jueves, 28 de marzo de 2024
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Papa habló sobre el Espíritu Santo que había sido prometido a los apóstoles

Ciudad del Vaticano (Lunes, 02-05-2016, Gaudium Press) A los apóstoles, tras la muerte y resurreción del Señor, el propio Cristo había prometido la venida y asistencia del Espíritu Santo, según recordó el Papa en la audiencia general de ayer. ««El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho» (Jn 14,26). ). Enseñar y recordar. Y esto es aquello que hace el Espíritu Santo en nuestros corazones», expresó el Pontífice.

Es la promesa del Señor, de que ellos, apóstoles y discípulos «no se quedarán solos: el Espíritu Santo, el Paráclito, estará con ellos, a su lado, es más, estará en ellos, para defenderlos y sostenerlos. Jesús regresa al Padre pero continúa acompañando y enseñando a sus discípulos mediante el don del Espíritu Santo».

Sostener a los apóstoles; pero también ayudarlos a recordar las palabras de Jesús: «El Espíritu tiene la tarea de despertar la memoria, recordar las palabras de Jesús. El divino Maestro ha comunicado ya todo aquello que pretendía confiar a los Apóstoles: con Él, Verbo encarnado, la revelación es completa. El Espíritu hará recordar las enseñanzas de Jesús en las diversas circunstancias concretas de la vida, para poderlas poner en práctica».

Es el Espíritu Santo el que nos ayuda a establecer una fuerte relación con el Señor Jesús: «Mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado. El Espíritu, difundido en nosotros con los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, actúa en nuestra vida. Él nos guía en la forma de pensar, de actuar, de distinguir qué cosa es buena y qué cosa es mala; nos ayuda a practicar la caridad de Jesús, su donarse a los demás, especialmente a los más necesitados».

También, el Espíritu Santo nos da la paz, una que «es diferente de aquella que los hombres se desean e intentan realizar. La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos».El Pontífice concluyó sus palabras pidiendo a María Santísima que nos conceda la docilidad a las voces del Espíritu Santo.

Con información de Radio Vaticano

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