miércoles, 24 de abril de 2024
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Dios multiplica lo que tenemos a partir de pequeños gestos de amor, observa el Papa en el Ángelus dominical

Ciudad del Vaticano (Lunes, 30-07-2012, Gaudium Press) «La Eucaristía es el permanente gran encuentro del hombre con Dios, donde el Señor se hace nuestro alimento, se da a Sí mismo para transformarnos en él», dijo el Papa ayer en su residencia veraniega en Castel Gandolfo en el Ángelus, meditando sobre la historia de la multiplicación de los panes narrada en el capítulo 6 del Evangelio de Juan. El Pontífice hizo nuevamente un «apelo urgente» por la paz y la estabilidad política en Siria e Irak.

Benedicto XVI habló sobre dos aspectos del pasaje del Evangelio de ayer. La multiplicación de los panes es un símbolo del don de Jesús en la Cruz presente en la Eucaristía; y el del «primer modesto compartir» que para nosotros es un modelo de cómo responder con la generosidad a aquel don. La participación de un joven que tenía poco consigo nos demuestra que «el milagro no se produce de la nada», sino de la división, incluso la modesta o pequeña.

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«Jesús no nos pide lo que no tenemos, pero nos hace ver que, si cada uno ofrece lo poco que tiene, el milagro puede realizarse nuevamente. Dios es capaz de multiplicar todo nuestro pequeño gesto de amor y tornarnos partícipes de su don», observó el Papa.

La Eucaristía es un don y una invitación por parte del Señor para participar de su amor. «Jesús no es un rey terrenal que ejercita el dominio – continuó el Santo Padre – sino un rey que sirve, que se curva sobre el hombre para saciar no solamente el hambre material, sino sobre todo aquel más profunda, el hambre de Dios».

Al final de la reflexión, Benedicto XVI invitó a «redescubrir la importancia de nutrirnos no solamente de pan, sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran consciencia de la Eucaristía, para estar siempre más íntimamente unidos a Él».

Siria e Irak

Por causa de los trágicos acontecimientos en Siria e Irak, el Pontífice pidió nuevamente, después de la oración del Ángelus que termine la violencia. «Al renovar mi proximidad a la población sufriente y el recuerdo en la oración – dijo – renuevo un urgente apelo, para que se ponga fin a toda violencia y derramamiento de sangre».

«Pido a Dios la sabiduría del corazón, – prosiguió – en especial para los que tienen más responsabilidades, para que no se ahorren esfuerzos en la búsqueda de la paz, también por parte de la comunidad internacional, a través del diálogo y la reconciliación, en vista de una adecuada solución política de conflicto. Mi pensamiento se dirige también a la querida nación iraquí, afectada en estos últimos días por innúmeros y graves atentados que provocaron muchos muertos y heridos. Que este gran país pueda encontrar el camino de la estabilidad, la reconciliación y la paz».

En el último Ángelus de julio estuvieron presentes muchos fieles y no todos pudieron entrar al patio interno del Palacio de Castel Gandolfo. A los que permanecieron fuera el Papa apareció desde la ventana que da a la ‘Piazza della Libertà’ después de los saludos en varias lenguas pronunciando un breve saludo.

La ciudad ayer conmemoró el Festival de los Duraznos, una fiesta local anual. Para la ocasión, los niños de la ciudad se vistieron con ropas tradicionales y ofrecieron al Papa la fruta. Hace algunos años la parroquia quiere recuperar la tradición instituida hace tiempo de las llamadas «ostierie» (del latín «porta»), las niñas empeñadas en la liturgia con el deber de recoger la ofrenda y de llevar los dones al altar, pero sin entrar en la función de los monaguillos que es dejada solamente para los niños.

 

 

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