“La unción nos perfuma y también una persona que vive con alegría su unción perfuma la Iglesia, perfuma la comunidad, perfuma la familia con este perfume espiritual”, afirmó Francisco.
Redacción (05/08/2024 11:26, Gaudium Press) Durante la audiencia general de este miércoles 21, celebrada en la Sala Pablo VI, el Papa Francisco continuó el ciclo de catequesis sobre el Espíritu y la Esposa, meditando sobre el episodio del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo por San Juan.
Según el Santo Padre, el bautismo de Jesús fue tan importante que todos los evangelistas hablaron de él. Y la importancia radica en que, en ese episodio, Dios Padre ungió a Jesús con su Espíritu, es decir, consagró a Jesús como Rey, Profeta y Sacerdote. “¡Toda la Trinidad se reunió en ese momento a orillas del Jordán!”, destacó.
El pecado nos aleja de Jesús
A pesar de estar lleno del Espíritu Santo desde el momento de la Encarnación, en el momento del Bautismo Jesús recibió la unción del Espíritu para su misión, que el Señor comunica a la Iglesia, su Cuerpo místico. Esta imagen de unción con el Espíritu nos remonta al Sacramento de la Confirmación, en el que fuimos ungidos con el óleo fragante del Crisma y recibimos el don del Espíritu para la misión, de difundir el buen olor de Cristo por todo el mundo.
“La unción nos perfuma y también una persona que vive con alegría su unción perfuma la Iglesia, perfuma la comunidad, perfuma la familia con este perfume espiritual. Sabemos que, lamentablemente, a veces los cristianos no esparcen el perfume de Cristo, sino el hedor de su propio pecado. Y nunca lo olvidemos: el pecado nos aleja de Jesús, el pecado hace que el aceite sea malo. Y el diablo, no lo olvides, normalmente el diablo entra por tu bolsillo. Manténganse alerta”, advirtió.
Vocación a ser el buen perfume de Cristo en el mundo
El Pontífice afirmó también que esto no debe distraernos del compromiso de cumplir esta sublime vocación de ser buen perfume de Cristo en el mundo. El perfume de Cristo se desprende del “fruto del Espíritu”, que es “caridad, alegría, paz, paciencia, bondad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza” (Gal 5,22).
“Es hermoso encontrar una persona buena, una persona fiel, una persona mansa, que no sea orgullosa. Si nos esforzamos por cultivar este fruto, antes de que nos demos cuenta, alguien olerá un poco de la fragancia del Espíritu de Cristo a nuestro alrededor. Pidamos al Espíritu Santo que nos haga ungidos más conscientes, ungidos por Él”, concluyó. (EPC)
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