viernes, 03 de mayo de 2024
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Cuán suave es el Señor

1.jpgRedacción (Martes 27-05-2014, Gaudium Press) Es propio a todas las obras salidas de las manos de Aquel que es la Perfección Absoluta el ser perfectas. Con todo, habiendo Dios creado el universo dejó que ciertas maravillas -catedrales, palacios, músicas, y tantas otras cosas- fuesen hechas por el hombre, su imagen y semejanza (Cf. Gn 1, 26), reflejándolo como Creador. Esas bellezas serían, según la expresión de Dante, como que nietas del Altísimo para glorificarlo, al mismo tiempo que sirven al hombre.

2.jpgTomemos, por ejemplo, la Basílica Nuestra Señora del Rosario situada junto a la principal casa de formación de los Heraldos del Evangelio, en Caieiras, Brasil, y nacida de la inspiración de un varón lleno de fe y que desea que el Reino de Nuestro Señor Jesucristo se establezca no solo en las almas, sino en toda faz de la tierra. Quien, por primera vez, entra a la Basílica, cree contemplar la antecámara del cielo y exhala una exclamación de encanto y deslumbramiento, pensando haber encontrado la suprema belleza que ya toca en lo inverosímil en esta tierra.

Da significativo testimonio a este respecto un visitante que dijo: «Cuando entré a la iglesia, ¡Dios mío! Yo sentí que si existe un lugar donde más me aproximé a Dios, fue allí. Nunca vi una iglesia más linda. Me acerqué a Dios».

3.jpgConservando el estilo gótico, elevado y tendiente a lo más alto, la basílica hace que de ‘proche en proche’ el alma suba hasta Dios, alcanzando un admirable equilibrio de espíritu que conduce al auge del entusiasmo, sin embargo calmo, sereno y serio que no produce frenesí, ni sensaciones de intemperancia, como los ambientes igualitarios de nuestros días.

Todo en el templo arrebata por el esplendor de las formas y al mismo tiempo invita al recogimiento y a la oración. Los visitantes se sienten en el ápice del rapto, de la contemplación y la meditación con una invitación a glorificar y servir a Dios, a Nuestra Señora y la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

4.jpgLas armonías inusitadas -como los colores- consiguen conciliar, en un mismo conjunto, simplicidad, elevación y realeza donde se presencia la grandiosidad de Nuestro Señor y una intimidad con lo sobrenatural. El fiel que allí reza siente la sublime gracia de estar siendo recibido cariñosamente por su Padre Celeste en su corte más íntima y comprueba «cuán suave es el Señor».

5.jpg

Mons. João Clá Dias

Fundador

Heraldos del Evangelio

«Así como todos reciben la salvación por las sílabas contenidas en los evangelios, así también sabios e ignorantes reciben su parte de esa bienaventuranza por el efecto de las imágenes coloridas que tienen bajo los ojos. Pues, lo que la lengua dice y predica con sílabas, esa escritura lo hace por colores». 1

Contemplando tales maravillas, el alma se da cuenta de que fue creada para algo muy superior a lo que existe en esta tierra. Ve que esta relación armónica que hay entre las bellezas materiales y su propia alma es un preludio de lo que le está reservado en el Cielo.

6.jpgPor tanto, envueltos por un panorama desbordante de sobrenatural, recurramos a Nuestro Señor, cuyo Sagrado Corazón es una fuente de inagotable misericordia, pidiendo que su suavidad amenice nuestros sufrimientos; que nos dé fuerzas para mejor soportarlos, para que, así, podamos caminar santamente sobre esta tierra y alcanzar la felicidad eterna.

 

Por la Hna. Letícia Sousa, EP

1 Etienne Gilson. Introdução às artes do belo, p.15.

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