viernes, 29 de marzo de 2024
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Arzobispo de Bogotá invita a abandonar la soberbia y a tener actitudes de humildad

Bogotá (Lunes, 25-10-2010, Gaudium Press) No debemos reconocer lo que nosotros somos, sino reconocer «que todo lo que somos, todo lo que podemos, todo lo que hacemos, todo lo que logramos, todos nuestros éxitos, son un don que se nos da y son un don, precisamente, para ponerlos al servicio de los demás». Esta fue la reflexión que Mons. Rubén Salazar Gómez, Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) y Arzobispo de Bogotá, dio en el espacio «Reflexiones de Nuestro Pastor», que cada domingo es difundido en el site de la CEC.

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Mons. Rubén Salazar Gómez

Foto: Arquidiócesis de Barranquilla

Tomando como base el Evangelio de ayer -Lucas 18, 9-14 -, en el cual Jesús hace referencia -a través de una parábola que narra la historia de un fariseo y un publicano- sobre algunos que creen ser justos y despreciaban a los demás, el prelado señala que, en la actualidad, son muchos los que se identifican con la figura del fariseo, «que da gracias al Señor por todo lo que es, y se compara con los demás para decir que él es el mejor, que él no es como el resto de personas».

La figura del fariseo, continúa Mons. Salazar en su reflexión, responde, en buena medida, «a lo que nosotros pensamos de nosotros mismos: una autoestima alta, un ser capaz de reconocer todo lo bueno que tenemos y, por tanto (…) todas nuestras capacidades, todos nuestros logros».

En cambio, el publicano, para muchos, «parece verdaderamente despreciable: un ser que se humilla, un ser que no es capaz de reconocerse a sí mismo como digno y, por lo tanto, una persona que hoy no valdría para nada», según expone el Arzobispo de Bogotá.

«Si tu haz recibido todo, de qué te glorías»

Sin embargo, expresa el prelado, «el Señor nos dice lo contrario (…) Nos está mandando a que nosotros verdaderamente cambiemos de actitud». Al respecto, recuerda algunas palabras de San Pablo en una de sus Cartas: «Si tu haz recibido todo, de qué te glorías». «Nosotros no tenemos de qué gloriarnos, es decir, de qué jactarnos. No tenemos de qué hacer alarde, porque todo lo que nosotros alcanzamos y somos es porque el señor nos ha dado. Y si hemos sido capaces de desarrollar nuestras potencialidades, si hemos tenido éxito en lo que emprendemos, es precisamente porque hemos sido fieles a la gracia de Dios», resalta.

Más adelante, Mons. Salazar, también destaca que lo que Dios nos pide hoy, a través de su Evangelio, «es que realmente reconozcamos todo lo bueno que tenemos, pero que lo reconozcamos como algo recibido de Dios (…), y que seamos capaces también de reconocer que fallamos, que nos equivocamos, que en nuestra relación con Dios no somos lo suficientemente generosos (…) y, por lo tanto, reconocernos pecadores».

Sobre este tema, y recordando el mensaje que el Papa Pio XII dio en la Navidad de hace 60 años -en el que decía que el gran pecado del mundo de hoy era haber negado el pecado-, el Presidente de la CEC advierte que la negación del pecado es hoy una realidad. «De hecho, la crisis que nosotros tenemos en el Sacramento de la Confesión viene, en buena parte, de esa realidad: no queremos reconocernos pecadores (…) Nosotros no seremos capaces de reconocernos pecadores, sino en la medida que nos acerquemos a Dios», agregó.

Finalmente, Mons. Salazar concluye animando a todos los fieles a pedirle a Dios «que nos ayude a pasar de la actitud soberbia, orgullosa, del fariseo, a la actitud humilde y generosa del publicano».

Con información de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC).

Gaudium Press / Sonia Trujillo

 

 

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