En el ángelus dominical el Pontífice comentó la parábola de los obreros convocados a trabajar en la viña a diversas horas.
Ciudad del Vaticano (21/09/2020 12:00, Gaudium Press) Ayer en el Ángelus dominical, rezado desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa comentó el Evangelio del día.
En esta lectura (Mt 20, 1-16), Jesús cuenta a los discípulos una parábola. Compara Jesús el Reino de los Cielos al caso de un señor que sale a contratar obreros para trabajar en la viña.
A unos los contrata temprano, a otros al mediodía, y a otros entrada la tarde. A todos les pagó igual, y ante el reclamo de los que habían trabajado desde la mañana, el señor de la viña les responde que no había sido injusto con ellos, sino generoso con los últimos, y que esto es muestra de su bondad.
Pero termina Jesús con una frase misteriosa: “Los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.
“Es conmovedora la imagen – dijo el Papa – de este dueño que sale varias veces a la plaza a buscar trabajadores para su viña… A las seis, a las nueve, a las doce, a las tres y a las cinco de la tarde. Ese dueño representa a Dios, que llama a todos y llama siempre», aseveró el Papa haciendo hincapié en que nuestro Padre celestial actúa así también hoy: «nos sigue llamando a cada uno, a cualquier hora, para invitarnos a trabajar en su Reino. Este es el estilo de Dios, que hemos de aceptar e imitar. Él no está encerrado en su mundo, sino que ‘sale’ continuamente a la búsqueda de las personas, porque quiere que nadie quede excluido de su plan de amor”.
Es preciso, a imitación del señor de la viña que es símbolo de Jesús, “abrirse a horizontes de vida que ofrezcan esperanza a cuantos viven en las periferias existenciales y aún no han experimentado, o han perdido, la fuerza y la luz del encuentro con Cristo”.
Acerca de la paga
Francisco afirmó que Dios “quiere dar el máximo de la recompensa a todos, incluso a quienes llegaron los últimos. Y aquí se comprende que Jesús no está hablando del trabajo y del salario justo, sino del Reino de Dios y de la bondad del Padre celestial”.
El Señor “no mira el tiempo y los resultados, sino la disponibilidad y la generosidad con la que nos ponemos a su servicio”.
El salario el símbolo de la gracia
El actuar del señor de la viña “es más que justo, en el sentido de que va más allá de la justicia y se manifiesta en la Gracia. Donándonos la Gracia, Él nos da más de lo que merecemos. Y entonces, quien razona con la lógica humana, la de los méritos adquiridos con la propia habilidad, pasa de ser el primero a ser el último. En cambio, quien se confía con humildad a la misericordia del Padre, pasa de último a primero”, puntualizó el Pontífice.
El Papa se despidió pidiendo a la Virgen que “nos ayude a sentir todos los días la alegría y el estupor de ser llamados por Dios a trabajar para Él en su campo, que es el mundo, en su viña, que es la Iglesia. Y de tener como única recompensa su amor, la amistad de Jesús, que es el todo para nosotros”.
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