miércoles, 27 de noviembre de 2024
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Contemplando las ardillas

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Redacción (Jueves, 10-10-2013, Gaudium Press) Realmente es bien interesante contemplar las ardillas, como las que hay en el Queen’s Park de Toronto, Canadá.

Su temperamento podría describirse como pacíficamente entretenidas y entretenidamente pacíficas. Simpáticas, graciosas, con una suave nota de elegancia.

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Parecería que fueron educadas para comer de pie en vez de directamente del suelo, como la gran mayoría de los roedores. En ese punto muestran su superioridad y atractivo.

Ciertamente todos hemos visto alguna vez una ardilla. ¿Quién no esbozó una gran sonrisa al contemplarla en su ir y venir, subir y bajar, saltar y correr, de manera tan simpática y entretenida?

Existen más de 200 especies diferentes por todo el mundo, menos en Australia.

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Hay ardillas muy pequeñas como la ardilla pigmea africana que mide 13 centímetros desde la nariz a la cola. Y hay una ardilla en la India que mide más de un metro… ¡Me pregunto si serán tan simpáticas como las otras…!

Ellas son entretanto sumamente desconfiadas, ya que son el plato favorito de halcones, coyotes, víboras, zorros y comadrejas. Por eso siempre están medio escondidas entre los arbustos.

Les gusta comer frutos secos, frutas, insectos, granos de todo tipo, savia de árboles, flores o bellotas. Algunas ardillas comen mucho para almacenar grasas en sus cuerpos y aguantar el invierno sin moverse; otras, en sus madrigueras, crean ‘despensas’ que visitan de tanto en tanto.

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Por lo general son solitarias, y un tanto envidiosas. Cuando una ardilla encuentra comida las otras intentan quitársela, dando origen a graciosas correrías. Pero suelen formar grupos para defenderse si es necesario.

Aquí en Canadá se las encuentran en toda la región sur del país, llegando hasta el norte de México.

¡Hay incluso ardillas que vuelan!! Llegan a planear en el aire hasta unos 46 metros de distancia.

 

Un día el oso pardo le preguntó a un águila dorada:

-¿Si tú pudieses ser otro animal cuál elegirías?

El águila dorada respondió: ¡la ardilla!

– ¿Por qué?, preguntó el oso pardo

-Para poder entretener a las águilas! ¿Y a ti? ¿No te gustaría ser una ardilla?

El oso pardo pensó: «Si le digo que sí, ¡él me comería!! Así que respondió simplemente: No.

-¡Qué lástima!, respondió el águila. ¡No podrás entretener a los osos!

Por Jorge Martinez

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