viernes, 03 de mayo de 2024
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El Beato Bartolomé Gutiérrez, ese que aunque quemado con aguas sulfurosas no renegó de la fe

Hoy celebramos la vida del Beato Bartolomé Gutiérrez, agustino mexicano, muerto por odio a la fe en el Japón

Beato Bartolome

Redacción (02/09/2020 07:27, Gaudium Press) Hoy celebramos la vida del Beato Bartolomé Gutiérrez, agustino, muerto por odio a la fe en el Japón.

Nace el beato en la Ciudad de México, el 4 de septiembre de 1580 y entra de 16 años a la orden agustina. Fue ordenado sacerdote, y luego trasladado a Puebla donde manifestaba sus deseos de ser misionero.

Sin embargo sus hermanos en religión se burlaban de este deseo suyo, pues decían que el que fuera tan gordo no le permitiría ejercer este ministerio, a lo que respondía el beato, jocosamente, que por el contrario, que habría más reliquias para repartir cuando muriese mártir, “porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la Fe de Cristo”. Y así se dio.

Un 22 de febrero del año 1606 se embarcó en Acapulco, llegando a Filipinas el 1 de mayo del siguiente año. Eran largos los viajes entonces. Allí fue hecho maestro de novicios, cargo que ocupó durante seis años.

Sabía bien el latín, y con su facilidad para los idiomas aprendió pronto el japonés, lengua no tan fácil.

En el año 1612 parte al Japón y en 1613 lo hacen prior del convento de Usuki. Los fieles comenzaron a fluir al apostolado del religioso agustino.

Pero en el año 1614, tras un decreto de expulsión de religiosos, el Beato Bartolomé fue capturado, y puesto fuera del Japón, regresando a las Filipinas, donde nuevamente fue maestro de novicios.

Viaje definitivo al Japón

Sin embargo, de Japón llegaba el pedido de misioneros, y algunos reclamaban la presencia del padre Bartolomé, que había dejado buen recuerdo. Regresa pues el Beato, el 12 de agosto de 1618 por orden de sus superiores

Con la religión proscrita, el Beato Bartolomé tenía que estar escondido. Vivía en campos y bosque. Dicen que una vez de forma milagrosa una araña tej una gran telaraña en un sitio donde se escondía, ocultándolo. Otra vez, fue al encuentro con sus perseguidores, tocando un instrumento, y que esto hizo que no lo reconociesen. Y así en varias ocasiones, no siendo hecho preso, hasta el año 1629.

En esos días llegó un nuevo gobernador a Nagasaki, Tacanga, que tenía gran odio al cristianismo, y particularmente contra el Beato Bartolomé, se dice que porque él había convertido a varios de sus parientes.

Fruto de una traición, el Beato fue capturado el 10 de noviembre de 1629, junto al Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares. Trasladado a la cárcel de Nagasaki, allí se juntó a otros dos agustinos. Luego fue llevado a la cárcel de Omuro, que era considerada como más despiadada. En esa cárcel permaneció dos años. Luego lo devuelven a la prisión en Nagasaki.

Sufrieron, él y varios de sus compañeros, la tortura del agua sulfurosa. Los llevaron al lago de Arima, que tenía aguas hirvientes. Con esas aguas los bañaban haciendo que la piel sufriese lo indecible. Por un mes, al menos dos veces al día, los religiosos vieron como sus cuerpos se convertían en llagas.

Pero los religiosos no renegaron de la fe cristiana, por lo que Tacanga los condenó a morir en la hoguera. Un día antes de ejecutar la sentencia, el siniestro gobernador les ofreció dejarlos libres si apostataban de su fe, algo que no ocurrió.

Por esto, fueron quemados, el 3 de septiembre de 1632.

Con información de Aciprensa.

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