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Cardenal Brandmüller: Un Concilio requiere muchos años de maduración para ver sus verdaderos efectos

Roma (Jueves, 30-08-2012, Gaudium Press) El Cardenal Walter Brandmüller, notable historiador eclesiástico y Presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas, manifestó que aún es demasiado pronto para evaluar los frutos del Concilio Vaticano II. «Al final de cuentas, ¿qué son cincuenta años?», expresó el prelado, en diálogo con el informativo Vatican Insider.

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«La liturgia es una manifestación básica de la Iglesia, que sin duda está sometida al desarrollo orgánico histórico», afirmó el purpurado alemán

Para el Cardenal, el Vaticano II parece haber inaugurado un nuevo tipo de Concilio. En su interpretación, «los padres conciliares no tenían como motivación sentenciar con respecto de las nuevas cuestiones controvertidas a nivel eclesiástico, sino más bien el deseo de dirigirse a la opinión pública de la Iglesia y al mundo entero en el espíritu de la Anunciación».

Es esperable, de acuerdo a la historia de la Iglesia, que los Concilios puedan dar sus verdaderos frutos mucho tiempo después, aseguró el prelado. El Concilio de Nicea en 325 suscitó discusiones teológicas durante más de cien años, y Concilios como el de Constantinopla en 381 enfrentó herejías que aún persistieron hasta el año 430.

El Card. Brandmüller recordó además que el Concilio de Trento, clausurado en 1563, comenzó a mostrar sus verdaderos beneficios en el Jubileo de Oro de 1596. «Hubo que esperar a que una nueva generación de Obispos y de prelados madurara en el «espíritu del Concilio» para que este pudiera surtir su efecto», aseguró. «Así que tendremos que darnos un respiro».

Como muestra de uno de los genuinos aportes del Concilio Vaticano II, el purpurado destacó el Catecismo de la Iglesia Católica, que comparó con el Cathecismus Romanus, creado a partir del Concilio de Trento y que fue de extraordinaria utilidad para el clero en sus labores pastorales. Otro de los frutos notables destacados por el prelado historiador es el Código de Derecho Canónico de 1983.

Finalmente, el Card. Brandmüller se refirió a cambios en la liturgia que no son frutos reales del Concilio, sino que calificó como «distorsiones». De hecho, para el prelado la constitución litúrgica del Concilio Vaticano II «todavía no ha sido verdaderamente adoptada». El experto historiador resaltó que la reforma litúrgica no eliminó el latín ni el canto gregoriano, por cuanto es una exageración haber llegado a su casi total extinción.

«La liturgia es una manifestación básica de la Iglesia, que sin duda está sometida al desarrollo orgánico histórico, pero que no se decreta de forma abrupta», comentó. Un intento de eliminación total de estas tradiciones sería comparable en opinión del Cardenal a los excesos iconoclastas del siglo VIII, producto más bien de una «falta de sensibilidad» en la aplicación pastoral de la reforma. «Como resultado de ello todavía estamos sufriendo hoy», concluyó.

Con información de Vatican Insider

 

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