domingo, 28 de abril de 2024
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El mundo lindo y el mundo horroroso: el secreto del mundanismo

Decía un día Mons. João Clá que lo que impedía comúnmente salir de la mediocridad (o del vicio)…”

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Saint Just, por Greuze

Redacción (20/10/2023, Gaudium Press) Decía un día Mons. João Clá que lo que impedía comúnmente salir de la mediocridad (o del vicio), y caminar hacia las cimas de la virtud era el mundanismo.

No dijo que fuera el demonio, no dijo que fuera por ejemplo el proceso revolucionario descrito por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en Revolución y Contra-Revolución – R-CR, no dijo que fuera el Pecado Original y sus secuelas, dijo que era el mundanismo.

Evidentemente su insistencia en este punto no lo hace excluyente, entre otras razones porque el mundanismo es una especie de centro hacia donde converge todo, también la acción del demonio. Expliquémonos.

Primero intentemos definir mundanismo: es el espíritu del mundo, pero no etéreo o vagando por los aires, sino encarnado en formas de ser, en tipos humanos, en ambientes, en el arte, en la cultura, en las máximas que circulan, en las modas, en fin, en todo lo que nos rodea. Ese espíritu mundano expresa y es tendiente a una exacerbación del orgullo y la sensualidad, motores de la Revolución según definía el Prof. Plinio en R-CR. El espíritu mundano favorece las malas inclinaciones consecuencia del Pecado Original, y como salta a la vista, es una de las obras primas de satanás para arrastrar hacia el abismo y perder a las almas.

En ese sentido, hubo una época en que era mundano ser aristócrata frívolo, como en el Antiguo Régimen o las vísperas de la Revolución Francesa: los salones y los focos de la propaganda de entonces prestigiaban esa forma de ser que alejaba a los hombres del ideal del caballero o la dama sacral y austera medieval. Pero cumplido su papel, ese estilo de mundanismo es a su turno reemplazado por otro, el que prestigiaba el héroe brioso, igualitario y libre de la Revolución Francesa, más orgulloso y más sensual. El Mundo, que había prestigiado al bibelot risueño, afeminado, buen conversador e inmoral de medias de seda, había decidido ya su muerte y su reemplazo por el también inmoral, más inmoral e igualitario, pero ahora de pantalones largos, despeinado, no mimoso sino serio-oscuro y pseudo-heroico a lo Camille Desmoulins, o Marat, o Saint-Just u otros de ese estilo, aunque sean diversas versiones de un mismo tipo.

Podríamos seguir la secuencia de los sucesivos tipos humanos masculinos prestigiados por el mundo desde 1789, pero la lista sería extensa. Destaquemos solo que el pseudo-héroe revolucionario tuvo como posterior alternativa al burgués, ya no de espada sino de paraguas, menos heroico, más gozador de la vida, con diversos tipos de versiones, como sería la del aristocrático burgués-dandy de zapatos tipo pato, que cuidaba de su aspecto más que las damas, o la del burgués ya más hacia lo empresario, no tan pendiente de su apariencia cuanto de su presencia exitosa como creador de fábricas, que era capaz de aparecer en el mejor restaurante de París pleno de dandys y decir que como lo veía un poco en decadencia lo compraría en el acto: la fuerza del arte de la conversación, del ingenio frívolo del noble decadente, que había sido reemplazada por la de la verborrea y pseudo-heroicidad de los Saint-Just de 1789, cedía el terreno al descuido pseudo-refinado del dandy, o a la fuerza bruta del dinero del empresario tipo americano.

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Foto: Sydney Rae en Unplash

Pero este tipo humano del empresario, que podía ser dueño de cualquier California Speed Rail Co. o California Hard Steel Co., como todo tipo humano revolucionario después de un tiempo dejaría de recibir los favores de los amos del mundo, para ser reemplazado en sus aprecios por el tipo del empresario ya menos constructor-desbravador de líneas de hierro cuanto ya más citadino, más T-Shirt y shorts, de jornadas de campos de golf, o por el tipo del galán osado, que tiene licencia para matar cuando necesario, irresistible en sus encantos a damas-chicas que eran rotativas, que puede aparecer de smoking en un casino para jugarse una buena suma de dinero en la ruleta, pero al que también le caen bien las camisas polo no solo en el Caribe, o los trajes menos complicados con los que también pueda correr en un auto deportivo a alta velocidad, al estilo de un James Bond.

Pero resulta que James no dejaba de tener un cierto tonus aún fino, algo que de fondo no gusta a los Amos del Mundo ni al Príncipe de este Mundo, por lo que el inmortal agente 007 tendría los días contados ante un híbrido entre Bond y el hippie de Woodstock, para que pronto muriese el híbrido y solo quedase el hippie, ya con simpatías por el comunismo o el anarquismo, tipo humano que tendría vida más o menos larga en ciertos sectores, pero que vería su desarrollo en varios ‘hijos’, sea el rockero o el punk, el reguetonero latino, o cualquiera de los tipos de los cada vez más animalescos exponentes de las músicas modernas.

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Así, a través del ‘mundo’ y el mundanismo de los tipos humanos, los hombres fueron siendo atraídos a especímenes cada vez más igualitarios, cada vez menos finos, cada vez más sensuales y degenerados, cada vez menos cultos y cada vez más opuestos a la figura gigante y sacral de un San Luis Rey de Francia o de un Godofredo de Bouillon.

Lo anterior fueron solo algunos ejemplos, porque la variedad del caminar de tipos humanos que promocionó el mundo es mucha, de muy diversos colores, olores y sabores, pero siempre tendiente a lo animalesco, a lo chato, a lo igualitario y lo sensual, más cumplidores de los mandamientos mundanos del demonio, padre de la Revolución anarquista, sensual e igualitaria.

Se va viendo así como el mundanismo es propulsor principal de la Revolución, lo contrario de la virtud, y cómo quien quiera ser virtuoso tiene que romper con el mundo, debe execrar el mundanismo.

El problema es, como se dijo al inicio, que el mundo nos cerca por todos los lados, y tiene una influencia gigantesca también por la naturaleza social del hombre: si todos lo hacen o lo viven o lo imitan, pues debe ser bueno, piensa la naturaleza social del hombre. Romper con el mundo, así, se constituye comúnmente para el hombre en un acto casi de martirio, porque es como un negar o yugular su entrañado instinto social.

Sin embargo, sin embargo… hoy tenemos una facilidad, que no tuvieron los hombres de otros tiempos para rechazar el mundo, y es que el mundanismo actual, por más que se nos lo quiera seguir vendiendo como lo ‘normal’ de todos, es cada vez más asqueroso, más horroroso, cada vez más oscuro y con cada vez menos de los pseudo-atractivos de los mundanismos de otrora. Es decir, per se es cada vez menos atrayente y por tanto rechazable, abominable.

Debemos pues, pedir a la Virgen la fuerza para romper con el mundo, con este y también con los mundanismos que lo generaron o precedieron.

Porque las opciones se van agotando: o el tipo humano del caballero, del santo, o el tipo humano del horroroso títere del maligno. El mundo del Reino de María anunciado por la Virgen en Fátima, sucesor del mundo de los caballeros cristianos y las damas cristianas de la civilización cristiana, o el mundo del aquelarre infernal.

¿Cuál vamos a escoger…? Mejor recordemos, pensemos y encaminémonos hacia el mundo lindo…

Por Saúl Castiblanco

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