Las excomulgadas siempre alegaron como justificativa de sus decisiones la confusión al interior de la Iglesia.
Redacción (22/06/2024 12:44, Gaudium Press) Concluye trágicamente, porque toda excomunión es una tragedia, el affaire de las clarisas de Belorado.
Después de idas y venidas, el Arzobispo de Burgos —como Comisario Pontificio y representante legal de los monasterios de Belorado, Oruña, y Derio— ha declarado la excomunión por cisma de 10 antiguas monjas clarisas de ese monasterio, que además han sido expulsadas de la vida consagrada, por lo que ya no son monjas para la Iglesia. (Para ver el comunicado del Arzobispado de Burgos, hacer clic aquí).
Entre tanto, “sigue existiendo comunidad monástica formada por las hermanas que no han incurrido en excomunión, al no haber secundado el cisma: son las cinco hermanas mayores y otras tres hermanas que, aunque en este momento no se encuentran en el monasterio, pertenecen a la comunidad al estar incardinadas en ella”, según expresa el comunicado del Arzobispo de Burgos.
Aún está caliente el decreto de excomunión, cuando ya en el mundo católico muchos se preguntan, considerando el arco de la historia: ¿qué fue lo que pasó? ¿cómo es que diez religiosas de clausura, que en todas partes son ejemplo de piedad, humildad y buena doctrina, terminan fuera de la Iglesia romana?
—De herejes y cismáticos está plagada la historia de la Iglesia, y muchos de ellos sino todos son los que alegan pureza de doctrina, dirá rápidamente alguno. Pero no, hay puntos que es necesario considerar de este caso.
Están ahora las ex clarisas bajo los ‘cuidados’ de un ‘fantoche’ —según expresión de Sor María Amparo, la única religiosa que salió de ese monasterio, para referirse al ‘obispo’ Pablo de Rojas— algo que le agrega intriga al asunto. ¿Qué mueve a estas religiosas a ponerse en brazos de alguien sin ninguna relevancia, como se ha podido constatar en los noticiarios de estos días?
Las redes abundan de comentarios sobre lo ocurrido, y normalmente quienes opinan no cuestionan en sí la justicia y necesidad de la grave medida tomada. Pero sí son muchos los comentarios sobre la posible existencia de dos pesos y dos medidas: a estas sí excomunión, pero a fulana, a mengana y a perenceja, que son casi que un resumen de todas las herejías, a esas no; esas pueden seguir campantes paseando su heterodoxia por todo tipo de escenarios, sin problema. En esa línea también hay numerosas alusiones en las redes a la falta de medidas vaticanas con las muchas heterodoxias ventiladas en el contexto del llamado Camino Sinodal alemán, y en la Iglesia alemana.
El asunto no es menor, entre otras razones porque —mera excusa, o no— las excomulgadas de Belorado han alegado desde el inicio que la razón fundamental de sus decisiones es porque lo que venía desde la jerarquía “es confusión”, que no coincidía con lo que habían profesado cuando hicieron sus votos.
En verdad, la “confusión” al interior de la Iglesia y también en elementos de la jerarquía es un hecho, reconocido al mayor nivel, como por ejemplo lo hizo hace poco el Cardenal Robert Sarah en la Catholic University of America cuando afirmó tajantemente que “la crisis no es tanto el mundo secular y sus males, sino la falta de fe dentro de la Iglesia”.
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¿No es evidente que esta confusión —donde en expresión también del Cardenal guineano “todo se vuelve condicional y subjetivo”, y en numerosos ambientes católicos se tiende a “ignorar la Escritura, la Tradición y el Magisterio”— es caldo de cultivo o ambiente propicio para la acción de ‘fantoches’ que al estilo de Pablo de Rojas, se presenten como exponentes de la verdad y la tradición cristiana y recojan en sus redes a incautos confundidos y angustiados? Parecería que sí.
En ese sentido, hechos como la falta de medidas contra las numerosas derivas del llamado Camino Sinodal alemán, que sigue campante su camino hacia el establecimiento de una Iglesia de ‘consejos sinodales’, ajena a la Iglesia que Cristo dejó, es ciertamente factor generador de angustias, de perplejidades y posibilidad de surgimiento de pseudo-mesías disfrazados de defensores de la Tradición.
Resuena a esta altura el llamado hecho por el Cardenal Sarah a los obispos, para que ejerzan su misión de maestros y defensores de la unidad de la fe, y sean así foco de “claridad para los fieles laicos”. Pues justamente esta falta de claridad, en unión con la Escritura, Tradición y Magisterio católicos, podría ser alegada como suma falta por el Pastor de los Pastores, cuando tome cuenta de la misión que les dio cuando les encargó sus rebaños. Y la ‘excomunión’ de Cristo-Pastor es incluso hasta más trágica…
En fin, todavía la cosa está demasiado reciente para profundos análisis y habrá varios otros elementos. Pero se deben hacer, por el bien de la Iglesia en un momento difícil. (CCM)
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