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Redacción (Lunes, 03-10-2016, Gaudium Press) En el siglo XVII, en Francia, entre los criados de la ‘Grande Mademoiselle’ había un italiano dotado de mucho talento musical. Como el rey Luis XIV quería varios músicos para la orquesta de la corte, fueron convocados muchos, hasta este servidor… Para gran sorpresa, acabó tomándose el famoso compositor Jean Baptiste Lully, uno de los mayores músicos de la época.
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| Ana María Luisa de Orleans, la ‘Grande Mademoiselle’ |
Cuando Lully regía las piezas, lo hacía con un bastón cuya punta era de hierro, con la cual golpeaba en el piso para marcar bien los tiempos. Un día, en una presentación, mientras él regía, uno de los instrumentistas perdió el compás. Lully tenía un temperamento fuertísimo y, lleno de rabia por el error, dio un golpe con el bastón. Cuando fue a ver, ¿qué había ocurrido? Había agujereado el propio pie con la punta de hierro. Con el pasar del tiempo, la herida se infectó y gangrenó. Como era muy terco, no quiso amputar la pierna. Cuando lo convencieron, era ya tarde y acabó muriendo.
Cuando estemos frente a diversas situaciones en que nos veamos tentados de impaciencia, en vez de clavar el bastón en el propio pie, hagamos uso de un eficaz instrumento que Lully no utilizó: el auxilio de Nuestra Señora, que oye muy benevolente todos los pedidos, inclusive el de la virtud de la paciencia.
Por la Hna. Mónica María Barraza López
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