jueves, 28 de marzo de 2024
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70 obispos advierten: Camino Sinodal alemán llevará al cisma

70 obispos, entre ellos cuatro cardenales, han dirigido una carta abierta a los obispos alemanes con sus objeciones al llamado Camino Sinodal.

Obispos 2

Redacción (12/04/2022 12:17, Gaudium Press) Más de 70 obispos de todo el mundo – entre ellos cuatro Cardenales – han dirigido una “carta fraterna” a los obispos alemanes, en la que manifiestan su profunda preocupación por un posible cisma debido al curso que sigue el llamado Camino Sinodal alemán. La Carta ha sido firmada por los cardenales Francis Arinze, Raymond Burke, George Pell y Wilfred Napier.

Los obispos constatan la confusión que el Camino Sinodal ha causado entre los fieles católicos, debido también a las facilidades de comunicaciones de hoy que permiten que se conozcan rápido y en diversos lugares los contenidos.

Los reparos que hacen al llamado Camino Sinodal – proceso que inició en diciembre de 2019, en el que participan obispos y laicos, y que aborda diversos temas entre ellos moral sexual, sacerdocio, etc. – son bien claros y contundentes:

Desoyendo al Espíritu Santo y desatendiendo el Evangelio

Desoyendo al Espíritu Santo y desatendiendo el Evangelio, las acciones del Camino Sinodal socavan la credibilidad de la autoridad de la Iglesia —incluyendo la del Papa Francisco—, la antropología cristiana y la moral sexual, y la verosimilitud de la Escritura”, afirman en el punto 1 de la Carta.

Expresan asimismo que los documentos fruto de ese camino sinodal “parecen mucho más inspirados por el análisis sociológico y la política contemporánea, incluyendo las ideologías de género, que por la Escritura y la Tradición”.

Después de decir que se menoscaba el verdadero concepto de libertad cristiana, que es la “habilidad de hacer lo que está bien”, y de afirmar que la “alegría del Evangelio” parece ausente de las discusiones y textos del camino sinodal alemán, los obispos cuestionan que los trabajos de ese organismo sean burocratizados, y que muestren “más sumisión y obediencia al mundo y a las ideologías que a Jesucristo”.

Sobre los análisis del “poder” dentro de la Iglesia que hace el camino sinodal, los obispos afirman que esta es “una comunidad orgánica que no es igualitaria sino familiar, complementaria y jerárquica”, y que la concepción que hace el camino sinodal de este poder “sugiere un espíritu fundamentalmente contrario a la naturaleza real de la vida cristiana”.

Finalmente, declaran los obispos firmantes que el “ejemplo destructivo” del Camino Sinodal hará que obispos y laicos desconfíen de la propia idea de sinodalidad.

A continuación la edición íntegra de esa Carta, en versión de Aciprensa 

UNA CARTA FRATERNA A NUESTROS HERMANOS OBISPOS EN ALEMANIA

En una época de rápida comunicación global, lo que acontece en una nación repercute en la vida eclesial de otros lugares. De este modo, el proceso del “camino sinodal” promovido en la actualidad por los católicos en Alemania tiene consecuencias para la Iglesia a escala mundial. Esto incluye a las Iglesias locales que pastoreamos y a los muchos fieles católicos de los cuales somos responsables.

A la luz de esta realidad, la situación en Alemania nos obliga a manifestar nuestra creciente preocupación acerca de la naturaleza del proceso del “camino sinodal” alemán en su conjunto y el contenido de sus diversos documentos. Nuestras observaciones serán breves ex profeso. Pensamos que estas notas merecen un desarrollo más detallado (por ejemplo, Arzobispo Samuel Aquila, Una carta abierta a los obispos católicos del mundo) por parte de obispos individuales; desarrollo que alentamos enérgicamente. Con todo, la urgencia de nuestras indicaciones conjuntas está enraizada en Romanos 12, especialmente en la advertencia de San Pablo: No os acomodéis al mundo presente. La seriedad de estas observaciones se desprende tanto de la confusión que el Camino Sinodal ha causado, y continúa causando, como del potencial para el cisma en la vida de la Iglesia en que derivará inevitablemente.

La necesidad de reforma y renovación es tan antigua como la misma Iglesia. En su raíz, este impulso es admirable y nunca debería ser temido. Muchas de las personas que están implicadas en el proceso del Camino Sinodal poseen, sin duda, un carácter sobresaliente. No obstante, la historia del cristianismo está llena de esfuerzos bien intencionados que perdieron su fundamentación en la Palabra de Dios, en un encuentro fiel con Jesucristo, en una verdadera escucha al Espíritu Santo y en el sometimiento de nuestras voluntades a la voluntad del Padre. Estos esfuerzos malogrados ignoraron la unidad, la experiencia y la sabiduría atesorada en el Evangelio y en la Iglesia. Fueron infecundos y dañaron la unidad y la vitalidad evangélica de la Iglesia porque no tuvieron en cuenta las palabras de Jesús: “separados de mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). Pues bien, el Camino Sinodal alemán tiene el riesgo de conducir, precisamente, a un callejón sin salida muy parecido.

Como vuestros hermanos obispos que somos, os presentamos algunas de nuestras preocupaciones, sin ánimo de ser exhaustivos:

1. Desoyendo al Espíritu Santo y desatendiendo el Evangelio, las acciones del Camino Sinodal socavan la credibilidad de la autoridad de la Iglesia —incluyendo la del Papa Francisco—, la antropología cristiana y la moral sexual, y la verosimilitud de la Escritura.

2. A pesar de exhibir un barniz de vocabulario e ideas religiosas, los documentos del Camino Sinodal Alemán parecen mucho más inspirados por el análisis sociológico y la política contemporánea, incluyendo las ideologías de género, que por la Escritura y la Tradición, las cuales, para el Concilio Vaticano II, son un único depósito sagrado de la Palabra de Dios. Estos documentos miran a la Iglesia y a su misión más con los ojos del mundo que con los de las verdades reveladas en la Escritura y la Tradición autorizada de la Iglesia.

3. Además, el contenido del Camino Sinodal parece reinterpretar y menoscabar el significado de la libertad cristiana. Para el cristiano, la libertad es el conocimiento, la voluntad y la resuelta habilidad de hacer lo que está bien. La libertad no es “autonomía”. La auténtica libertad, tal y como enseña la Iglesia, está anclada en la verdad, ordenada al bien y, en última instancia, a la bienaventuranza. La conciencia no crea la verdad. Tampoco es un asunto de preferencias personales o autoafirmación. Una conciencia cristiana bien formada permanece sujeta tanto a la verdad sobre la naturaleza humana como a las normas de la vida justa reveladas por Dios y enseñadas por la Iglesia de Cristo. Jesús es la verdad que nos hace libres (Jn 8).

4. La alegría del Evangelio —esencial para la vida cristiana, tal y como el Papa Francisco subraya a menudo— parece completamente ausente de las discusiones y textos del Camino Sinodal. Este punto flaco es muy significativo para un esfuerzo que busca la renovación tanto personal como eclesial.

5. El proceso del Camino Sinodal, casi a cada paso, es un trabajo de expertos y comités que se manifiesta altamente burocratizado, obsesivamente crítico y encerrado en sí mismo. Precisamente este hecho refleja una forma extendida de esclerosis eclesial que, irónicamente, llega a ser antievangélica en su estilo. En su efecto, el Camino Sinodal muestra más sumisión y obediencia al mundo y a las ideologías que a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.

6. La atención excesiva del Camino Sinodal sobre el “poder” en la Iglesia sugiere un espíritu fundamentalmente contrario a la naturaleza real de la vida cristiana. Al fin y al cabo, la Iglesia no es meramente una “institución”, sino una comunidad orgánica que no es igualitaria sino familiar, complementaria y jerárquica —un pueblo sellado en comunión por el amor de Cristo Jesús y el amor al prójimo en su nombre. La reforma de las estructuras no es, en absoluto, lo mismo que la conversión de los corazones. El encuentro con Jesús, como se ve en el Evangelio y en la vida de los santos a través de la historia, cambia los corazones y las mentes, trae la sanación, aparta de una vida de pecado e infelicidad, y acredita el poder del Evangelio.

7. Finalmente, el más lamentable y apremiante problema del Camino Sinodal Alemán es terriblemente irónico. Por su ejemplo destructivo, el Camino Sinodal podría conducir a algunos obispos, y conducirá a muchos fieles laicos, a desconfiar de la misma idea de “sinodalidad”, impidiendo asimismo la necesaria conversación de la Iglesia sobre el cumplimiento de su misión de convertir y santificar el mundo.

En un tiempo de confusión, la última cosa que nuestra comunidad de fe necesita es más de lo mismo. Mientras ustedes disciernen la voluntad del Señor para la Iglesia en Alemania, les aseguramos nuestras oraciones por ustedes.

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