se oficia hoy domingo, y su sepelio será en San Félix de Araguaia, su antigua diócesis, en una fecha aún no definida. En un testamento pidió, en forma de poema, ser “enterrado en un río”.

Misión en Brasil y doctrinas

Es claro que Mons. Casaldáliga no tenía posiciones discutidas solo en el campo económico, o en el de la doctrina social de la Iglesia (él se declaraba que estaba más allá de comunismo), sino que este abanico también cubría otras en el de la teología sacramentaria, como su defensa de la ordenación de casados, o del centro de la eclesiología como la de que quería que los obispos fuesen elegidos democráticamente, al mejor estilo de la Constitución Civil del Clero de la Revolución Francesa. Tenía, según sus palabras, una “fe de guerrillero” y “amor de revolución”, además de nostalgia por Che Guevara.

Fue también Mons. Casaldáliga el gran impulsor del “anillo de tucum”, un anillo negro hecho de una palma amazónica, que quiere perpetuar los anillos usados por los esclavos del Brasil, quienes no podían usar el anillo de oro de los señores. En la actualidad es usado por promotores de lo que se denomina una ‘teología indígena’, adeptos en su mayoría de un ‘pacto amazónico’, que incluso en la época del Concilio habrían adherido a un ‘pacto de las catacumbas’ con vistas a hacer que su visión de Iglesia prevaleciese. Fue también aclamado por los movimientos sin tierra (MST) de Brasil por proclamar “malditas todas las propriedades privadas” en uno de sus poemas (Tierra Nuestra Libertad).

Piedra de esperanza”, “profeta de la hermana-madre Tierra”, “profeta de la Amazonía”, “obispo del pueblo”, los epítetos de sus adeptos continúan, sin desconocer que aunque al parecer gozaba de la confianza de Pablo VI, no era tan comprendido así por San Juan Pablo II, quien lo obligó a que en 1988 fuera a Roma en visita ad limina, tras el envío de dos cartas un tanto conminatorias. Antes de hablar con el Santo polaco, había tenido un largo encuentro con el Cardenal Ratzinger y con el Cardenal Gantin, entonces prefecto de la doctrina de la fe y prefecto de los obispos, quienes le habían hecho un “examen de rebeldía”, según la expresión usada por el propio Mons. Casaldáliga.

De su entrevista con San Juan Pablo II contó el entonces prelado de San Félix de Araguaia: “En verdad me escuchó y no me echó un rapapolvos [ndr.: reprimenda severa]. Podía haberlo hecho, como nosotros podemos echárselo a él, porque si no se escandalizan ustedes yo diría que si Pedro tiene el deber de confirmar en la fe a los obispos, también nosotros podemos confirmarlo a él fraternalmente en la fe” [1]. Se ve que tenía muy claro eso del primus inter pares (primero entre iguales) con relación a la cátedra de Pedro.

Condolencias diversas

Venezuela expresa profundo pesar por el fallecimiento del obispo de los pobres, Don Pedro Casaldáliga, quien predicó el Evangelio de la justicia, la paz y la liberación”, declaró el ministro de relaciones exteriores venezolano, Jorge Arreaza, lo que fue endosado por Nicolás Maduro por las redes sociales.

João Pedro Stédile, líder del movimiento de los sin tierras, dijo que con la muerte de Mons. Casaldáliga, “el mundo está tan dolorido, como aquel marzo que perdimos [Hugo] Chávez o […] cuando me tocó ir al funeral de Fidel [Castro]…”

El dictador de Nicaragua Daniel Ortega emitió una nota sobre “la partida a otro plano de vida de Monseñor Pedro Casaldáliga”. Recordó la visita del obispo durante la Revolución Sandinista en los años 80 y su íntima amistad con la familia del mandatario. Este ha igualmente enviado sus condolencias por el deceso de ese “héroe de los humildes” y representante del “cristianismo de amor y paz”.

Mons. Casaldáliga fue y es considerado profeta, héroe y muchos otros epítetos por tantos, incluso por aquellos que, en realidad, no comparten tanto de la doctrina de la iglesia. Dolores de regímenes que espían iglesias, cercan curas, filman matrículas de autos de los que van a misa, amenazan obispos, y persiguen a la Iglesia de todos los modos posibles. Pero si el régimen de Venezuela y el de Nicaragua hacen tan grandes muestras de estima, es porque la teología de la liberación no les es poca cosa. El prelado dejó admiradores, pero, al parecer, no dejó un Eliseo.

Delante de Dios, en la vida eterna, los títulos ya no importan, como el mismo prelado proclamaba. Recemos, pues, por él. Que descanse en paz.

Por Carlos Castro

1 El País, 21/06/1988

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