domingo, 24 de noviembre de 2024
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El caso de ‘Olinda-Recife’

São Paulo (Sábado, 04-07-2009, Gaudium Press) Después de ser internada en un hospital en Recife (Brasil), el 3 de marzo pasado, una niña de 9 años fue medicada con fármacos que en la mañana del día siguiente le causaron un duplo aborto: La niña era hasta ese momento madre de dos gemelos de cuatro meses de gestación, fruto del estupro de su padrastro, quien confesó haberla violentado en repetidas ocasiones. Tras conocerse el aborto, el entonces Arzobispo de la ciudad, monseñor José Cardoso Sobrinho (hoy en día Arzobispo emérito) declaró la excomunión de todos los adultos involucrados en la interrupción del embarazo, de acuerdo al código de derecho canónico, pues se había cometido «un homicidio contra dos vidas inocentes». El Arzobispo afirmó también que, de acuerdo al mismo código de la Iglesia, la excomunión excluía a la niña violada.

Se enciende la polémica

Tras las declaraciones del Arzobispo, se desató una fuerte polémica que incluyó entre otros al ministro de salud de Brasil, José Gomes Temporão y al propio Presidente del país. El ministro, según informaciones recogidas por el diario El País de Madrid el 5 de marzo, afirmó: «Me estremecieron los dos hechos: lo que ocurrió con la niña y la posición de ese religioso que, equivocadamente, al decir que defiende una vida, coloca en riesgo otra igual de importante». En el mismo sentido se pronunciaba el presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva, quien en declaraciones recogidas por el mismo medio de comunicación el 7 de marzo, afirmaba: «Como cristiano y como católico lamento profundamente que un obispo de la Iglesia católica tenga un pensamiento conservador como éste». «No es posible permitir que una niña violada por un padrastro tenga ese hijo, incluso porque la vida de la niña corría riesgo», agregaba Lula.

Un día antes de las declaraciones de Lula, en nota fechada el 6 de marzo y firmada por monseñor Geraldo Lyrio Rocha y monseñor Dimas Lara Barbosa, Presidente y Secretario General de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, (ellos se hallaban por esos días en Roma), se condenaba vehementemente el atropello sexual del cual había sido víctima la niña y se pedía un castigo ejemplar para el culpable. Entretanto, en la misma nota se deploraba el «desenlace final de eliminar la vida de seres humanos indefensos». De forma similar, al día siguiente, el diario italiano La Stampa publicaba las declaraciones del Prefecto de la Congregación de los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Cardenal Giovanni Battista Re, que expresaba que «es un caso triste, pero el verdadero problema es que los gemelos concebidos eran personas inocentes que tenían el derecho a la vida, y no podían haber sido eliminados».

El día 13 de marzo los medios de comunicación registraban nuevas declaraciones del Secretario de la Conferencia Episcopal Brasileña. El Secretario indicaba que el arzobispo de Olinda y Recife, monseñor José Cardoso Sobrino, no había excomulgado a ninguno de los involucrados en el aborto de la niña de 9 años violada en Alagoinha, estado de Pernambuco, sino que él apenas había recordado una norma existente en el derecho canónico. «Las personas que trabajan contra el nasciturus , conscientemente, se colocan fuera de la comunión de la Iglesia, porque ellas ya no comulgan con el pensamiento cristiano, que es en defensa de la vida», afirmó Mons. Lara Barbosa.

Parecía entonces que los campos estaban definidos, que las opiniones habían sido ya expresadas y que el tiempo se encargaría de llevar la polémica al olvido. Entretanto, la edición italiana de L’Osservatore Romano del día 15 de marzo traería nuevos elementos que incrementarían el ardor de la discusión, esta vez al interior de la Iglesia.

Monseñor Fisichella en L’Osservatore Romano

L`Osservatore Romano incluía un artículo firmado por monseñor Rino Fisichella, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida y Rector de la Universidad Lateranense, en el que el prelado expresaba que el Arzobispo de Olinda y Recife se había «apresurado a declarar la excomunión para los médicos que la han ayudado [a la niña] a interrumpir el embarazo». Refiriéndose a la actitud tomada por las autoridades de la Iglesia en Recife, el arzobispo Fisichella señalaba que «[se] resiente la credibilidad de nuestra enseñanza, que aparece a los ojos de muchos como insensible, incomprensible y privada de misericordia». «Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudaron a recuperar la esperanza y la confianza», afirmaba el Presidente de la Academia para la Vida. Medios de comunicación del mundo entero se hacían eco de ese artículo.

La respuesta de la diócesis cuestionada no se hizo esperar. En comunicación datada el día 16 de marzo, firmada por el Canciller, el Vicario General y el abogado de la Arquidiócesis de Recife -además del sacerdote párroco de la población donde se cometió el estupro- los firmantes manifestaban que sí se había tratado a la niña con suma caridad y dulzura: «Usamos todos los medios a nuestro alcance para evitar el aborto y así salvar las TRES vidas [N.d.r.: Mayúsculas en el original]. El párroco acompañó personalmente al Consejo Tutelar de la ciudad en todas las iniciativas que tuviesen en vista el bien de la niña y de sus dos hijos.»

La comunicación de las autoridades de la Arquidiócesis de Recife discrepaba también de la afirmación del citado artículo de L’Osservatore Romano, cuando este defendía que en el caso analizado «la decisión es ardua… para la propia ley moral» y afirmaba por el contrario que en tales asuntos las normas de la Iglesia son muy claras, cuando sostienen que «nunca es lícito eliminar la vida de un inocente para salvar otra vida». Sobre el hospital donde se practicó el aborto el comunicado arquidiocesano resaltaba que ese era «uno de los que siempre realizan este procedimiento en nuestro estado»; y acerca de los médicos que habían practicado el aborto expresaba que ellos «declararon y continúan declarando en los medios de comunicación nacionales que hicieron lo que ya estaban acostumbrados a hacer `con mucho orgullo´.» «Uno de ellos, -haciendo alusión a dichos médicos- inclusive declaró que: `Ya fui, entonces, excomulgado varias veces». Finalmente el comunicado culpaba a monseñor Fisichella de «hablar sobre lo que no conocía», causando con ello grave confusión a los fieles católicos del Brasil.

Sin embargo -de acuerdo al vaticanista Sandro Magister- poca mella hicieron las Aclaraciones de la Arquidiócesis de Recife en el Portavoz de la Santa Sede. Pocos días después de ese comunicado, en un encuentro con periodistas y aún en del fragor de la polémica, el padre Federico Lombardi continuaba apoyando las afirmaciones del Presidente de la Academia para la Vida: «Sobre esta cuestión, son válidas las consideraciones de monseñor Rino Fisichella, quien en L’Osservatore Romano ha lamentado la excomunión declarada demasiado rápidamente por el arzobispo de Recife. Ningún caso límite debe oscurecer el verdadero sentido del discurso del Santo Padre, quien se refirió a algo diferente en extremo.» «El Papa no ha hablado en absoluto del aborto terapéutico y no ha dicho que debe ser rechazado siempre», afirmaba el padre Lombardi.

Tras el comunicado emitido por las autoridades de su diócesis, el Arzobispo de Recife declaró haber recibido numerosas expresiones de solidaridad de obispos de Brasil y del mundo entero. Asimismo, en declaraciones a Jeanne Smits, publicadas el 30 de mayo pasado en el periódico católico francés Présent, monseñor Cardoso Sobrinho manifestaba que continuaba pidiendo al L’Osservatore Romano que atendiese su derecho de réplica, pues aún no había sido publicada la respuesta a las afirmaciones de monseñor Fisichella.

Oposición de un importante miembro de la Academia para la Vida

Después de un período de aparente calma, una nueva intervención en la polémica enciende con renovados bríos los ímpetus. Esta vez es la de monseñor Michel Schooyans, profesor emérito de la Universidad de Lovaina la Nueva, experto en filosofía política y teología moral social, quien durante diez años impartió docencia en Brasil y es en la actualidad miembro de tres academias pontificias: la de Ciencias Sociales, la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino y la propia Pontificia Academia para la Vida. Uno de sus numerosos libros tiene prefacio del entonces Cardenal Ratzinger.

En comunicación aparecida en el portal LifeSifeNews.com el pasado 11 de junio, y que según diversas fuentes ya ha sido profusamente repartida en la curia romana en tres lenguas diferentes (aunque de forma personalizada), monseñor Schooyans manifiesta su total desacuerdo con el artículo de monseñor Fisichella en L’Osservatore Romano, y hace una extensa lista de las que él considera inconsistencias de tal escrito. En uno de sus apartes escribe:

«Fisichella nos reserva aún una sorpresa cuando se aventura en consideraciones relativas a la moral fundamental. He aquí lo que él escribe: `Generalizar sería injusto, además de incorrecto. (…). Como cualquier caso concreto, [el caso moral] merece analizarse en su peculiaridad, sin generalizaciones.´ Como en el punto precedente, Fisichella revela aquí su adhesión a la moral de la situación, a la moral de la opción fundamental, a la moral proporcionalista, no obstante todas claramente criticadas por Juan Pablo II en la encíclica `Veritatis splendor´.» En el informe, monseñor Schooyans recoge testimonios de médicos que declaran que la vida de la niña nunca estuvo en peligro.

Sobre los posibles perjuicios para la Iglesia monseñor Schooyans manifiesta: «Graves motivos de preocupación aparecen en los ambientes próximos a la Pontificia Academia para la Vida y del Consejo Pontificio para la Familia: a. Incomprensión y tristeza de un número considerable de cristianos comprometidos desde hace años en múltiples programas provida estimulados por la Iglesia. (…) Descrédito que afecta al Presidente de la Pontificia Academia para la Vida que minó su propia autoridad moral, teológica y científica. Pérdida de confianza en el Presidente, y desencanto. Muchos miembros de la Pontificia Academia para la Vida temen que las declaraciones de Fisichella los comprometan ante sus bases. Éstas considerarán disminuir las ayudas de todo tipo destinadas a las actividades de la Pontificia Academia para la Vida.»

Una historia que no termina

Parece lejano el vislumbrar del final de la historia. En la edición del 3 de julio pasado de su reconocido blog, el renombrado vaticanista Sandro Magister afirma que es inminente una denuncia canónica de la arquidiócesis de Olinda y Recife contra el Arzobispo Fisichella. En los primeros quince días del mes de junio dicha arquidiócesis entregó a las máximas autoridades vaticanas un memorándum oficial en italiano, firmado por el abogado de la Arquidiócesis, Márcio Miranda, en el que se pide a todos aquellos que han criticado al Arzobispo Cardoso Sobrinho que reconozcan que sus apresurados juicios carecían de fundamento y que deben reparar el mal realizado, favoreciendo una «solución amigable», so pena de motivar la acción canónica.

 

 

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