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Matrimonio: una vocación a partir de la Fe

Lorena (Martes, 03-09-2013, Gaudium Press) «El matrimonio, que da origen a la familia, puede ser mirado de dos maneras. Cuando visto de modo meramente humano, él no pasa de un encuentro que hombre y mujer tuvieron por acaso. Pero, cuando mirado a partir de la Fe, el matrimonio es una vocación».

En artículo publicado recientemente, el Obispo de la Diócesis de Lorena, Brasil, Mons. Benedito Beni dos Santos, reflexionó sobre la importancia de la Fe aliada al matrimonio y la constitución de la familia cristiana.

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De acuerdo con Mons. Beni, el encuentro entre el hombre y la mujer «fue querido por Dios», pues Él «los escogió uno para otro. Dios los llamó para conferirles una misión. No existe vocación sin misión».

El Obispo explicó que cuando el hombre y la mujer se casan, «reciben de Dios la misión de formar ‘una sola carne’, o sea, una comunidad de vida y de amor», lo que distingue el matrimonio de cualquier otra comunidad humana.

«En el matrimonio, no se vive apenas con el otro. Se vive para el otro. Aquí se encuentra el secreto de la felicidad. Vivir para el otro significa compartir el pensamiento, las emociones, las alegrías y las tristezas, los éxitos y fracasos. Vivir para el otro significa tener paciencia con los defectos, con las limitaciones del otro. Nunca considerarlo un caso perdido», escribió Mons. Beni.

Según el prelado, cuando una de las partes se encuentra indecisa en cuanto al relacionamiento, es preciso «creer que el otro puede cambiar, transformarse, madurar», reconociendo y apreciando sus cualidades.

Cuando el asunto es el perdón, Mons. Beni ponderó diciendo que «vivir para el otro significa también perdonar», aunque no sea fácil, «pero es la única posibilidad de salvar el frágil amor humano y hacer que él sea duradero».

El Obispo de Lorena aseguró que «cuando miramos al otro con el corazón, nuestra mirada va más allá de las apariencias. Penetra en su interior. Descubre sus cualidades, sus riquezas». Para reforzar todavía más su explicación, él usó el término del escritor francés Saint-Exuperi: «Solo se ve bien, cuando se ve con el corazón».

Relacionando el surgimiento de la vida con el contexto matrimonial, Mons. Benedito Beni recurre a la expresión contenida en el libro del Génesis: «una sola carne», que «designa también la generación de la vida», o sea, de un hijo, considerado la «síntesis de su padre y de su madre».

«Con la generación de una nueva vida, el matrimonio desemboca en la familia. Juan Pablo II usó una expresión muy bella y profunda para designar la sacralidad de la familia: ella es un santuario. Santuario significa templo, espacio sagrado, lugar donde Dios habita de modo especial. La familia es un espacio sagrado, un templo, porque Dios allí está presente. Ella es semejante a la Eucaristía, pues el matrimonio es un sacramento permanente», resaltó.

El Obispo dijo que «Dios se hace presente no solo en el momento en que hombre y mujer, delante del altar, se unen por el sacramento. Esta presencia de Dios los acompaña en todos los días de la existencia. Jamás ellos están solos».

Para Mons. Beni, «la familia es un santuario porque es el contexto más adecuado, querido por Dios, para el surgimiento y desarrollo de la vida. Dios es el Dios de la vida. Creó al ser humano para ser un servidor de la vida, que es un don sagrado. Por eso mismo, aquel espacio donde la vida surge, donde ella es protegida y desarrollada, merece el nombre de santuario, de espacio sagrado».

Finalizando su artículo, el prelado destacó que «casar es, pues, hacer una opción por la vida. Es tornarse, en un sentido concreto y profundo, un servidor de la vida». (LMI)

Con informaciones de la Diócesis de Lorena.

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