viernes, 19 de abril de 2024
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No debemos limitarnos a escuchar las palabras; es importante saber distinguir la Palabra, dice obispo Erexim, Brasil

Erexim (Jueves, 25-04-2013, Gaudium Press) Con el título «Cristo buen pastor», Mons. José Gislon, obispo de la diócesis de Erexim, perteneciente al estado de Río Grande del Sur, Brasil, aborda en su más reciente artículo la importancia de mantenernos vigilantes en la escucha de la voz de Jesucristo, nuestro Señor y Pastor.

El prelado explica que en los tiempos de Jesús, los rebaños de ovejas de varios dueños eran guardados en un único aprisco, para poder pasar la noche en seguridad. Según él, en la mañana siguiente, bastaba que cada pastor llamase a sus ovejas, estas sabían distinguir su voz y lo seguían: una especie de reconocimiento y de pertenencia, tornada posible a través de la voz.

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Mons. José Gislon

«Nosotros mismos, estando todavía en el vientre de nuestra madre, comenzamos a conocerla a través de su voz; y, cuando vinimos a la luz, fue una vez más la voz que posibilitó el reconocimiento, incluso antes de los ojos abrirse para que distingamos quién era nuestra madre», compara el obispo.

Para Mons. José, en nuestra vida de fe no debemos limitarnos a escuchar las palabras, sino es importante saber distinguir la Palabra. De acuerdo con él, la transmisión de la fe se da a través de la catequesis, pero no solo la catequesis organizada en nuestras comunidades, que ocurre gracias al empeño amoroso de centenas de catequistas, y que tienen un papel muy importante en la vida y la formación de nuestros niños y jóvenes.

El obispo recuerda que hay otra fase de la catequesis, que anda medio olvidada y es fundamental que sea retomada: la catequesis familiar, aquella que debería ocurrir en los primeros años de nuestra vida en la convivencia familiar, a través de la voz de la madre y el padre. «En la convivencia familiar, nosotros sabemos distinguir la voz de aquellos que nos aman y forman parte de nuestra vida. Aquello que ellos nos enseñan, puede hasta quedarse adormecido por un tiempo, pero no olvidado, porque forma parte de la formación que llevamos para nuestra vida».

Por último, el prelado afirma que catequizar es transmitir la fe que recibimos para las personas que amamos y hacen parte de nuestra historia familiar y comunitaria. Él alerta que el pecado de la omisión ronda las familias y saca a los niños el derecho de escuchar la voz de Cristo buen Pastor, del «ven y sígueme», y de ser instruidas en la fe.

«El Cristo Jesús, que se tornó el cordero inmolado en la cruz, nos mantenga vigilantes en la escucha de su voz, para transmitir a nuestros niños y jóvenes la fe en Dios y la esperanza en la vida eterna», concluye. (FB)

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