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Washington (Jueves, 9-1-2020, Gaudium Press) Edward Byers Jr, el primer Seal vivo de la Armada en recibir la Medalla de Honor desde la Guerra de Vietnam, relató a la revista Columbia de los Caballeros de Colón su testimonio personal de fe y su devoción a San Miguel Arcángel. Esta dimensión espiritual fue el sustento de sus acciones que permitieron el rescate de un médico americano secuestrado en las montañas de Afganistán.
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| Edward Byers Jr, condecorado con la Medalla de Honor. |
«Cuando ingresé al ejército, me estaba sumergiendo realmente en la apologética católica. Esto es justo cuando los autores como Scott Hahn escribían libros como Rome Sweet Home. Quería entender realmente la fe y poder explicársela a otras personas». Los marines católicos asistían juntos a la Eucaristía y luego, cuando debieron partir a despliegue organizaron grupos de oración cuando no tenían acceso a un sacerdote. Byers dirigía los encuentros de oración y distribuía folletos religiosos entre sus compañeros. Su labor se fortalecía con pequeños consuelos providenciales, como le ocurrió durante unos ejercicios militares en Croacia. » Elegí una litera al azar y cuando me acosté, vi una foto de la Santísima Virgen María mirándome desde la litera de arriba. Lo tomé, y todavía tengo esa imagen hoy, enmarcada en nuestra casa», relató.
La protección de San Miguel Arcángel
En medio de la guerra, sería la devoción a San Miguel Arcángel la que mayor apoyo le brindó. «La guerra no es bonita, y no es amable. Suceden muchas cosas horribles, cosas que te impactan psicológica y emocionalmente», describió el veterano. «Así que realmente recurrí a San Miguel Arcángel, porque es el Santo Patrón de la policía y el ejército. La Oración a San Miguel – ‘defiéndenos en la batalla, sé nuestra protección’ – realmente me llamó la atención».
Al llegar a Irak en 2005, encontró a un grupo Seal saliente y entre ellos, a soldado con un parche de San Miguel Arcángel en su uniforme con el texto en latín «Sancte Michael Ora Pro Nobis». «No sé qué me impulsó, pero simplemente me acerqué a él y le dije: ‘Es un parche realmente genial. ¿Puedo tenerlo?’ No sé quién era este hombre hasta el día de hoy, pero sin dudarlo me lo dio y dijo: ‘Me protegió mientras estuve aquí, y espero que haga lo mismo por ti’. Llevé ese parche en mi uniforme a cada operación en la que he participado».
La misión de rescate que mereció su Medalla de Honor tuvo otra característica providencial: se efectuó en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, un 08 de diciembre. «Eso es algo que me da escalofríos al pensarlo», recordó Byers. «Estábamos en una región bastante remota de Afganistán, y el acceso a la iglesia no era fácilmente disponible. Así que el día de la fiesta no era algo que estaba rastreando en ese momento. Fue solo en los días posteriores que comencé a reflexionar».
Las acciones por las cuales fue condecorado incluyeron haber emprendido junto a su equipo de rescate una caminata en la oscuridad en un terreno difícil para llegar al lugar donde el médico se encontraba en cautiverio y haber atacado el lugar a pesar de que los militantes talibanes habían dado alarma por su presencia. Byers fue el segundo en ingresar al campamento y al llegar a la habitación de los rehenes el primer Seal presente fue herido mortalmente, por lo cual Byers se expuso al riesgo evidente para neutralizar a tres atacantes mientras escudaba con su cuerpo al civil secuestrado hasta que se aseguró el rescate por parte del resto del equipo.
El hecho de haber recibido la Medalla de Honor tuvo un sentido diferente para el veterano, quien se cuestionó por qué Dios permitió ese reconocimiento. «Lo veo como una oportunidad para dar testimonio de mi fe y dar gloria a Dios. Menciono a Dios y a San Miguel en cada discurso que doy. Tengo la obligación de hacerlo debido a las gracias que he recibido», expresó.
Con información de Aleteia.
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