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Arzobispo de La Plata, en Argentina, critica intromisión estatal en educación de menores en materias sexuales

La Plata (Viernes, 22-07-2011, Gaudium Press) Los padres tienen el derecho primario a decidir cuál es el tipo de educación que quieren darle a sus hijos, y el estado no puede violar ese derecho. Es ese el mensaje fundamental dado por Mons. Héctor Aguer -arzobispo de La Plata, Argentina, y presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica- al hablar en la conferencia inaugural del Curso para Educadores de los Niveles Inicial y Primario, que el Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC) realiza en la ciudad de San Juan.

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Mons. Héctor Águer

El derecho de los padres aludido está siendo conculcado por el Estado, al advertir que éste intenta «invadir el ámbito de la libertad familiar» con su programa de Educación Sexual.

Mons. Aguer criticó que «el Estado se haya atribuido el derecho y el deber de ocuparse de tan delicada función, sin preguntarle a los padres de familia si están de acuerdo en delegarle la tarea», y advirtió que en la transmisión escolar del conocimiento de las materias sexuales, «las familias están corriendo el riesgo de que lo hagan de modo inconveniente» quienes no están llamados a ello.

«En los últimos años se ha ido perfilando una ideología oficial, que en el ámbito escolar resulta manifiesta no sólo en la temática sexual sino en casi todas las áreas; basta repasar las listas bibliográficas que suelen acompañar a los diseños curriculares. Antes señalo rápidamente una cuestión previa, de principio. El deber y el derecho de los padres a la educación de los hijos es original y primario, insustituible e inalienable; ellos y no el Estado son los primeros y principales educadores de sus hijos», aseveró.

Según el arzobispo, los Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral impulsados por el Estado promueven «métodos moralmente objetables de prevención», que eluden «toda referencia a valores y virtudes»; tienen ademán un «negativo e injusto carácter obligatorio» y omiten «el papel de la familia».

Además, esos lineamientos tienden a la imposición de una ‘ideología de género’ en la escuela, concepto que «es empleado para cubrir la afirmación de una sexualidad polimorfa».

Una revista en la que «no se ofrece ninguna pauta moral»

En concreto, Monseñor Aguer se refirió a una revista de educación sexual distribuida por el Ministerio de Educación de la Nación en colegios de todo el país.

«No se ofrece ninguna pauta moral: ninguna referencia explícita a la finalidad misma de la sexualidad, que debe estar vinculada como valor auténticamente humano con el amor, el matrimonio y la familia; no se habla de pudor, de virtudes, de continencia, de castidad. Se habla sí de los métodos anticonceptivos, y en especial del preservativo, que es considerado el único eficaz para prevenir el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual; se emplean varias páginas para recomendar su uso, con precisas instrucciones», dijo.

«Se sostiene, además, erróneamente, que la pastilla de anticoncepción hormonal de emergencia no afecta al embrión si la fecundación ya se ha producido, cuando es bien sabido que las sustancias químicas contenidas en esa píldora impiden la anidación, provocando de este modo un aborto ultratemprano. No parece ésta una educación sexual integral, sino más bien -lo diré con lenguaje políticamente incorrecto- la reivindicación del derecho a fornicar lo más temprano posible, y sin olvidar el condón», expresó.

Finalmente, el arzobispo de la Plata sostuvo que «una consideración crítica como la que he esbozado tiene una destinación eminentemente positiva: sirve para desbrozar la ruta y aventar el peligro de descaminarnos por sendas perdidas. Nuestra tarea educativa es, y debe y quiere ser cada vez mejor un servicio a la sociedad argentina, un servicio de verdad y de caridad basado en la idea cristiana del hombre que nos fue revelada en Jesucristo. Como escribió Benedicto XVI, el cristianismo es aquella memoria de la mirada de amor del Señor sobre el hombre, en la cual son custodiadas su plena verdad y la garantía última de su dignidad».

Con información de Aica

 

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