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La ‘resurrección’ de la Iglesia

Redacción (Jueves, 29-03-2018, Gaudium Press) La historia de la Iglesia se asemeja a la de Jesús: tiene sus momentos de gozo, sus episodios de dolor y también los espacios luminosos, de ‘resurrección’.

Hoy podríamos decir que la Iglesia transita caminos de Pasión.

Desde hace varios años Gaudium Press noticia que el cristianismo es la religión más perseguida en el mundo.

Por ejemplo, la situación de los cristianos en los países de mayoría islámica es normalmente bastante difícil. No es sino pensar en el calvario interminable de Asia Bibi, y de muchos otros, acusados falsamente, o perseguidos de las más diversas maneras.

Pero también la violencia física no es la única forma de persecución a los fieles, sino que la habida en los países ‘post-cristianos’ puede ser incluso más cruel: profesionales compelidos a realizar prácticas contra la moral católica, lugares donde no se admite la objeción de conciencia, padres de familia que ven cómo se quiere forzar a sus hijos a asistir a clases de ‘educación’ sexual degradantes, la ideología de género que quiere ser presentada como dogma en todos los ambientes, y todo un mundo que se construye sin Cristo y contra Cristo.

También, no podemos dejar de mencionar como elementos de la ‘pasión’ de la Iglesia el mal ejemplo que dan algunos de sus integrantes, y la confusión de la doctrina que campea en muchos ambientes católicos. Sin embargo…

Sin embargo, después de la Pasión viene la Resurrección.

Cuando todo parecía perdido, tras la muerte de Jesús, y lo único que impedía la desbandada era la presencia sacral, sublimísima y serena de la Virgen…

Cuando la transfiguración del Maestro se había borrado de las memorias, y solo quedaba el rostro ensangrentado del Redentor ‘reclamando’ a Dios por qué lo había abandonado…

Cuando el temor y el terror invadían los corazones…

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Fue entonces que la Magdalena, el apóstol Pedro y Juan, empezaron a divisar la gran realidad de la resurrección. Y luego el Maestro aparece en cuerpo glorioso. Y luego sube al cielo pero les deja el Espíritu Santo, y con Pentecostés, la restauración de los corazones y la certeza de la victoria.

La Iglesia vivirá también la resurrección.

La Iglesia no tiene que resucitar porque ella es inmortal. Pero resurgirá de todas las apariencias de derrota que se dibujan hoy en día.

Es una resurrección que ya se anuncia, cuando se contemplan los muchos corazones cansados de los mitos del mundo, de los espejismos del demonio quien nunca dio lo que prometió, sea con la sociedad de consumo o con los diversos tipos humanos de falsa felicidad que promocionó a lo largo de la historia. El demonio ya no tiene mitos a presentar.

Corazones que anhelan otra cosa, un estado de cosas que tal vez no sepan definir por entero pero donde saben que está presente Dios y todas las cosas que condicen con Dios como las virtudes, los valores, la verdad, la bondad y la belleza.

Se ve esa ‘resurrección’ de la Iglesia en un crecimiento del interés por la fe, particularmente en países de Oriente o del llamado tercer mundo. Se percibe esa resurrección en muchos exponentes de las nuevas generaciones que se encantan con la historia de la Iglesia de siempre.

Se percibe esa ‘resurrección’ en las muchas comunidades nuevas que surgen aquí, allá y más allá, y que tienen el dinamismo propio a la acción del Espíritu Santo.

Es la primavera que ya nace debajo de la nieve. Es el Reino de la Virgen, anunciado por ella cuando dice: «Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará».

Por Saúl Castiblanco

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