viernes, 03 de mayo de 2024
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No hay solución de fondo para los ‘ísmos’ (comunismo, fascismo) sino el verdadero catolicismo

Un mapa de Alemania en 1932 lo comprueba.

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Redacción (23/10/2023), Gaudium Press) Un estimado lector ha tenido la bondad de enviarnos un mapa, de la cuenta Instagram @alertacatolico, que nos ratifica en una verdad fundamental, como es que al mal no se le combate de fondo sino es viviendo el catolicismo.

Es un doble mapa, donde el primero muestra los porcentajes de las votaciones al parlamento alemán del partido nazi, en 1932, y abajo el de la población católica en esa misma Alemania. Son mapas que se podrían superponer uno sobre otro para evidenciar que donde más había católicos menos nazismo, y viceversa.

En 1932 Hitler y sus huestes conseguían mayoría en el Reichstag y lo que seguiría sería la triste historia.

Pero volviendo al asunto, la gran resistencia al interior de Alemania al nazismo, venía pues de gentes permeadas por la doctrina de Cristo. Estas poblaciones eran más reacias a creer en redentores humanos, que prometían la grandeza naturalista aquí en la Tierra, pues sus corazones ya habían sido conquistados por el Redentor Divino y por el Corazón eterno de Cristo.

R255 2 HAG Beato Clemens von Galen

El León de Münster

Los católicos alemanes de ese tiempo también tuvieron una insigne figura de proa resistente al nazismo, en la persona de Beato Von Galen, el Obispo León de Münster, hijo de condes, quien además de escribir una gran obra contra las tesis nazis, El mito del siglo XX, tuvo la osadía de a mediados de 1941, cuando el despliegue de poder del nazismo permitía temer que se apoderase de Europa, pronunció las tres homilías que lo colocarían a la vera del patíbulo pero en el atrio de la gloria.

Leer también: Beato Clemente Augusto von Galen, el León de Münster

Aunque realmente esas tres homilías hicieron que líderes nazis pensaran en darle “solución final” al caso “Von Galen”, Goebbels mejor aconsejó a Hitler que se le ‘solucionase’ después del triunfo en la guerra, por lo que no tocaron la vida del futuro Cardenal, aunque no cesaran en los acosos.

Al final Hitler desapareció, cubierto por la bruma del descrédito, mientras que la figura del católico obispo no dejará de ser venerada hasta el fin de los tiempos.

Es claro, Hitler no pudo acabar el catolicismo, como sí podría acabarlo la parafernalia y afines del Camino sinodal alemán… (SCM)

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