viernes, 29 de marzo de 2024
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San Pedro de Arbués, el martirizado en la Catedral de Zaragoza

El autor intelectual de su asesinato, se suicidó en prisión. Los materiales fueron condenados a muerte.

San Pedro Arbues 2

Redacción (20/09/2020 12:22, Gaudium Press) Hoy celebramos a San Pedro Arbués, inquisidor, martirizado en la catedral de Zaragoza, en 1485.

Nace en Épila, España, en 1441. Inteligentísimo, fue enviado a estudiar en la Universidad de Bolonia, gran centro universitario de la época. Pronto fue profesor, ahí, y después de un tiempo obtuvo el doctorado en ambos derechos, el canónico y el civil.

Después fue ordenado sacerdote, y hecho canónigo en la SEO de Zaragoza.

En 1484 fue elegido inquisidor general de Aragón. Pero las autoridades de la región en un principio le negaron la entrada. Después la Diputación de Aragón se dirigió al rey, diciendo que ahí no había herejes, y que si había eran preferibles las admonestaciones y persuasiones y no la inquisición. Finalmente el rey intervino, de forma militar, y los inquisidores fueron admitidos.

Tras la actividad de la inquisición, los ánimos de los herejes se caldearon.

Primero quisieron sobornarlo, pero al ver que no conseguían su propósito, se alistaron a asesinarlo. Se salvó de forma milagrosa de varios atentados.

Algunos le propusieron que llevara seguridad, pero a estos respondió: “¿Para qué? Si muero asesinado, muero por defender la fe católica. ¿Qué mayor honor puedo esperar?”

Finalmente se urdió el siniestro plan: matarían al santo cuando fuese de noche a orar a la Catedral, algo que hacía constantemente y por mucho tiempo. Se esconderían en la iglesia a oscuras y cuando llegase el inquisidor lo asesinarían. Y así ocurrió, el 14 de septiembre de 1485. El santo no murió ese día, sino algunos después, como consecuencia de las puñaladas.

Sus últimas palabras fueron “muero por Jesucristo. Alabado sea su santo nombre”.

Conocida la muerte del santo, el pueblo quiso hacer una ‘noche de San Bartolomé’ con herejes y judíos, pero fue convencido de lo contrario por el Arzobispo.

El autor intelectual del crimen se suicidó en la prisión. Los materiales, condenados a muerte.

El sepelio del santo fue muy asistido, y las visitas a su tumba, ocasión de milagros.

Con información de EWTN

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