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Martirio de un varón intransigente

Redacción (Viernes, 30-11-2018, Gaudium Press) San Juan Bautista en sus predicaciones no incentivaba apenas a los buenos, sino también increpaba a los malos. Él ya había censurado fuertemente a los fariseos, y en determinado momento comenzó a increpar al propio Herodes Antipas, tetrarca de Galilea.

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Antipas era hijo de Herodes el Idumeo – apellidado el Grande – y se tornó rey de Galilea y Perea. La palabra «tetrarca» significa jefe que gobierna un cuarto de un país.

El tetrarca repudió a su mujer y se unió con Herodías, esposa de su hermano Felipe, y además de eso su sobrina. Antipas cometiera, por tanto, un doble adulterio y un incesto formal, pues el casamiento con la cuñada era expresamente prohibido por la Ley (cf. Lv 18, 16).

San Juan Batista, siendo un varón intransigente, dijo a Antipas que no le era lícito unirse con la mujer de su hermano, y por eso el tetrarca mandó aprisionarlo en la torre de Maqueronte – inaccesible fortaleza construida por Herodes el Idumeo, localizada en las proximidades del Mar Muerto, a 1158 m de altitud sobre el nivel de este.

Algunos autores afirman que «San Juan Bautista fue entregado al tetrarca Herodes Antipas por los escribas y fariseos, como insinúa el mismo Cristo […] (cf. Mt 17, 12)».

Cierto día, vinieron algunos discípulos de Juan a visitarlo. Y como en todas partes se hablaba mucho de Jesús, el Precursor les mandó buscarlo y preguntar: «¿Eres Tú aquel que ha de venir, o debemos esperar otro?» (Mt 11, 3).

Evidentemente, Juan sabía que Jesús era el Mesías, pues lo presentara de modo clarísimo: «Es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). «Después de mí viene otro más poderoso que yo, ante el cual no soy digno de postrarme para desatarle la correa del calzado. Yo os bauticé con agua; Él, sin embargo, os bautizará en el Espíritu Santo» (Mc 1, 7-8).

Noción falsa sobre el Mesías

El tenor de la pregunta muestra que los discípulos tenían una noción falsa sobre el Mesías, juzgando que Él restauraría el Reino de Israel, el cual dominaría todos los otros pueblos. Y en ese reino los discípulos de San Juan Bautista ocuparían altos cargos en el campo político, financiero, etc.

San Juan Bautista los envió «confiado en que Nuestro Señor hiciese por ellos lo que personalmente él no consiguiera, y que la conversación con el Maestro fuese ocasión para recibir una gracia que actuase en el fondo de sus almas y viniesen a convertirse».
Jesús les respondió: «Id a contar a Juan lo que estáis oyendo y viendo: los ciegos recuperan la vista, los paralíticos caminan, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados» (Mt 11, 4-5).

Envidia de la gracia fraterna

Nuestro Señor completó la respuesta diciendo: «¡Feliz aquel que no se escandaliza por mi causa!» (Mt 11, 6). Tales palabras son una «señal clara de que los discípulos de Juan Bautista no aceptaron bien el mensaje y estaban con envidia de la gracia fraterna.

«Envés de alegrarse por comprobar que otro fuera favorecido por la benevolencia de Dios, en una manifestación patente de su poder, ven en la Persona de Jesús una sombra proyectada sobre sí mismos.

«Habiendo concluido que el objetivo de Nuestro Señor no era la restauración del reino de Israel, se sintieron frustrados, pues imaginaban que, por el hecho de haber abandonado todo para seguir al Precursor, serían los primeros junto al Mesías. Perciben ahora que están en segundo plano.»

Banquete ofrecido por Herodes Antipas

Además del gran sufrimiento de ver la mala actitud de sus discípulos, San Juan Bautista fue blanco del odio de Herodías, la cual quería matarlo. Entretanto no lo conseguía, «pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y hasta le daba protección. A Él le gustaba mucho oírlo, pero quedaba desconcertado» (Mc 6, 20).

Por ocasión de su aniversario, Antipas ofreció un banquete a los principales de Galilea. La fiesta se realizó en una de las espléndidas salas de la Fortaleza de Maqueronte.

Herodías poseía una hija llamada Salomé, que ella tuviera de su casamiento legítimo con Herodes Felipe.

En determinado momento de la fiesta, Salomé entró a la sala y bailó. El débil y sensual Antipas dijo a la joven: «‘Pídeme lo que quieras, y yo te daré.’ E hizo hasta un juramento: «Yo te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» Ella salió y preguntó a la madre: «¿Qué debo pedir?» La madre respondió: «La cabeza de Juan Bautista.»

Terrible castigo de Salomé

«Volviendo deprisa para junto al rey, la joven pidió: ‘Quiero que me des ahora, en un plato, la cabeza de Juan Bautista. […]
Inmediatamente, [Antipas] mandó un verdugo cortar y traer la cabeza de Juan. El carrasco fue y, allá en la prisión, le cortó la cabeza, la trajo en un plato y dio a la joven. Y ella la entregó a su madre. Cuando los discípulos de Juan supieron, vinieron y tomaron el cuerpo de él y lo pusieron en una sepultura» (Mc 6, 22-25. 27-29).

Posteriormente Salomé fue castigada: caminando sobre un lago congelado, ella entró hasta los hombros; después las láminas de agua se cerraron y cortaron su cabeza.

Tratemos de aumentar nuestra devoción a San Juan Bautista, el cual era «la propia expresión de la limpieza de alma, porque el puro detesta lo sucio, el recto detesta lo sinuoso, el corajudo aborrece al cobarde. En eso él era la severidad, esa virtud por la cual se rechaza lo que debe ser rechazado».

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» -173)
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Bibliografía

Cf. SCHUSTER, Ignacio; HOLZAMMER, Juan B. Historia Bíblica. Nuevo Testamento. Barcelona: Litúrgica Española, 1935, t.II, p.157-158.
LEAL, SJ, Juan; DEL PÁRAMO, SJ, Severiano; ALONSO
CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. A ufania de ser católico. In Dr. Plinio, São Paulo. Ano X, n. 115 (outubro 2007), p. 4.
CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Valiosa prece para se alcançar desprendimento e amor a Deus. In Dr. Plinio, São Paulo. Ano X, n. 107 (fevereiro 2007), p. 13.
Cf. FILLION, Louis-Claude. La sainte Bible avec commentaires – Évangile selon S. Matthieu. Paris: Lethielleux. 1895, p. 290.

 

 

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