martes, 15 de octubre de 2024
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La libertad religiosa es un derecho, no una excepción: Cardenal Pell

Sydney (Miércoles, 23-10-2013, Gaudium Press) Bajo el título de «La lucha por la libertad religiosa en una era de secularismo militante», el Arzobispo de Sydney, Australia, Cardenal George Pell, comentó aspectos poco tenidos en cuenta de la visión de la Iglesia Católica sobre la libertad religiosa. Según explicó el purpurado, este derecho va más allá de la simple tolerancia estatal a las creencias religiosas personales de los ciudadanos, sino que se extiende a la posibilidad de practicar abiertamente la fe en todos los aspectos de la vida. Esto incluye temas comúnmente restringidos en la actualidad como la defensa pública de la doctrina, la coherencia de las instituciones católicas, la libre contratación de empleados y la ausencia de presiones en la financiación estatal.

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Cardenal George Pell, Arzobispo de Sydney, Australia. Foto: Kerry Myers.

El artículo del Cardenal Pell, publicado en la edición de octubre de la revista Quadrant y de la cual Aceprensa divulgó un extracto en español, recordó la enseñanza de la Iglesia en el Concilio Vaticano II sobre la importancia de que en materia religiosa «ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos». Desde este principio, el Arzobispo señaló cuatro aspectos fundamentales que deben definir la aplicación de la libertad religiosa.

Restricciones cotidianas a la libertad religiosa

«La libertad religiosa no consiste sólo en poder ir a la iglesia los domingos o rezar en casa. Significa también ser libre para actuar en la esfera pública según tus convicciones, y para hablar de ellas abiertamente y tratar de persuadir a otros» afirmó el Card. Pell. «Significa no ser acosado u obligado al silencio por leyes de igualdad o de control de la expresión o por acusaciones de «homofobia», «discriminación», «anti-choice» o simplemente porque alguien diga sentirse «ofendido»». Esta libertad de defender abiertamente la doctrina religiosa constituye para el purpurado el primer punto básico del ejercicio libre de la religión en Occidente.

Una aplicación similar de la libertad religiosa debería extenderse de igual manera a las instituciones de inspiración religiosa, de forma que puedan ser coherentes con sus principios fundacionales, declaró el Cardenal. «Nuestras instituciones están abiertas a todo el mundo, sin ningún tipo de discriminación, pero ofrecen unas enseñanzas y servicios de acuerdo con su identidad», comentó. Por este motivo, rechazó las presiones gubernamentales para que las instituciones católicas presten servicios contrarios a la moral de la Iglesia como el aborto o difundan contenidos opuestos a la doctrina en aspectos como la definición del matrimonio y la familia.

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La labor de la Iglesia y sus instituciones no debería ser presionada para violentar sus principios. 

Un tercer punto destacado por el Card. Pell está relacionado con la libre contratación. «Libertad religiosa significa poder contar en la plantilla con una masa crítica de empleados que apoyen el ethos cristiano de la empresa», señaló. La identidad religiosa de las organizaciones católicas como hospitales, centros educativos y agencias humanitarias es esencial para la misión desempeñada y debe garantizarse la fidelidad a ese llamado. «La gente que nos ayuda en estas tareas como empleados o como voluntarios no tiene por qué compartir esta fe, pero es necesario que se sienta a gusto apoyándola y trabajando en ese marco».

Más allá de un simple acuerdo o respeto de las ideas por parte de los empleados, el purpurado defendió la posibilidad de otorgar los cargos sensibles a personas más identificadas. «No es suficiente que el director general o el profesor de religión sean católicos. No es una discriminación injusta preferir católicos comprometidos para los puestos de dirección, y sería coerción pretender interferir o evitar esa selección». Este tipo de selección es aceptada en otros ámbitos, y el Card. Pell lo ilustró con un ejemplo político aplicable a Australia. «A nadie se le ocurriría sugerir que el Partido Laborista australiano tuviera que reclutar también a algunos militantes del Partido Liberal».

El último aspecto sobre el cual llamó la atención el Arzobispo de un modo específico es la destinación de fondos públicos para ciertas tareas realizadas por instituciones religiosas, sobre la cual cada vez más frecuentemente se imponen vetos y presiones indebidas. «Que un alto porcentaje de la financiación de una institución católica venga del Estado no es razón suficiente para forzarla a actuar contra sus principios», declaró el Cardenal. «Al contrario, la separación entre Iglesia y Estado protege a las instituciones de inspiración religiosa de las intromisiones del gobierno».

«En una sociedad libre como la nuestra, cada grupo tiene derecho a proponer servicios distintivos, mientras no sean lesivos para el bien común», agregó el purpurado. «Necesitamos fomentar un pluralismo tolerante, no un secularismo intolerante».

El Card. Pell recordó que el año 2013 conmemora el aniversario número 1700 del Edicto de Milán, que otorgó finalmente la libertad religiosa a los cristianos bajo el imperio romano después de la intensa persecución. «Esta efeméride es una buena oportunidad para reconsiderar cómo podemos acrecentar el respeto por este derecho», comentó.

Derecho, no excepción

El Arzobispo de Sydney también explicó un concepto que debería corregirse en varias legislaciones que determinan «excepciones» para instituciones religiosas. «El propósito de estas excepciones es proteger a la institución, pero los términos utilizados dan la impresión de que se trata de «permisos para discriminar» concedidos excepcionalmente por razones políticas». Según el Cardenal, este un manejo equívoco del tema que promueve en el fondo una posterior eliminación de dichas «excepciones». «Este lenguaje de «excepciones» debe ser reemplazado por el de la «protección de un derecho»», exhortó el purpurado.

«Tratar la libertad religiosa como una «excepción» refuerza la idea de que la no-discriminación es más importante que el resto de derechos y que siempre prevalecerá sobre ellos», explicó. «Usar el lenguaje de la «discriminación» es peligroso porque sugiere que el tratamiento distinto no está justificado, incluso cuando está «exento»». El Cardenal pidió que las legislaciones que afecten la libertad religiosa y de conciencia pongan estas libertades en primer lugar en sus consideraciones, de forma que protejan los derechos «en vez de coaccionar a la gente a obrar contra sus convicciones religiosas o de conciencia».

«Como dijo el Papa Benedicto XVI en 2011, «la Iglesia no busca privilegios, ni pretende interferir en ámbitos que no son de su competencia. Todo lo que pedimos es desempeñar nuestra misión con libertad». recordó. «En el fondo, en esto consiste la libertad religiosa»..

Con información de Aceprensa.

 

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