viernes, 13 de diciembre de 2024
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¿Por qué el silencio del Dicasterio del Cardenal Braz de Aviz con el caso Rupnik?

Un aspecto tocado tangencialmente en los medios –aunque lo que existe sean numerosos interrogantes– es el papel jugado por el Dicasterio regentado por el Cardenal brasileño João Braz de Aviz en todo el “caso Rupnik”

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Cardenal Braz de Aviz – Foto: Twitter Misioneras Nazaret @MHSFNazaret

Redacción (28/12/2022 08:35, Gaudium Press) Un aspecto tocado tangencialmente en los medios –aunque no se haya profundizado en él y más bien lo que existe sean numerosos interrogantes– es el papel jugado por el Dicasterio regentado por el Cardenal brasileño João Braz de Aviz en todo el “proceso Rupnik”, el caso del jesuita-artista esloveno, excomulgado y perdonado por absolución sacramental a cómplice, y al que varios testimonios de ex religiosas acusan de diversos tipos de abusos. Hablamos del Dicasterio, antigua ‘Congregación’, para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Como se sabe, este Dicasterio tiene entre sus funciones el tratar “las cuestiones de competencia de la Sede Apostólica relativas a la vida y actividad” de los institutos religiosos, particularmente en lo que se refiere a “la disciplina de los miembros” de estos institutos. (Cf. Constitución Praedicate Evangelium Art. 124) Para cumplir esta función disciplinar, el Dicasterio cuenta justamente con una oficina disciplinaria que “trata de las situaciones irregulares de los miembros de los Institutos religiosos y de las sociedades de Vida Apostólica”.

Unos rumores que se van confirmando

El 15 de diciembre pasado, el medio portugués 7MARGENS –el cual junto con Rádio Renascença fue el primero en buscar y registrar reacciones del general jesuita al caso Rupnik– noticiaba que “continúa sin conocerse el pronunciamiento del Dicasterio para la vida Consagrada relativo al resultado del inquérito hecho por el Obispo Auxiliar de Roma, el jesuita Daniele Libanori, al instituto Comunidad Loyola, del cual proceden varias de las denuncias contra Rupnik”.

De hecho, y aunque por entonces ya circulaba en medios de comunicación que el jesuita había sido el victimario en escabrosos abusos a religiosas de esa Comunidad, no se habían publicado aún relatos tan conmovedores como el de ‘Anna’, ex religiosa italiana de ese instituto, que entre varias revelaciones afirma que de 41 religiosas que había ahí a inicios de los años 90’s, “el padre Rupnik, que yo sepa, logró abusar de casi veinte”. Tampoco había aparecido el contenido de una carta que Mons. Libanori dirigió al clero a su cargo en Roma, en la que el prelado confesaba su intento de tratar “de silenciar los sentimientos que siento ante testimonios impactantes, provocados por silencios arrogantes, que muestran la inmundicia con la que se amasan ante el mundo ciertas escuelas espirituales”, además de decir que “parece que las noticias reportadas por los diarios corresponden a la verdad, desde el momento en que los Superiores de la Compañía [de Jesús] han admitido la existencia de medidas cautelares contra él en relación con esos hechos”.

Leer también: Ex religiosa italiana habla con detalles de los abusos que sufrió del jesuita Rupnik

Pero cierto es que tras estas declaraciones de Mons. Libanori, lo que quedó en la mente colectiva fue que los relatos de los abusos que circulaban eran verídicos, no tanto por la permanencia de las medidas cautelares impuestas por los jesuitas al sacerdote esloveno, cuanto porque quien así hablaba había sido visitador y era el actual Comisario de la Comunidad Loyola, es decir, el encargado por el Dicasterio de la vida consagrada para re-encaminar la vida de un instituto seriamente afectado desde sus raíces por los abusos del jesuita.

Sin embargo, hasta ese momento, ni hasta ahora, el Dicasterio no se había pronunciado sobre el espinoso y difícil tema, que incluye a religiosos bajo su tutela seriamente afectados, y a un famoso religioso –también bajo su tutela– gravemente afectador.

En junio del 2021 Mons. Libanori había entregado su informe

¿Cuándo conoce el Dicasterio para los religiosos las graves faltas del P. Rupnik? Sabemos, según cuenta La Nuova Bussola Quotidiana, que el 2021 es “el año del encargo a Mons. Libanori de investigar los abusos en la Comunidad de Loyola, investigación que condujo a la recopilación del testimonio de nueve mujeres, consideradas creíbles por la Congregación ya en junio de ese mismo año”. ¿Cuál Congregación? Ciertamente la de la Doctrina de la Fe, pues fue allí, en junio de 2021, desde donde se inició el proceso que concluyó con la prescripción de los hechos por parte de ese mismo organismo en octubre de 2022. Pero no es verosímil que el Dicasterio de los institutos religiosos a cargo del Cardenal Braz de Aviz no hubiese conocido también ese informe de Mons. Libanori, donde se recogen los testimonios creíbles de las nueve religiosas.

Surge entonces la pregunta: ¿Por qué, no solo Doctrina de la Fe sino también el Dicasterio de los religiosos, permitieron que el jesuita ya entonces creíblemente abusador se siguiera paseando por el mundo entero, incluyendo ambientes religiosos, haciendo gala de su hoy cuestionada ciencia teológica y lucrando de su fama artística, y mantuviera su cargo de consultor en dos importantes dicasterios romanos?

Además, para ese momento, junio de 2021, el P. Rupnik era ya un sacerdote que debería haber estado bajo la lupa del dicasterio del Cardenal Braz de Aviz, pues ya había sido excomulgado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, en mayo de 2020. Resumiendo: el presbítero jesuita excomulgado por absolver a cómplice sexual en confesión, a quien nueve religiosas acusaban verosímilmente de haber abusado de ellas, seguía siendo –bajo el silencio de dos congregaciones romanas– el padre “artistar”, como lo llama La Nuova Bussola Quotidiana. ¿No sería inequívoco un deseo “de encubrir y exonerar al jesuita esloveno”, como escribe este mismo medio?

Un Comisariamiento discreto

Otro hecho que lamentablemente apunta en ese sentido, es que el Comisariamiento que se estaba desarrollando de la Comunidad Loyola –en contra de la praxis normal en estos casos– haya sido mantenido discreto por el Dicasterio del purpurado brasileño, según recuerda el medio Left, uno de los primeros en hablar del tema a inicios de diciembre: “el cálculo hecho en el Vaticano fue aquel de no hacer público el comisariamiento -algo insólito-, de lo contrario habría sido relativamente fácil para algún órgano de prensa menos desatento que otros descubrir las verdaderas razones. Evidentemente, era absolutamente necesario evitar el nexo de causalidad directo entre el sufrimiento psíquico experimentado por las monjas de la Comunidad de Loyola y su historia confusa y sectaria, con la violencia de la que se acusa al padre Rupnik”, dice Left.

Este mismo medio reproduce las palabras de una de sus fuentes, anónima y ex religiosa de la Comunidad Loyola, que cuenta que “por la violencia sufrida algunas hermanas que ya pertenecían a la Comunidad y estaban fuera desde hacía años fueron indemnizadas por iniciativa de Mons. Libanori con fondos de la Comunidad con 43 mil euros. Una compensación disfrazada con la motivación de apoyo a su grave estado de pobreza en el que se encontraban viviendo después del comisariamiento de la Comunidad de Loyola”.

Muchos, pues, son los interrogantes que aún subsisten, que merecerían aclaraciones de diversos dicasterios, también el de religiosos. (CCM)

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