miércoles, 27 de noviembre de 2024
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Cuando los hombres deciden cooperar con Dios

Redacción (Lunes, 28-10-2013, Gaudium Press) Dios se manifiesta en la obra de la creación. San Pablo escribió a los Romanos: «Con efecto, lo que es invisible en él -su eterno poder y divinidad- se tornó visible a la inteligencia, desde la creación del mundo, en sus obras» (Rm 1, 20).

Además de la perfección y de la bondad con que Dios se manifestó en la obra de sus manos, cabe al hombre, creado a su imagen «cooperar con el Creador en el perfeccionamiento de la creación e imprimir, a su vez, en la tierra, el carácter espiritual que él mismo recibió». Conforme Pablo VI:

«Dios, que dotó al hombre de inteligencia, de imaginación y de sensibilidad, le dio así el medio para completar, de cierto modo, su obra: o sea artista o artífice, emprendedor, obrero o campesino, todo trabajador es un creador. Encaramado sobre una materia que le resiste, el trabajador le imprime su carácter, como para sí adquiere tenacidad, ingenio y espíritu de invención».

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Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press

Los hombres, a lo largo de los tiempos, hicieron maravillas que ciertamente reflejaron de sobremanera a Dios. Salieron de sus manos obras de arte esplendorosas, pinturas, esculturas, edificios públicos, administrativos, catedrales, jardines, palacios y castillos…

Se encuentran un poco por todo el mundo obras de gran valor histórico, cultural y artístico que se inspiraron en valores metafísicos y que deslumbran a todos los que los contemplan. Por tanto, que aliaron el fenómeno religioso a los demás.

Se comprende así el consejo dado por Juan Pablo II en un encuentro con el mundo de las religiones, de la política, de la cultura y del arte:

«Vosotros, hombres y mujeres de la cultura, del arte y de la política, debéis sentir la religión como vuestra aliada. Ella se encuentra a vuestro lado para ofrecer a los jóvenes serios motivos de compromiso. Efectivamente, ¿qué ideal es capaz de movilizar para la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien del creado en Dios, que abre a la mente, de par en par, los horizontes inmensurables de la suma perfección?»

Vemos así que la Iglesia tiene algo que decir a esta sociedad, que la religión abre nuevas fronteras y visualizaciones, sobre todo cuando los hombres deciden cooperar con la voz de la Gracia.

Por Padre José Victorino de Andrade, EP.

 

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