viernes, 26 de abril de 2024
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El arte sacro ofrece respuestas a un mundo necesitado de verdad, propone redactor estadounidense

Washington (Jueves, 21-03-2019, Gaudium Press) Matthew Hanley miembro del National Catholic Bioethics Center y colaborador de la plataforma católica The Catholic Thing relató una experiencia que tuvo al visitar durante una escala de vuelos la Galería Nacional de Londres. La admiración ante una obra maestra de arte sacro le recordó que la fe se ha transmitido durante siglos a través de la belleza y que este acercamiento puede dar respuestas a un mundo necesitado de verdad.

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Un ángel libera a las almas del purgatorio por Lodovico Carracci

El cuadro que llamó la atención del redactor fue «Cristo ante el sumo sacerdote» de Honthorst. En el centro de esta obra «hay una sola vela que ilumina el drama de Dios frente al interrogatorio de una de sus criaturas. Sería difícil para un predicador transmitir que Dios vino a redimir a la humanidad, en toda su insolencia, con más inmediatez». La visión de este cuadro le recordó la tesis de la experta Elizabeth Lev, quien propuso que el arte sacro fue una de las eficaces herramientas de la Iglesia para contrarrestar la reforma protestante y una alternativa útil para evangelizar el mundo de hoy.

«Nuestra época está asediada no tanto por las diferencias dentro del cristianismo, que se consideran irrelevantes para las comodidades y las máximas de la vida moderna, sino por una renuncia total al cristianismo», se lamentó Hanley. «No obstante, es cierto que la belleza aún puede persuadir en un instante, y nosotros absorbemos las cosas visualmente (…). Aunque nuestro entorno cultural es una tarea difícil, Lev tiene razón al decir que el arte todavía tiene la capacidad de elevar, clarificar y evangelizar».

El arte emplea técnicas sutiles que pueden superar graves obstáculos. Por ejemplo el cuadro de «Cristo y el buen ladrón» de Tiziano ofrece una enseñanza sobre el Sacramento de la Penitencia en un detalle aparentemente tan sencillo como el gesto de Cristo en la cruz: la cabeza del Mesías se inclina hacia el buen ladrón de forma similar a como lo hace el sacerdote en el confesionario. Pero la enseñanza no se queda ahí: «Solo uno de los brazos de Cristo es visible porque está extendido directamente hacia el espectador, una invitación a aceptar su asombrosa ofrenda redentora».

Otras realidades que han requerido tratados teológicos para explicarse, como la existencia del Purgatorio, han hallado formas de comunicación directa a través de numerosas pinturas y esculturas. De forma similar, el dogma de la Inmaculada Concepción se defendió abundantemente desde las filas de los artistas mucho antes de su reconocimiento. Uno de los principales exponentes de esta devota defensa fue Bartolomé Esteban Murillo, quien combinó la imagen glorificada de la Asunción de la Santísima Virgen con la figura de la Mujer del Apocalipsis en un movimiento ascendente y actitud triunfal. Por estos motivos, Hanley recomendó la lectura de la obra de Lev (ver noticia anterior) y seguir su consejo de extender este apostolado con la acción más sencilla y eficaz al alcance de todos: instalar una reproducción de una obra de arte sacro en su hogar.

Con información de The Catholic Thing.

 

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