viernes, 19 de abril de 2024
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Arzobispo de Toledo en misa por el P. Gonzalo Raymundo, EP: “Necesitamos pastores según el corazón de Cristo”

Mons. Cerro Chaves celebró misa en sufragio por el alma del sacerdote de los Heraldos del Evangelio, fallecido el 12 de abril pasado.

FOTO PADRE GONZALO 3

Redacción (19/04/2021 14:57, Gaudium Press) El día 12 de abril pasado fallecía al final de la tarde, en un hospital en São Paulo, Brasil, y víctima de un agresivo cáncer, el P. Gonzalo Raymundo, EP, de los Heraldos del Evangelio. Hoy, el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Francisco Cerro Chaves, presidió la Misa-Funeral en sufragio de su alma en la Capilla de la Casa de los Heraldos del Evangelio en Camarenilla. España. Concelebraron el Vicario Episcopal para la Vida Consagrada, D. Raúl Muelas, y los sacerdotes Heraldos, D. José Hernández y D. Leopoldo Werner. Entre los fieles presentes estaba presente el hermano del sacerdote fallecido D. Luis Raymundo Esteban.

Mons. Cerro Chaves señaló en su Homilía que había seguido de cerca la enfermedad del padre Gonzalo Raymundo y “que siempre albergábamos la esperanza de que el Señor lo retuviese más tiempo con nosotros, una vez que estamos tan necesitados de Pastores según el corazón de Cristo. D. Gonzalo, a quien todos los vicarios episcopales conocían, fue un pastor entregado, un predicador que trasmitía lo que vivía, una persona que estaba convencida. Es una maravilla cuando el sacerdote vive y cree lo que está celebrando, porque acaba transformando su vida en una Eucaristía. ‘El Señor es mi pastor, nada me puede faltar’ y nuestro hermano Gonzalo vivió eso. Y seguramente pasó por túneles, por momentos difíciles, pero al final nada ha temido porque el Señor le ha acompañado y con su vara y su cayado le ha sostenido. Y la Bondad y la Misericordia del Señor nunca le han fallado y le han acompañado todos los días de su vida que había entregado a Cristo. En medio de sus dolores el Señor lo ha sustentado”.

Misa Primado de Espana

Han sido diversas las notas periodísticas que han referido la vida obra y muerte del P. Gonzalo Raymundo por estos días.

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Una habitación con ambiente de capilla

El ocaso de una gran vida se palpaba en la habitación donde exhalaba sus últimos suspiros. En el lugar – en el decir de los que lo visitaban – se sentía un ambiente de capilla. Estando en su lecho de dolor, ya casi sin poder comunicarse, se estaba celebrando una misa. Y en el momento inmediato a la elevación del cáliz, durante la consagración, en que se responde: “Anunciamos tu muerte, proclamamos Tu Resurrección. Ven Señor Jesús”, entregó su alma a Dios.

Datos biográficos

El P. Gonzalo Raymundo nace en San Sebastián, España, en 1971. Conoce el carisma de los Heraldos del Evangelio, y a él se entrega, primero como laico y luego en el sacerdocio, consagrándose por entero a la evangelización, dando siempre ejemplo de entrega, servicio y dedicación.

Zaragoza, Barcelona, Madrid, Toledo, Roma, San José de Costa Rica y San Salvador fueron los destinos en donde realizó su apostolado, siendo siempre un buen ejemplo para sus conocidos, por su entrega generosa y radicalidad en la práctica de la obediencia, lo que combinaba con un buen sentido del humor, que también usaba para acercar las almas a Cristo.

Fue ordenado diácono por el Cardenal Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, lugar donde también recibió su ordenación sacerdotal el 29 de septiembre de 2010.

Sus sufrimientos fueron grandes

Los últimos meses de su existencia fueron de muchas molestias y sufrimientos, pero, como hombre virtuoso, en momento alguno se sintió de él una queja de dolor, llevando su enfermedad con resignación y gallardía. Más aún, se lo veía en una clave puesta en la eternidad. La última frase que dijo, días antes de fallecer, con bastante esfuerzo fue: “Lo único que importa es lo espiritual”.

En toda la pandemia, a través de los medios digitales, ofrecía su misa diariamente a los cibernautas, celebrando con gran sacralidad, dando a través de las homilías enseñanzas, consejos, ánimo. Como confesor siempre fue un padre ayudando a cada uno e invitando a mejorar rumbo a la santidad.

Un verdadero cruzado que combatió el buen combate, como un guerrero que regresa a la casa del Padre de la mano de María Santísima, a quien tanto amó y sirvió durante su vida.

(Con la colaboración del P. Fernando Gioia, EP y José Alberto Rugeles)

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