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León XIV afirmó que “lo que nos paraliza, a menudo, es precisamente la desilusión”, alimentando una visión fatalista, de que “somos desafortunados” y el mundo parece conspirar contra nosotros.
Redacción (18/06/2025 14:59, Gaudium Press) Durante la Audiencia General de este miércoles 18, ante numerosos fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV volvió a hablar de las curaciones realizadas por Nuestro Señor Jesucristo. En esta ocasión, el Santo Padre recordó el episodio del paralítico en la piscina del Templo de Jerusalén (Jn 5, 1-9).
Abordando la figura de la parálisis, el Pontífice explicó que se utiliza en los Evangelios para indicar, entre otras cosas, aquellas situaciones para las que no vemos una salida, sintiéndonos a menudo resignados y sin esperanza. Son situaciones “en las que nos sentimos ‘bloqueados’ y atrapados en un callejón sin salida”, incluso sin voluntad de luchar.
El Señor sana y da esperanza a los enfermos y a los pobres
Jesús estaba con los enfermos en Jerusalén, durante una fiesta hebrea. Fueron excluidos del Templo por ser considerados impuros, pero esperaban un milagro junto a una piscina, que, según la creencia de la época, en determinados momentos el agua se agitaba y quien se sumergiera primero se curaba.
Tras imaginar la triste escena de los enfermos arrastrándose hacia la piscina, León XIV señaló que esta piscina, llamada ‘Betesda’, que significa ‘casa de misericordia’, “podría ser una imagen de la Iglesia, donde se reúnen los enfermos y los pobres y donde el Señor viene a curar y dar esperanza”.
Es más fácil culpar a otros por nuestros problemas
Destacando la figura del paralítico de 38 años que lamentaba no tener nunca a nadie que le ayudara a sumergirse en el agua, León XIV advertía que es más fácil culpar a los demás de nuestros problemas que responsabilizarnos de nosotros mismos. Además, el paralítico dijo que cuando intentaba sumergirse en la piscina, siempre había alguien que llegaba antes que él.
El Pontífice afirmó luego que “lo que nos paraliza, a menudo, es precisamente la desilusión”, alimentando una visión fatalista, de que “somos desafortunados” y el mundo parece conspirar contra nosotros. A veces preferimos seguir enfermos, obligando a otros a cuidarnos. A veces, también es una excusa para no decidir qué hacer con nuestras vidas.
Oremos por todos aquellos que se sienten paralizados
Al salir al encuentro de aquel hombre y de todos aquellos que atraviesan dificultades, Nuestro Señor Jesucristo nos enseña a no dejarnos vencer por la inercia y la desesperación, a tomar las riendas de nuestra propia vida en nuestras manos y a seguir adelante, con la certeza de que Cristo es el único que necesitamos.
El paralítico debe decidir sobre su historia, levantarse y recuperarse de la situación crónica que hasta ese momento lo había bloqueado, obligándolo a permanecer como un muerto. Se trata de caminar, de asumir la responsabilidad de elegir el camino a seguir. ¡Y esto es gracias a Jesús!
Por último, el Papa invitó a los fieles a pedir al Señor el don de comprender dónde se ha detenido nuestra vida. Tratemos de dar voz a nuestro deseo de sanación. Y oremos por todos aquellos que se sienten paralizados, que no ven salida. ¡Pidamos volver a vivir en el Corazón de Cristo, que es la verdadera morada de la misericordia!” (EPC)
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