viernes, 19 de abril de 2024
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Nuestro Dios es cercano, al punto que nos permite mirarlo, tocarlo, comer con él y de él, dice el Papa

El Pontífice meditó ayer con la gente reunida en la Plaza de San Pedro, en la oración del Regina Coeli.

Regina Coeli

Ciudad del Vaticano (19/04/2021 12:18, Gaudium Press) Ayer, tercer domingo de Pascua, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Regina Coeli desde el balcón junto a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro. Y meditó con ellos el evangelio del día, un texto de San Lucas que narra una aparición de Jesus Resucitado a los discípulos, entre quienes se encontraban los de Emaús, a los que el Señor ya había aparecido resurrecto.

Los discípulos creían que Jesús era un fantasma, y para sacarlos de esa idea el Señor come con ellos y los invita a palparlo.

El Papa destacó que “dice el evangelio que los apóstoles por la gran alegría [de ver al Señor] aun no creían, era tal la alegría que tenían que no podían creer que fuera verdad”. Y también Francisco puso de relieve que “estaban atónitos, sorprendidos, porque el encuentro con Dios siempre te lleva al estupor, va mas allá del entusiasmo y la alegría y estos estaban felices, pero era una felicidad que les hacia pensar: esto no puede ser”.

Trasformados por el amor en Cristo

Afirmó Francisco que ser cristianos “no es ante todo una doctrina o un ideal moral, es una relación viva con él, con el Señor Resucitado: lo miramos, lo tocamos, nos alimentamos de él y, transformados por su amor, miramos, tocamos y nutrimos a los demás como hermanos y hermanas”.

Sobre el mirar a Jesús: “La madre y el padre miran a su hijo, los enamorados se miran recíprocamente; el buen médico mira atentamente al paciente… Mirar es un primer paso contra la indiferencia, contra la tentación de volver la cara ante las dificultades y sufrimientos ajenos”.

Sobre el tocar a Jesús: El amor “pide cercanía, contacto, compartir la vida”. De hecho “el buen samaritano no solo miró al hombre que encontró medio muerto en el camino: se inclinó, curó sus heridas, lo subió a su montura y lo llevó a la posada. Y lo mismo ocurre con Jesús: amarlo significa entrar en una comunión vital y concreta con él”.

Sobre el alimentarse con y de Jesús: “Comer, cuando lo hacemos juntos, en familia o con amigos, también se convierte en expresión de amor, de comunión, de fiesta”. “¡Cuántas veces los Evangelios nos muestran a Jesús que vive esta dimensión convival! – dice el Papa – hasta el punto de que el banquete eucarístico se ha convertido en el signo emblemático de la comunidad cristiana”. Por eso, “comer juntos” es “el centro de la vida cristiana”.

Con información de Vatican News 

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