jueves, 09 de mayo de 2024
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Obispo llama a sus fieles a orar para que Colombia "reaccione serena y favorablemente" frente a la amenaza del aborto

Líbano-Honda (Martes, 02-10-2012, Gaudium Press) Por medio de un comunicado pastoral dirigido a los fieles de su diócesis, el Obispo de Líbano-Honda, en Colombia, y Presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis y Animación Bíblica del Episcopado Colombiano, Mons. José Miguel Gómez Rodríguez, recordó que el aborto «antes de ser un tema religioso, es un tema filosófico y ético».

La comunicación del obispo colombiano es en respuesta al debate que en las últimas semanas se desarrolla en la nación suramericana en referencia a una eventual despenalización total del aborto. Discusión que, como señala el prelado, «nos ha obligado a escuchar toda clase de posiciones, justificaciones y reclamos».

Precisamente en referencia a ciertas posiciones que se han suscitado en torno al debate, Mons. Gómez Rodríguez dice: «Las personas que quieren imponer a la nación una legislación permisiva han mostrado rabia infinita contra quienes representan una posición que se identifica con la enseñanza de la Iglesia Católica y han querido confundir a la opinión pública exacerbando odios contra la Iglesia a la que han querido señalar como anticuada y lejana a la realidad y a los derechos de las mujeres».

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Mons. Gómez Rodríguez recuerda que «la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción»

Razón de ello y «en cumplimiento de mi deber como Pastor», como expresa, el prelado presenta en cinco puntos varias consideraciones que tienen como único objeto «evangelizar y comunicar la Verdad de Cristo a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad».

La defensa de la vida

En uno de esos puntos el Obispo colombiano ahonda en el tema de la defensa de la vida recordando que cualquier ser humano, en uso de sus facultades, «sabe que de la unión de las células sexuales entre un hombre y una mujer, resulta una nueva vida», y que gracias a la ciencias genéticas, «se sabe que en esa primera unión de las dos células que dan origen al nuevo ser, está toda la información que constituye a este ser individuo único de raza humana».

Dice también que «suprimir esa vida humana en cualquier etapa de su inicio o desarrollo, o impedir su nidación en el útero por medios químicos o físicos una vez concebida la vida, es la supresión voluntaria de una vida humana, a lo que todos los seres racionales llamamos ‘homicidio'».

En este sentido, manifiesta que «las cosas deben ser llamadas por su nombre», y que pese a que se utilice la expresión «interrupción voluntaria del embarazo», ello es «el mismo acto homicida», el cual ninguna legislación debería promover o permitir.

«La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (…) La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana», agrega Mons. Gómez Rodríguez, citando el Catecismo de la Iglesia Católica.

Las mujeres

En otro punto, Mons. Gómez Rodríguez recuerda que la Iglesia Católica «nunca ha pretendido ni pretende suprimir o menoscabar los derechos de las mujeres», antes, por lo contrario, «ha querido siempre promover el derecho y la justicia a favor de las personas».

Y continúa: «La Iglesia comprende y compadece sinceramente a las mujeres que sufren y a las que enfrentan situaciones límite, y quiere acompañarlas y ayudarlas. Por lo tanto, no es justo que grupos delirantes acusen a la Iglesia de inhumana o anticuada y hagan uso de los signos y símbolos respetabilísimos que Ella emplea para hacer burla pública y para estimular en sus espectadores sentimientos rastreros que, a su modo de ver, pudieran generar espacios propicios a sus pretensiones».

En este sentido, también dice que algunos grupos «parecen querer obligar a la sociedad colombiana a aceptar situaciones, acciones y costumbres que la pueden destruir al sumergirla en los abismos de todo aquello que indica ignorancia sobre lo que es la persona humana en su dignidad inalienable, la familia conformada por el amor de un hombre y una mujer y los valores de una sociedad constituida sobre el derecho y la justicia auténticos».

Finalmente, llama todos los fieles de su diócesis a orar «para que Colombia reaccione serena y favorablemente frente a esta amenaza gravísima para la integridad de las personas y para la salvaguarda del valor absoluto de la vida humana».

Con información de la Conferencia Episcopal de Colombia. 

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