miércoles, 24 de abril de 2024
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"No se puede hipotecar sin más un valor tan alto como el matrimonio", dijo monseñor Fernando Chomali, en Chile

Santiago (Jueves, 05-08-2010, Gaudium Press) Con ocasión de la aprobación de una ley que permite el matrimonio entre homosexuales en Argentina y la presentación de una iniciativa similar llevada al Congreso para su discusión por parte de algunos parlamentarios en Chile, el Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Fernando Chomali, se refirió al tema en una editorial publicada en la pagina web del arzobispado bajo el título de «Uniones de hecho y labor legislativa».

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Mons. Fernando Chomali

Al iniciar sus palabras el prelado invita a reflexionar, desde la razón y la fe, sobre lo acontecido en el país trasandino, cómo esta tendencia se asumirá en Chile y si legislaciones de este tipo son buenas o no para el futuro de una nación. Luego, dirigiéndose expresamente a los congresistas afirma que lo mejor y más esperable de su función es que «centren sus esfuerzos en promover el matrimonio tal como siempre se ha entendido; es decir, la unión estable entre un hombre y una mujer, y que los futuros ciudadanos nazcan de esa unión como miembros de una familia y en ella se eduquen».

«Eso lo dicen la razón, el sentido común y la experiencia. Es lo mejor para la sociedad. Las políticas públicas no pueden ser pensadas desde las minorías o desde personas que se vean en situaciones especiales. Quienes promueven la regularización de las uniones de hecho están diciendo que al final casarse y permanecer casados es indiferente y que al legislador le corresponde sólo ser notario de los deseos personales y darles un marco legal. Ello conlleva una visión del ser humano, de la labor legislativa y del bien común pauperizadas y erradas», destaca el obispo.

El matrimonio y la familia serían los grandes afectados

Además el pastor enfatiza que no es legítimo afectar a la institución del matrimonio para reivindicar derechos patrimoniales, ya que según esta lógica cabría preguntarse: «¿habrá que promover una ley que proteja patrimonialmente a la hija que se quedó cuidando a su madre largos años, dándole el estatus de unión de hecho? Lo mismo con la abnegada asesora del hogar que por años atendió a su empleador, ¿también habrá que reconocer aquel vínculo?».

Y agrega: «¿dónde estarían los límites ante las múltiples situaciones que se dan? ¿Acaso todas y cada una de ellas debe necesariamente tener un estatuto jurídico? ¿Por qué no reconocer que en la actualidad ya existen soluciones jurídicas para las uniones no matrimoniales? ¿Cómo puede sostenerse que no afectará al matrimonio una regulación que conceda a las uniones idénticos derechos patrimoniales, de salud y herencia?».

A continuación el prelado señala que las situaciones especiales siempre existirán, pero que la ley no puede hacerse cargo de todas ellas hasta el punto de negar su última razón de ser que es el bien común. Es por esto que invita a los parlamentarios que pretenden aprobar leyes que avalen las uniones de hecho, tanto heterosexuales como homosexuales, a reflexionar sobre las consecuencias que generaría para el futuro del país el deterioro de la familia; ya que esta se protege promoviendo el matrimonio tal y como siempre se ha entendido, y no de otra forma.

«No se puede hipotecar sin más un valor tan alto como el matrimonio, ya bastante menguado con la ley que introdujo el divorcio. No existe ninguna razón que autorice a pulverizar la institución del matrimonio, que es anterior al Estado, ni a transar y negociar valores tan arraigados en la sociedad y que constituyen su cimiento más preciado», concluye.

Gaudium Press / Igor Roco

 

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