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Ejemplo de santidad en la política: Santa Juana de Arco

Redacción (Viernes, 30-05-2014, Gaudium Press) En una de sus audiencias generales (26/01/2011) el Papa Benedicto XVI habló sobre Santa Juana de Arco y destacó su «bello ejemplo de santidad para los laicos empeñados en la vida política, sobre todo en las situaciones de mayor dificultad».

El Sumo Pontífice recordó que Santa Catalina de Siena y Santa Juana de Arco son las figuras más características de «mujeres fuertes» que, al final de la Edad Media, mostraron sin miedo la luz del Evangelio en momentos difíciles de la historia.

El Santo Padre resaltó la fuerza de las mujeres en episodios cruciales de la historia. Recordó el ejemplo de Nuestra Señora y de Santa María Magdalena: «Podemos escuchar las santas mujeres que permanecieron en el Calvario, próximas a Jesús crucificado y a María, Su madre, mientras los apóstoles huyeron y el propio Pedro negó a Jesús tres veces».

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Santa Juana de Arco

Benedicto XVI recordó que Santa Juana de Arco vivió en un período conturbado de la historia de la Iglesia y de Francia: ella nació en 1412, cuando existía un Papa y dos anti-papas. Junto con este cisma en la Iglesia, ocurrían continuas guerras entre las naciones cristianas de Europa. La más dramática de ellas fue la «Guerra de los Cien Años», entre Francia e Inglaterra.

«La compasión y el empeño de la joven campesina francesa delante del sufrimiento de su pueblo tornó más intenso su relacionamiento místico con Dios», explicó el Papa.

Santidad en la Contemplación y acción

El Pontífice recordó que uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven fue la ligación entre la experiencia mística y contemplativa y la misión y acción política: «Después de los años de vida oculta y crecimiento interior, siguen dos años, cortos, pero intensos, de su vida pública: un ano de acción y un año de pasión».

Paz y justicia entre los cristianos

El futuro Rey de Francia, Carlos VII, se rindió a los consejos de la campesina de Domremy, después de ella pasar por exámenes de teólogos.

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La propuesta que ella tenía era de una verdadera paz y justicia entre los pueblos cristianos, a la luz de los nombres de Jesús y María. Esta propuesta fue rechazada y Juana, entonces, se involucra en la lucha por la liberación de su país el 8 de mayo 1429.

«Juana vive con los soldados, llevando a ellos una verdadera misión de evangelización. Muchos son testigos de su bondad, su coraje y su extraordinaria pureza. Es llamada por todos, como ella misma se definía, ‘la pucelle’, la virgen», cuenta el Papa.

Condenación de una santa

En 1430, ella es presa por sus enemigos, que la juzgaron. «Los jueces de Juana eran radicalmente incapaces de comprender, de ver la belleza de su alma, no sabían que condenaban a una santa».

En la mañana del día 30 de mayo, recibe por la última vez la Comunión en la prisión y, en seguida, es conducida a la plaza del viejo mercado. Pide a uno de los sacerdotes mantener delante de ella un crucifijo y, así, muere «mirando a Jesús Crucificado y pronuncia más veces y en alta voz el Nombre de Jesús».

El nombre de Jesús, confianza y amor a Dios

«El Nombre de Jesús, invocado por esa santa hasta los últimos momentos de su vida terrena, era como el continuo respirar de su alma, un hábito de su corazón, el centro de su vida», resaltó el Santo Padre. Para el Pontífice, el «misterio de la caridad de Juana de Arco es aquel total amor de Jesús que está siempre en primer lugar en su vida. «Amarlo, significa obedecer siempre su voluntad. Ella afirmaba con total confianza y abandono: ‘Me confío a Dios, mi Creador, lo amo con todo mi corazón'», destacó el Papa.

Oración: diálogo continuo con Dios

Esta santa vivió la oración como un diálogo continuo con Dios que iluminaba también su diálogo con los jueces y daba paz y seguridad. «En Jesús, Juana contempla también la realidad de la Iglesia, la ‘Iglesia triunfante’ del Cielo, como la ‘Iglesia militante’ de la Tierra. Según sus palabras, ‘es todo una cosa sola: Nuestro Señor y la Iglesia’.

Amar la Iglesia

«En el amor de Jesús, Juana encuentra la fuerza para amar la Iglesia hasta el fin, también en el momento de su condenación», enfatiza el Santo Padre.

Por último, Benedicto XVI afirma que el luminoso testimonio de Santa Juana de Arco invita a un alto padrón de vida cristiana: «hacer de la oración el hilo conductor de nuestros días, teniendo plena confianza en el cumplimiento de la voluntad de Dios, sea ella cual fuera; vivir la caridad sin favoritismos, sin límites, y alcanzando, como ella, en el Amor de Jesús, un profundo amor por la Iglesia».

Beatificada por San Pío X en 1909, Santa Juana de Arco, fue canonizada por el Papa Benedicto XV, en 1920. (JSG).

 

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