Fueron más de 40 minutos de procesión, de San Juan de Letrán a Santa María la Mayor.
Fotos: Screenshot YouTube Rome Reports
Redacción (23/06/2025 09:01, Gaudium Press) En un gesto que habla mucho de su talante y de su piedad, el propio Papa León XIV quiso cargar la custodia con el Santísimo Sacramento, en la procesión de Corpus Christi habida ayer en las calles romanas.
Partiendo de la Iglesia de San Juan de Letrán, donde había oficiado la misa, el Pontífice tomó la custodia con gesto sereno y serio, al lado de la altar, y luego se ubicó bajo el palio que era portado por caballeros de la Orden del Santo Sepulcro. La procesión, como es tradición, se dirigió hacia la Basílica de Santa María la Mayor. Antecedían al Pontífice varios cardenales, entre ellos el Cardenal Müller y el Cardenal Secretario de Estado Parolin. En el trayecto que demoró más de 40 minutos, fue el Papa León, de 69 años, quien cargó con ufanía la Hostia Santa. A su llegada a Santa María la Mayor, era visible en su rostro el esfuerzo físico ofrecido con generosidad y decisión.
En la homilía de la misa que antecedió la procesión, el Papa afirmó que “Cristo es la respuesta al hambre del hombre, porque su cuerpo es el pan de la vida eterna: ¡tomadlo y comedlo todos!”
“Cuando nos alimentamos de Jesús, pan vivo y verdadero, vivimos para Él, explicó el Papa León. Ofreciéndose completamente a sí mismo, el Crucificado Resucitado se dona a nosotros, que así descubrimos que estamos hechos para nutrirnos de Diso. Nuestra naturaleza hambrienta lleva el signo de una indigencia que se asacia con la gracia de la Eucaristía. Como escribe San Agustín, Cristo es verdaderamente «panis qui reficit, et non deficit; Panis qui sumi potest, consum non potest» (Sermo 130, 2): un pan que nutre y no se agota; un pan que se puede comer, pero no se agota. La Eucaristía, de hecho, es la presencia verdadera, real y sustancial del Salvador (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1413), que transforma el pan en sí mismo, para transformarnos en Él. Vivo y vivificante, el Corpus Domini nos hace, es decir, a la Iglesia misma, el cuerpo del Señor”.
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