jueves, 12 de junio de 2025
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Bartimeo gritó a Jesús, fue a Jesús y Jesús lo curó, dijo el Papa

León XIV continuó su catequesis sobre la vida de Jesús, en la audiencia general.

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Foto: Vatican News

Redacción (11/06/2025, Gaudium Press) En la continuación de las catequesis de los miércoles sobre las parábolas y la vida del Señor, el Papa León XIV habló esta mañana de las curaciones que hizo Jesús. Lo hizo ante una Plaza de San Pedro colmada de peregrinos.

El Papa León recordó los hechos con “Bartimeo, un hombre ciego y mendigo, que Jesús encontró en Jericó (cf. Mc 10,40-52). El lugar es significativo: Jesús se dirige a Jerusalén, pero comienza su viaje, por así decirlo, desde los ‘infiernos’ de Jericó, ciudad que se encuentra por bajo del nivel del mar”, un símbolo de lo que hizo el Señor con el género humano, que había sido destinado al infierno por el pecado pero fue rescatado por Jesús.

A diferencia del gran movimiento de personas que camina detrás de Jesús, Bartimeo permanece inmóvil. El evangelista dice que está sentado al borde del camino, por lo que necesita que alguien lo levante y lo ayude a seguir caminando. ¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación que parece sin salida? Bartimeo nos enseña a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de nosotros. Él es un mendigo, sabe pedir, es más, ¡puede gritar! Si realmente deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!”.

Bartimeo gritó: “¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!”, una imprecación que también nosotros podemos utilizar: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy pecador”, dijo el Papa León.

Ciego de sus ojos, pero no de su corazón, continuó el Pontífice, pues Bartimeo “paradójicamente ve mejor que los demás y reconoce quién es Jesús”.

Ante su grito, Jesús se detiene y lo llama (cf. v. 49), porque no hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a Él (cf. Éx 2,23). Parece extraño que, ante un ciego, Jesús no se acerque inmediatamente a él; pero, si lo pensamos bien, es la forma de reactivar la vida de Bartimeo: lo empuja a levantarse, confía en su posibilidad de caminar. Ese hombre puede ponerse de pie, puede resucitar de sus situaciones de muerte. Pero para hacer esto debe realizar un gesto muy significativo: ¡debe arrojar su manto! (cf. v. 50)”, enseñó el Papa León. Efectivamente, el ciego arroja su manto, y según cuenta la Escritura, primero dio un salto y luego fue hasta el Señor.

Lo importante es que reconozcamos nuestra vulnerabilidad

El Papa destacó que para un ciego el manto es muy importante, es como si fuera su propia casa, su seguridad. Pero “muchas veces lo que nos bloquea son precisamente nuestras aparentes seguridades, lo que nos hemos puesto para defendernos y que, en cambio, nos impide caminar. Para ir a Jesús y dejarse curar, Bartimeo debe exponerse a Él en toda su vulnerabilidad. Este es el paso fundamental para todo camino de curación”.

“A veces las personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su propio valor”, como pudo haber sido el caso de Bartimeo.

Al final, “lo que salva a Bartimeo, y a cada uno de nosotros, es la fe. Jesús nos cura para que podamos ser libres. Él no invita a Bartimeo a seguirlo, sino le dice que se vaya, que se ponga en camino (cf. v. 52). Marcos, sin embargo, concluye el relato refiriendo que Bartimeo se puso a seguir a Jesús: ¡ha elegido libremente seguir a Aquel que es el Camino!”

El Pontífice concluyó su meditación, pidiendo que llevemos con confianza ante Jesús todas nuestras necesidades, seguros de que el Señor nos escuchará.

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